El papa Francisco advirtió este viernes que «estamos cerca de una guerra casi mundial» y deseó que los gobernantes sepan asumir su responsabilidad, el riesgo y el honor de la paz. Esto lo dijo durante su discurso a las autoridades belgas en el castillo de Laeken, en su primer acto oficial en Bélgica.
«Rezo para que los responsables de las naciones, fijándose en Bélgica y en su historia, sepan aprender de ello y, así, ahorren a sus pueblos catástrofes incesantes e innumerables lutos. Para que los gobernantes sepan asumir su responsabilidad, el riesgo y el honor de la paz, y sepan alejar el peligro, la ignominia y la absurdidad de la guerra», manifestó el Papa.
«Rezo para que teman al juicio de la conciencia, de la historia y de Dios, y conviertan la mirada y los corazones, poniendo siempre el bien común en primer lugar», agregó.
Ante los reyes de los belgas Felipe y Matilde y el primer ministro en funciones, Alexander De Croo, con quienes se reunió este viernes, deseó que Bélgica sea un puente indispensable para construir la paz y repudiar la guerra.
«Europa necesita a Bélgica»
«De este modo se comprende lo grande que es la pequeña Bélgica. Se entiende la necesidad que Europa tiene de ella para recordarse a sí misma su historia, hecha de pueblos y culturas, de catedrales y universidades, de conquistas del ingenio humano, pero también de tantas guerras y de una voluntad de dominio que se convirtió a veces en colonialismo y explotación», recordó.
«Europa necesita a Bélgica para llevar adelante el camino de paz y de fraternidad entre los pueblos que la forman. (Sobre todo) si comienzan a desacatar las fronteras y los tratados, y se deja a las armas el derecho de crear el derecho, subvirtiendo el que está vigente, se destapa la caja de Pandora y todos los vientos comienzan a soplar violentamente, batiéndose contra la casa y amenazando con destruirla», expresó.
El papa Francisco abogó por una «acción cultural, social y política constante y oportuna, a la vez valiente y prudente y que excluya un futuro en el que la idea y la práctica de la guerra, con sus consecuencias catastróficas, vuelvan a ser una opción viable».
Desde Bélgica «se llama a Europa a reemprender su camino, a recuperar su verdadero rostro, a confiar nuevamente en el futuro abriéndose a la vida, a la esperanza, para vencer el invierno demográfico y el infierno de la guerra», enfatizó.
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