Hace poco reflexioné sobre una idea que resuena con fuerza en nuestra realidad venezolana actual: la tesis de Dietrich Bonhoeffer, quien desde su prisión en 1943 afirmó en su obra Resistencia y Sumisión que la estupidez es más peligrosa que la maldad.
¿Por qué? Porque las personas estúpidas no cuestionan, no reflexionan, no buscan la verdad.
No es una acusación superficial, sino un análisis profundo sobre cómo la casta parasitaria, incrustada en áreas vitales, obstaculiza las soluciones y destruye las esperanzas de quienes buscan un cambio genuino.
No hablo de una simple falta de inteligencia, sino de una decisión consciente de renunciar a pensar, cuestionar y decidir. La estupidez no es un defecto individual, sino un fenómeno colectivo que se alimenta de estructuras políticas y mediáticas controladas por la casta.
En la actualidad, la tecnología ha elevado la estupidez colectiva a nuevas alturas. Cada ”me gusta”, cada ”compartir” sin reflexión es un acto de complicidad que alimenta esta dinámica. En esta era, la estupidez no solo se perpetúa; se monetiza.
Hoy, la advertencia de Bonhoeffer resuena más que nunca sobre la situación de Venezuela. No basta con indignarse; es necesario actuar con coraje. Cada vez que elegimos reflexionar, cuestionar y educar, estamos desarmando el sistema que alimenta la clase parasitaria.
La estupidez no es un destino inevitable. Rompe el silencio, enfrenta a esa casta parasitaria y ¡unámonos! Con coraje, juntos podemos reconstruir la verdad, recuperar la esperanza y reclamar el futuro que nos pertenece.
En esta batalla, la esperanza no es solo un sentimiento, es un acto de coraje.
PhD Roberto Ramírez Basterrechea es doctor en Economía Política. Experto en Gestión Pública Digital.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!