Para Michael, las alucinaciones típicas del desorden esquizoafectivo que le aqueja tienden a ser más auditivas que visuales y se manifiestan cuando pasa por periodos de alta tensión o estrés.
Dice que oye voces -recuerda una en específico, la voz de un anciano o anciana- y que muchas veces están diciendo su nombre. Pero Michael dice que el 90% del tiempo, no puede entender qué es lo que le dicen.
«Eso también es una de las cosas que contribuyó a que la gente -y hasta yo mismo- creyéramos que yo tenía un don: yo escucho como voces hablándome en un idioma que yo no entiendo, a veces digo que me están hablando como en hebreo».
Pero lo que tal vez pareciera más extraño -teniendo en cuenta que las alucinaciones se presentan en situaciones de alto estrés- es que Michael dice que las voces se mantuvieron en completo silencio cuando intentó suicidarse, hace unos años.
«Realmente en ese momento las voces no estaban ahí. Eso es parte de la creencia de que esa voz siempre está diciéndole a uno ‘haga esto’ o ‘lastime a esta persona’. Habrá casos, pero el mío no es así».
De hecho, dice que detrás de la decisión radical de acabar con su vida tenía una razón «genuina»: «La idea vino de pensar que yo estaba loco, y de decir, ‘una persona así no puede contribuirle nada a la sociedad’, o ‘parce, yo lo único que puedo hacer es daño’».
«Yo me tomé un tarro de pastillas, y estoy vivo porque me vomité, la verdad».
Buscando entender
Tocar fondo fue una bendición para Michael.
Fue el evento que lo llevó a buscar ayuda psiquiátrica (Michael explica que siempre había tenido acompañamiento psicológico, pero que el trastorno nunca se le había diagnosticado) y poder, al fin, ponerle un nombre a lo que lo aquejaba: un trastorno esquizoafectivo de tipo mixto y un trastorno de personalidad emocionalmente inestable.
«Cuando yo me doy cuenta de que yo tengo esto, digo, ‘bueno, ¿y ahora qué hago?’ O sea, yo he vivido toda mi vida con esta idea de que esta gente está loca y es peligrosa y ahora yo soy uno de ellos’».
«Pues ahí es cuando uno empieza a leer, y empieza a educarse».
Michael descubrió por ejemplo que la esquizofrenia tiene una alta probabilidad de ser hereditaria (algunos estimados la mantienen en 80%) y le dio algo de luces sobre el pasado de su familia.
«Empiezo yo a contarle a mi psiquiatra sobre mi historia familiar y descubrimos, por ejemplo, que mi abuelo era una persona muy desequilibrada: según cuentan mi papá y mi abuela, él era una persona muy explosiva que, cuando sentía que le iba a dar ‘la rabia’ -como era que él le decía-, los encerraba en una pieza y él se iba, como tratando de protegerlos.
«Y de hecho mi abuelo terminó escapándose de un hospital psiquiátrico y se desapareció. Hay un registro de entrada pero un registro de salida, no hay».
Su diagnóstico también le enseñó que, a pesar de que existe un componente genético de la enfermedad, por lo general hay un factor ambiental que la desencadena.
Michael no está seguro, pero cree que el haber sido víctima de abuso sexual cuando pequeño por un miembro de su familia extendida pudo haber jugado un papel en el desarrollo de su condición.
«A la persona que me hizo eso la mataron hace dos años, antes de yo venir a EE.UU. Y me acuerdo que sentí una felicidad tan increíble que yo sentí que definitivamente estaba loco, o sea, sí, esta persona te abusó pero sigue siendo una persona, ¿cómo puedes sentir alegría por una cosa así?».
¿Cómo explicar?
Michael ha aprendido a llevar una vida bastante normal con su diagnóstico.
Estudia en la ciudad de Miami y tiene una relación sentimental con una persona que lo cuida y lo entiende.
Y fue precisamente una conversación con ella la que lo llevó a ingeniarse una manera a través de la cual puede hacer a las personas sentir algo parecido a lo que él siente con su condición.
«Ella me dice que no quiere que le cuente a sus amigos sobre mi condición y no es porque ella no quiere que ellos sepan, sino porque quiere que me conozcan primero y sepan quién soy.
«Claro, ella lo dijo más que nada desde el amor, desde la protección, pero para mí fue un golpe en el ego».
En ese momento, el Miami Dade College (donde estudia Michael) estaba motivando a los alumnos para que participaran en una convocatoria de la radio pública estadounidense NPR para podcasts de formato corto. Para Michael fue la oportunidad.
«Yo lo que dije fue ‘pues les voy a mostrar lo que es y voy a contar lo mío‘».
Una victoria
El testimonio de 8 minutos que hizo Michael -publicado en inglés con el título The Monsters We Create, o «Los monstruos que creamos»- se llevó el premio al mejor trabajo en el NPR Podcast Challenge, en el que competían 500 estudiantes de las mejores universidades del país.
Empieza con un complejo juego de voces fantasmales que entran e interrumpen ocasionalmente la narración, de una manera similar a como Michael expresa sentirlas cuando se le manifiestan.
Y en el podcast, Michael directamente expone los prejuicios que existen sobre la esquizofrenia en la comunidad universitaria.
«Le pregunté a la gente cómo reaccionaría si alguien cerca de ellos tuviera esquizofrenia y mientras que unos dicen ‘no me importaría mientras sea una persona que no le esté haciendo daño a nadie’, otros dicen que llamarían al 911».
Ahora Michael dice que sigue enfocado en seguir tumbando ideas negativas -incluídas algunas propias- frente a personas que, como él, sufren de condiciones mentales.
«Pero aun así usted es una persona que puede lograr muchas cosas, que no se puede dejar caer por lo que la gente piensa de usted, porque muchas veces alguien con una condición es mucho más capaz que una persona que no tiene nada que la aqueje».