Hoy la mayoría de venezolanos y parte del tercer mundo no tiene duda de que Chávez fue un gran farsante, dejando instalada en Venezuela una banda criminal en el poder. Chávez como político de masas fue una creación mediática. Las encuestas elaboradas después del golpe tienen datos interesantes. Tales como: 78% cree que detrás de Chávez había alguien más; 55,8% piensa que Chávez fue timorato y le falta decisión y coraje; 84,9% piensa que Chávez no es la persona apropiada para un cambio político; sin embargo, 62,4% justificaba el golpe de Estado. El golpe de Estado era apoyado, esencialmente, por los sectores medios y medios altos, algo en la clase alta, el apoyo popular era bajo.
Debemos recordar que los sobreseimientos de los militares golpistas se iniciaron en el mismo gobierno de Pérez, se continuaron con Ramón J. Velázquez y culminó con Caldera. Es conveniente recordar que diversos sectores clamaban por la libertad de tales militares, entre ellos estuvo el Episcopado venezolano, grupos de intelectuales, algunos políticos como Andrés Velázquez, Oswaldo Álvarez Paz, Claudio Fermín, Luis Herrera Campins y otros más. Debe reconocerse que Caldera fue proclive siempre a la paz y unidad de los venezolanos, además, de convencimiento de amplitud democrática y respetuoso de las libertades.
Cuando sale de la cárcel Chávez no tenía aceptación popular. Solo a su alrededor se juntaban pequeños grupos de izquierda, como: Liga Socialista y Bandera Roja. Otros de izquierda lo veían con recelo, no había cumplido lo acordado antes del golpe de suministrarles armas, caso del PRV de Douglas Bravo. Chávez, unos meses después de salir de la cárcel, realizó unas giras al interior del país. La de San Cristóbal fue en la ULA, no llegó a 30 asistentes. Por mera coincidencia estuve cuando fue, a finales de 1995, a Mérida, en realidad, el acto agrupó a alrededor de 100 estudiantes. Su discurso era contra los partidos del estatus y contra la corrupción. En el fondo predicaba un apoliticismo y una especie de latinoamericanismo nacionalista. Su andar era como el ánima sola, muy poca compañía. No obstante, llamó la atención a operadores políticos, conocedores de la política venezolana. Como fueron: Luis Miquelena, José V. Rangel, algunos militares de prestigio como general Müller, Dávila, Osorio, entre otros.
Chávez pregonaba no ir a elecciones. Fue convencido de ir a las elecciones, a la par convencieron a ciertos medios de comunicación que era necesario aplastar al bipartidismo y dar salida a nuevas formas. Desde hacía unos 20 años atrás, en el escenario venezolano, venía apareciendo una campaña sistemática contra los partidos políticos, debemos hacer memoria de aquella telenovela Por estas calles. De manera que no fue difícil, que parte de los medios, se colocaran al lado de promover a Chávez, quien arreció su discurso antipartidista y populista. No olvidar que el gobierno de Caldera estaba pasando, desde su inicio, por un déficit fiscal tremendo, lo que, sumado al deterioro de los precios petroleros, provocó que se disminuyese la inversión estatal y se presentaran problemas de coyuntura social.
Chávez para ganar las elecciones prometió una defensa intensa del salario, promover inversiones para generar empleos, juró investir en educación y mejorar los sueldos de los educadores en todos los niveles, becas a estudiantes, comedores estudiantiles de calidad; ofreció fortalecer el sistema de salud con acceso para todos, pensiones dignas y atención a los mayores, comedores populares para los obreros y pobres. Además, dijo no ser enemigo de la empresa privada, que abriría el país a la inversión. Juró que era un soldado en pie de guerra contra la corrupción Prometió el paraíso en la tierra.
No ha habido mayor farsa en la historia política de Venezuela que la realizada por Chávez y continuada por Maduro y su pandilla. A Venezuela la convirtieron en un infierno. Los salarios, de todos quienes viven del sueldo, es de hambre, las pensiones de miseria, caer enfermo es una tragedia, la educación desmantelada, las industrias del Estado en bancarrota, la electricidad en ruinas, inflación y devaluación permanente que desbastan a la economía nacional y la calidad de vida del venezolano. Esta tragedia nacional, además, de la inmensa incapacidad para gobernar en función del interés general, se debe a la gigantesca corrupción en el gobierno y sus actuaciones.
Ese cuento chimbo de Chávez y Maduro de que ser rico es malo no vale para ellos. Ellos y su familia se han enriquecido a las costillas de la hacienda nacional, sin importarles los daños que causan al pueblo. Han dilapidado, en 25 años, alrededor de 1,300 billones de dólares, y han saqueado alrededor de 156 mil millones de dólares. Tiene que cavarse la farsa y el saqueo, tenemos que retornar a la democracia y al control de los gobernantes. La lucha sigue por la dignidad y la libertad. ¡Hasta el final!
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