Tres reuniones de Luis Caputo y Jorge Macri demandó el principio de acuerdo entre el gobierno nacional y la Ciudad de Buenos Aires por los fondos podados en la gestión de Alberto Fernández, con marca de CFK y sin reversión hasta ahora a pesar de la decisión de la Corte Suprema. Esos encuentros a lo largo de seis meses describen en buena medida el combinado de cerrazón ideológica y pragmatismo que expone Javier Milei. No es lo único de apariencia contradictoria. En ese estilo, cuando la economía demanda distensión política, el Gobierno reabre la negociación con la oposición dialoguista y al mismo tiempo suma tensiones propias, algunas con impacto en el frente externo.
El reclamo porteño tuvo otras expresiones. Asomó en el pico de tensión entre Mauricio Macri y el oficialismo. Y esta semana, ocupó también un renglón explícito en la reunión de Guillermo Francos con los bloques dialoguistas de Diputados. Los capítulos centrales se sucedieron en las charlas entre el jefe de gobierno porteño y el ministro de Economía, y en contactos más reservados y “técnicos”. Son significativos los distintos estados de la política que debió atravesar.
Vale un repaso apretado. El primer encuentro entre Caputo y Jorge Macri se produjo apenas iniciados el año y la gestión libertaria: era el momento del “no hay plata”, de la dureza contra la “casta” y de la incertidumbre sobre el armado político oficialista. El segundo fue en abril, con estribaciones del temblor por la caída del proyecto inicial de Ley Bases y el intento de reanimar la iniciativa, recortada, junto a un acuerdo fiscal con los jefes provinciales. El tercero, cerró este viernes una semana cruzada por las turbulencias de los mercados.
El acuerdo en cuestión supone dos pasos en las próximas semanas: la reposición del porcentaje de coparticipación a la Ciudad, a partir de agosto, y las tratativas sobre la deuda, en el ámbito de la Corte. En principio, el dato pareció aportar a una de las líneas en construcción desde el Gobierno, es decir, la reanimación de las negociaciones políticas, pasada ya la sanción de la Ley Bases y el paquete Fiscal, mientras el Congreso está en virtual receso.
La vuelta a la mesa de conversaciones encabezada por Francos incluyó, fuera de agenda legislativa, un intercambio sobre los fondos demandados por la gestión porteña. Lo planteó Cristian Ritondo y la respuesta sugirió que la reunión de Jorge Macri y Caputo, un día después, constituiría algo más que una cita formal.
Para la representación oficialista, las conversaciones ratificaron que el temario iba a ser amplio, no sólo legislativo. La convocatoria incluyó al amplio conglomerado de espacios dispuestos a dialogar, desde el PRO -aliado, aunque con intenciones macristas de mantener juego propio- hasta la UCR, Hacemos Coalición Federal, Coalición Cívica e Innovación Federal, con necesidades prácticas -y en algunos bloques, domésticas- de diferenciación.
Fue significativo el tanteo sobre la posibilidad de una reforma electoral. El oficialismo llegó con su planteo de máxima -la derogación de las PASO-, repetido por voceros en contactos con los medios. En general, no anotó señal alguna de acuerdo con sus interlocutores. Podría haber un entendimiento, tampoco sencillo, para restarle a las primarias la condición de obligatorias. Se vería cómo. Dos cuestiones serían necesarias. Una, reclamada como gesto: tratar de destrabar en el Senado la ley de Boleta Única de Papel. Y otra, de fondo: lograr un consenso que asegure mayoría absoluta, sin fisuras y sin perder el tiempo.
Fuera de lo esperable, otro dato nada menor fue constituido por la señal opositora que no dio por cerrado el tema de la Ley de Bases y el paquete fiscal con la votación de Diputados. Hubo preguntas concretas sobre la reglamentación de rubros sensibles como RIGI, Ganancias, blanqueo y moratoria. Y por supuesto, quedó lejos de ser agotado el tema legislativo para el segundo semestre. Están planteados proyectos que suponen fuertes debates, como el régimen penal juvenil. Y después, será el turno del Presupuesto.
Hasta allí, la “política” no añadía elementos inquietantes a semanas marcadas por la pulseada de hecho con el mercado. Y de golpe, volvieron a ganarse el foco los movimientos propios del oficialismo. La firma del Pacto de Mayo y el desfile del 9 de Julio habían aportado ingredientes, pero acotados. Y la caída en desgracia de algún otro funcionario, en Agricultura, o de un asesor, en materia económica, pasó rápido por la agenda pública.
No ocurrió lo mismo con el increíble caso de los cantitos de la Selección -su tramo xenófobo y homofóbico– que derivaron en un cambio abrupto al frente de la subsecretaría de Deportes, por la solicitud de disculpas que expresó Julio Garro, y en un momento de malestar diplomático de Francia a raíz de declaraciones de Victoria Villarruel.
El mensaje de la vicepresidente en las redes sociales -que refirió al colonialismo francés para descalificar los cuestionamientos a los jugadores argentinos- fue considerado “desafortunado” por el Gobierno, que además lo cerró como un comentario personal, no oficial. Repuso el deterioro de arrastre en la relación con Villarruel, por momentos amortiguado, y expuso claramente como contraparte a Karina Milei, que mantuvo un contacto con la embajada francesa a pocos días del viaje presidencial a París. Está prevista una reunión bilateral con Emmanuel Macrón, en el marco de la inauguración de los Juegos Olímpicos.
Dicho de otra forma: se armó así una sucesión de desmesuras, con expresiones patéticas, entre ellas una a cargo de la diputada Lilia Lemoine.
Milei dijo que el tuit de la vicepresidente “no fue feliz”, buscó presentar como normales las diferencias internas y rechazó que sean mezcladas cuestiones deportivas con asuntos deportivos. De hecho, toda esta serie incluyó una entrega con otro funcionario despedido.
Pero las declaraciones presidenciales más fuertes estuvieron enfocadas en el FMI. Volvió a cargar contra Rodrigo Valdés, pieza hasta ahora central en las tratativas con Economía. Es un modo de respaldar nuevamente al ministro, en medio de una relación complicada y de tiempos materiales y políticos largos. El Fondo, por supuesto, tiene un extenso historial de decisiones alejadas de normas estrictamente técnicas. Respaldó al funcionario cuestionado. Y por delante, además de época de vacaciones, está el interrogante sobre las elecciones en Estados Unidos.
Es fuerte el planteo de Milei, se supone que decidido: se trata de la segunda carga pública. Y agrega un punto de peso en el frente externo, después del insólito episodio que rozó a Francia y provocó la baja de otro funcionario.