Este es un viaje a las profundidades de la penúltima conspiración terrorista contra el régimen chavo-madurista, según ha sido televisada por el ministro Diosdado Cabello, mientras su compañero el diputado Jorge Rodríguez le hacía firmar al presidente electo de Venezuela, mediante coacción, un papel que legalmente no vale nada. No quieren ver la realidad, la pérdida de las elecciones del 28J; por eso se inventan varias tramas en aluvión, para pintar la que a ellos les conviene. Les fascina la palabra “matriz”
Para estudiar a Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez podría uno apelar a los ensayos sobre el odio de Hannah Arendt o las descripciones del horror nazi de Primo Levy. Pero sería una exageración: no están ni Cabello ni Rodríguez en ese lote, corren en un lote menor. Ambos son apenas un producto del bipartidismo que se impuso en Venezuela a partir de 1958, que amplió soberanamente los derechos del pueblo ―en educación, en sanidad, en libertades―a pesar de los vicios que le aquejaron. No. Para enfocarlos no hacen falta Hannah Arendt ni Primo Levy sino alguien como Ronna Rísquez, que conoce como nadie los mecanismos del Tren de Aragua, o Sebastiana Barráez, dueña de un rico archivo personal sobre la naturaleza corrupta del oficialismo militar en tiempos chavistas.
Para un perfil del teniente, solo una herramienta: describir su reciente comparecencia en el Congreso de la república o Asamblea Nacional.
Cabello, ante un micrófono, saca un tumbaíto o contoneo de su cintura, un meneo manganzón que, por lo visto, lleva doble función: dar énfasis a su discurso y acercarse más al micrófono para que la inmensa mayoría del país escuche bien claro. Se ladea especialmente cuando se dispone a insultar a los demócratas de su país, subrayando de este modo líneas específicas. En esta comparecencia, la de la Gran Conspiración Maluca, emperchado con traje y corbata, invitado por Jorge Rodríguez, ejecutó esta pirueta o piroutte, que es como se conoce en el ballet clásico el paso de un bailarín o bailarina cuando se apoya en un pie para hacer girar ligera o completamente su cintura sobre tal apoyo. Diosdado apenas ejecuta un abreboca del paso, un prólogo, pero cualquier nos sorprende lanzándose sobre el Cascanueces mientras insulta a los demócratas de su país.
En uno de los 400.000 capítulos de Aló Presidente que dejó como legado el comandante eterno, debe haber un minuto, apenas un minuto, durante el cual Hugo Chávez dedica a los ojos o pestañas de Diosdado Cabello un comentario pícaro, jocoso. Cabello se encontraba escuchándolo en primera fila, presto a recibir instrucciones o un regaño, como era usual en estos programas. Pero en esta ocasión no se produjo ni instrucción ni regaño sino un piropo dedicado a las pestañas coquetas del subalterno. No fue burla sino eso, piropo lisonjero, juguetón, divertido. Y sin embargo encerraba algo: un militar diciéndole a otro militar que había algo bello en su mirada. ¿No era, con todo y la ligereza en apariencia espontánea del comentario, la licencia pública de quien se sabe amo de su ganado y por lo tanto puede actuar en consecuencia, confianzudamente? Un ligero gesto de poder y sumisión, nada más.
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Mientras Jorge Rodríguez se ocupa de Edmundo González Urrutia y la carta que, mediante coacción, le hizo firmar en la Embajada de España en Caracas (¿el embajador dejó entrar a los Rodríguez en ese territorio español, cómo fue posible?), Diosdado Cabello insiste en la Gran Conspiración Maluca o de los Turistas Mercenarios. La cúpula trabaja en varios frentes al mismo tiempo, apoyándose unos a otros. Así, Rodríguez invitó a Cabello a exponer su bulo y el ciudadano ministro de Relaciones Interiores comenzó, luego de una bromita sobre los cinco minutos estipulados por el reglamento, de esta guisa:
«Nos trae por acá un tema que el día sábado expusimos ante el mundo, que de alguna manera ha generado noticia. El sábado convocamos esta rueda de prensa para alertar al país y al mundo de una serie de actividades de grupos mercenarios. Luego surgieron unas matrices, como siempre, matrices interesadas: algunas de carácter investigativo, de investigación, de mucha rabia; de sentir que, contra Venezuela, los sectores vinculados al imperialismo van a seguir insistiendo. Pero quiero desde aquí, desde esta Asamblea Nacional, decirle a nuestro pueblo de Venezuela que así como los hemos derrotado en otras ocasiones los vamos a volver a derrotar [aplausos]; y esto no se trata de un lema, no, los vamos a volver a derrotar. Lo dijimos aquí creo que en mi última intervención en un lenguaje de diputado, ahora soy ministro y no puedo decir eso mismo… Les dije aquí que los vamos a joder. Los que intenten meterse con Venezuela los vamos a joder [aplausos], llámense como se llamen. Y comenzamos nuestra exposición allá hablando de un gran lote de armamento que gracias a la inteligencia popular, a nuestro pueblo, a los organismos de seguridad, a informaciones que nos llegaron y fuimos sumando, decomisamos en puertos y aeropuertos más de cuatrocientos fusiles de asalto. En aquella rueda de prensa pusimos allí algunos de estos fusiles. Hablamos de esto como tema introductorio porque siempre habrá quienes dirán “no, esos fusiles no sirven para nada”. Ya lo dijeron, ya lo dijeron. Esa es otra de las matrices: “¿quién es tan bobo para traer cuatrocientos fusiles por vía normal?” Bueno, si tú lo que quieres es sorprender, lo haces por donde nadie sospeche, pues. Un traficante de drogas trata de hacer pasar las drogas por donde nadie sospeche, un traficante de armas hace lo mismo. Es normal, un puerta a puerta. Afortunadamente nuestros mecanismos están funcionando (…); y luego informamos de la captura de grupos de mercenarios de distintas nacionalidades».
