Albert Ramdin cuenta con el respaldo de más de 20 países de los 34 miembros de la OEA para ser el próximo secretario general
Este lunes 10 de marzo se confirman los presagios sobre la asunción a la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos de un candidato que no representa los valores latinoamericanos, que no comulga con las virtudes de la democracia ni el respeto a los derechos humanos en el continente como lo es el canciller surinamés Albert Ramdin.
Luego de la decisión del 5 de marzo de Paraguay de retirar a su candidato Ramírez Lezcano, quien representaba la continuidad de la gestión valiente de Luis Almagro, nos encontramos institucionalmente en el peor momento en el continente en lo que se refiere a la defensa de la democracia y el respeto a los derechos y libertades fundamentales de las poblaciones de Latinoamérica.
Efectivamente, 14 países del Caricom, Costa Rica, Ecuador, República Dominicana, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Uruguay, Perú, Honduras y México -25 países de los 34 que integran la OEA- han dado su apoyo a un agente de los intereses chinos en la región representados en el señor Ramdin y su gobierno. A pesar de nuestros buenos deseos, luce prácticamente inviable una gestión de última hora. Ya cuenta con una mayoría aplastante. Revertir esos apoyos en medio del silencio y la inacción de Estados Unidos es casi imposible.
Ante este panorama al cual nos enfrentamos quedan demostradas cuatro cosas:
- Funciona la fidelidad que exige China a sus socios en la franja y la ruta. China con sus inversiones y préstamos les tuerce el brazo a los gobiernos en sus decisiones.
- Funcionó la reacción antinorteamericana antes de las acciones de Donald Trump, fundamentalmente en lo que se refiere a la guerra arancelaria y a la repatriación forzada de migrantes de manera cuestionable, además del tradicional enfrentamiento de los países socialistas a Norteamérica.
- Funcionó la estrategia para el debilitamiento financiero de la organización por parte de algunos países que dejaron de pagar sus cuotas por estar opuestos a Almagro. Se está pensando en la venta de la residencia del secretario general y el Edificio de la Junta Interamericana de Defensa para el pago de nómina y gastos de funcionamiento.
- El desinterés de Estados Unidos en la organización que permitió este estado de cosas.
Las consecuencias de todo ello son previsibles:
- Retiro de la financiación de Estados Unidos y posible abandono de la organización. Dicho país financia 48% del presupuesto.
- Avance notable de China al tutelar las relaciones interamericanas y aumentar su influencia en áreas estratégicas como la de las comunicaciones, la explotación de recursos y el comercio.
- Pérdida del mayor referente continental en materia de democracia, derechos humanos, seguridad y desarrollo.
- Fortalecimiento de los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela y abrir las puertas a otros autoritarismos y autocracias.
- Retiro de la Organización de países como Argentina y El Salvador.
- Una nueva dinámica de política exterior de Estados Unidos en la región que pudiera derivar en la pérdida de espacios importantes. Hay opiniones en que se hace necesario motivar a Marco Rubio para lograr una Doctrina Monroe a través de la Seguridad Hemisférica, si no antes, después del 10 de marzo, porque su reacción puede sernos favorable en el futuro. Además, eso pudiera estar en los planes de Estados Unidos cuando Trump ha identificado líderes fuertes en la región con los que pudiera trabajar al reconocer a América Latina como área de su atención en detrimento de Europa.
- La región sería el escenario de la rivalidad sistémica entre Estados Unidos y China, que pudiera tener repercusiones en los relacionamientos del área del mar de China y Taiwán, así como en otras partes del mundo. Con esto se demostraría que ambos tienen intereses y rivalidades globales.
Por lo pronto, ya se da como cierto el recorte presupuestario de Estados Unidos e incluso su salida, lo cual tendría como consecuencia la mudanza de la sede en Washington y hasta el cambio de nombre de la organización.
Los ganadores de este cambio obviamente serán el nuevo secretario general, su país y la comunidad caribeña que serán retribuidos por el gobierno chino, todo ello a expensas de los pueblos de América Latina que quedarán sin el referente, sin el muro de contención, que ha significado la OEA hasta ahora frente a los desafueros del autoritarismo.
Ante este panorama lamentable, debemos reconocer la gestión de Luis Almagro al frente de la Secretaría. Su papel ejemplar, al haberse identificado plenamente con la causa de la democracia y libertad en Venezuela, le garantizan un sitial preferencial en nuestra memoria, por lo cual esperamos de la misma manera, con muy poca convicción, que su legado, prácticamente una doctrina epónima, no se pierda en el devenir de la Organización.
La entrada El fin de la OEA se publicó primero en EL NACIONAL.