El flamante ministro repite la palabra matrices siete veces, para él todo es una matriz. Narra que cierta vez le llegó a Maduro la información sobre un grupo terrorista: una amenaza armada de granadas y explosivos (repite «granadas y explosivos» como para cerciorarse él mismo de que, en efecto, eran granadas y explosivos); ellos, ni cortos ni perezosos, comenzamos a halar la cuerda y encontraron una vinculación con un tal señor Estrada «que está cumpliendo condena por magnicidio», es decir, Estrada el reo de la justicia criolla se halla encerrado en virtud de un magnicidio previamente ejecutado… ¿Quién habrá sido la figura asesinada? No repara en ese detalle, el denunciante ministro. A Estrada, por lo visto sin nombre de pila, le quitaron el teléfono y ese teléfono les ha contado a las despiertas autoridades venezolanas los planes «de carácter operativo relevante vinculados a hechos de terrorismo». Vieron en el móvil que los terroristas en cuestión se disponían a usar explosivos en las cárceles para que en un momento dado se pudieran fugar los reos.
―De esa lista de reos tenemos ya catorce de ellos detenidos…
Rectifica: no, ya estaban detenidos, lo que pasa es que los ficharon o los pusieron aparte o los interrogaron. No lo aclara. En todo caso, aduce, es una combinación de mercenarios y delincuentes dispuestos a todo con tal de salir de las cárceles.
Siguiendo la narración del teniente, se enteran las despiertas autoridades de que en Europa también se proyecta, por parte de una agencia que recluta personal para traerlo a Venezuela, una operación. Esto logran saberlo mediante un individuo que ha sido contactado para sumarse a tal operación, pero que rechaza la oferta y da el soplo. La agencia a la que se refiere es el Centro Nacional de Inteligencia del Reino de España. Agrega Cabello que este CNI depende de la CIA, no del gobierno español. Y afirma, además, mientras se oyen voces de indignación y afirmación revolucionaria entre los diputados:
«La CIA es la que les da órdenes, lo demás es una careta. Nos envían el plan: asesinar a varios… a un señor que llaman Diosdado Cabello, entre ellos. Han prometido premios a quien lo logre. Un grupo de mercenarios franceses tenía proyectado tomar el control del aeropuerto de Maiquetía… Todo eso está en los planes, comenzamos a desmenuzarlos, esta gente ha confesado públicamente… públicamente no, a nosotros. Por supuesto, todo aquel capturado, de ahora en adelante, será un santo niño, turista, gente buena que por diversión asesina y dan golpes de Estado. ¡Plan internacional develado! Faltan algunos detalles que no podemos decir por ahora. Pero no estamos diciendo todo lo que sabemos».
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Acto seguido, Cabello ordena pasar una serie de fotos, sin duda tomadas de móviles confiscados a sospechosos o en camino de serlo. La escena, mientras se proyectan las imágenes en la gran pantalla del hemiciclo, resulta semejante a las sesiones que uno hacía antiguamente en casa para mostrar a los amigos las fotos tomadas en vacaciones. Se utilizaba para ello un proyector de diapositivas. Igual Cabello, pero digital. En el chavismo todo es digital, ya que las víctimas son señaladas a dedo. En la proyección de fotos aparece gente que él dice que es terrorista, comenzando por Wilber Joseph (o Wilbert Josep) Castañeda Gómez, venezolano militar activo (supuestamente) del Ejército de Estados Unidos. ¿El vínculo con María Corina, según Cabello? Que el 17 de agosto Wilber o Wilbert estuvo donde fue convocada en el estado de Texas la diáspora venezolana para manifestarse en contra del fraude del 28J. Eso es todo.
Parlotea y muestra fotos de alguien que identifica como Yorman Barilla, quien al parecer asesinó a un joven en alguna universidad, en algún momento, bajo algunas circunstancias que Cabello no se molesta en aclarar. Según él, era la persona que detectaron en todos los cruces de llamadas pues se encargaba de reservar los hoteles de quienes llegaban para incorporarse a la Gran Conspiración Maluca; nombra a María Teresa Clavijo, del estado Aragua y coordinadora de Vente Venezuela allí, aun cuando tampoco la relación de esta activista con la conspiración se ve, en absoluto, nítida. Sigue sacando gente de la chistera como Ángel Daniel Pereira Bernal, miembro activo de la conspiración «pero ya no porque fue asesinado en Chile». Es muy posible que en el armazón de esta trama hayan reunido delitos que el mismo régimen ha cometido que ahora aprovechan para achacárselos a terceros, cabos sueltos, detenciones arbitrarias, desmanes sin justificar: todo cabe.
Saca capturas de pantalla con diálogos entrecortados. «Qué van a hacer», pregunta Wilber. «Vamos a matar hasta el perro», responde el interlocutor. «Veremos qué pasa esta noche». «Ya anunciaron que ganó Maduro… se va a encender Venezuela (…). Cuéntame, Flaco, estoy viendo que Caracas está en llamas… Tienen que llegar al palacio… Es muy arrecho, hay muchos policías y los colectivos están matando mucha gente».
Cabello lee estos diálogos entrecortados agregando que todo sucede «en tiempo real», que el Flaco es un peligroso delincuente encargado de dirigir la operación y que, en esos diálogos, queda demostrado el plan para tomar Miraflores por la fuerza, ¡él lo había denunciado tiempo atrás y en varias ocasiones!
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El asunto de los mercenarios es perfectamente posible, Diosdado Cabello debería informarse mejor con Jaime Bayly, quien anda pendiente del asunto y echa chismes con cierta verosimilitud en su nuevo miniprograma casero.
En todo caso, hablando de mercenarios, ¿acaso el régimen no ha convertido a la oficialidad militar venezolana completa en una manga de mercenarios? Lo que es igual no es trampa, dirán las fuentes de Bayly.
Durante todos estos días, en vez de caer en las matrices del dúo, varios países, muchos órganos de Prensa, deberían estar hablando e informando hasta el hartazgo sobre cada frase, cada sentencia, cada asombro, de los tres delegados de Naciones Unidas, expertos en derechos humanos, que han determinado que hoy, mientras uno ha perdido el tiempo siguiéndole el juego a Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, se produce en Venezuela una modalidad del crimen de lesa humanidad denominado de persecución; que el gobierno de Nicolás Maduro ha aumentado el nivel de intensidad de la represión y de la tortura con la avalancha ―es la palabra que utilizan los delegados de la ONU, avalancha―de detenciones contra manifestantes. Aseguran la ocurrencia constante de severas violaciones del debido proceso, encarcelación con tortura o violencia sexual y otros delitos cometidos por un Estado terrorista. Esa es la noticia, el ataque generalizado y sistemático contra la población por razón de elección política.
Eso sí es noticia y hay que machacarla urbi et orbi. No las matrices de los operadores políticos del chavismo ni la utilización del problema venezolano como arma que se arrojan entre sí los partidos PP y PSOE en España.
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«Se va a incendiar Venezuela», lee Cabello sobre la pantalla en la Asamblea Nacional. Y eso, al parecer, es otra prueba de que a la oposición o Plataforma Unitaria nunca le importó la vía electoral pues el plan siempre fue la violencia.
Si es así, teniente y pluriempleado chavista, en mi móvil tiene varios candidatos para su cruzada, ¿sabe? En mi casa también escuché eso, «¡carajo, se va a incendiar Venezuela!» cuando Amoroso y Maduro salieron a leer algo anotado, a trancas y barrancas, en una servilleta. A lo mejor fui yo mismo quien dijo eso.
En cuanto a Jorge Rodríguez, el hijo del sedicioso que en mala hora fue asesinado por policías en la era democrática, habría que decirle que no siga fastidiando con sonidos y fotos y videos. Sus apariciones en Venezolana de Televisión no le sientan bien, le va a saltar una vena del cuello en cualquier momento. Cualquiera que tenga una hija, y sepa que la va a dejar en un país donde las autoridades hacen lo que hacen en Venezuela con la justicia, comprende perfectamente a Edmundo González Urrutia. Yo hubiera firmado cualquier cosa en su lugar.
El lado secreto de Jorge el psiquiatra es seguramente el que describe Julio Borges en una conversación con el periodista David Placer que está en YouTube. Si es cierto el episodio que allí cuenta Borges, y la verdad es que no hay ningún indicio de que pueda ser incierto, Jorge el psiquiatra necesita una decena de psiquiatras sanos, no carcomidos por un trauma infantil.
@sdelanuez
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