«Rechazar a Juan Barreto, Ernesto Villegas, Mary Pili Hernández, Mario Silva, Luisa Ortega Díaz, Andrés Izarra, Eduardo Rodríguez y otros no es odiar. No es ser extremista, simplemente es reaccionar a tanto daño que estos colaboradores le han hecho al ciudadano venezolano», escribió el tuitero Erasmo Blanco. Una perspectiva compartida tantas veces que el grupo ha terminado por constituir un combo que borra las diferencias entre las individualidades. Que las hay.
Para salir al paso a esta perspectiva, la periodista Celina Carquez preguntó en Twitter: “¿Las personas no tienen derecho a cambiar de opinión o a rectificar? ¿Cuál es el crimen que cometió Mary Pili?”. Al mencionar a Mary Pili Hernández en específico, la respetada periodista Carquez la aparta del conjunto. Es como si admitiera que los otros quizá tengan alguna cuenta pendiente: “Y sigue vigente el derecho humano de que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario”.
¿Las personas no tienen derecho a cambiar de opinión o a rectificar?
1) ¿Cuál es el crimen que cometió Mary Pili?
2) Hay denuncias, no hay juicios contra quienes mencionas.
Y sigue vigente el derecho humano de que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. https://t.co/q8cNKIVZnq— CelinaCarquez 🐈🐈⬛🐈🔆 (@CelinaCarquez) August 21, 2024
«Hay mil razones para cuestionarlos», escribió Carquez en otro tuit. «Pero usted no puede decir que Mary Pili cometió un crimen. Además, ella está aquí. No como muchos chavistas que expoliaron al país y se fueron a Europa. Debe prevalecer la justicia, no la venganza», señaló.
En esto, Carquez desdibuja la realidad, porque aunque es cierto que Mary Pili Hernández no ha tenido que marchar al exilio, también es verdad que no reside en la misma Venezuela donde viven las masas empobrecidas por el chavismo, condenadas a vivir con menos de 20 dólares al mes, acosadas por las FAES, sin servicios públicos, salud ni transporte colectivo de mediana calidad. No. Mary Pili Hernández, como todo -o casi todo- el “chavismo originario” vive en la burbuja que ellos mismos se crearon para soportar el infierno en que convirtieron a Venezuela.
Esto no es un crimen, pero es una monstruosidad. Mentir o callar la verdad en el periodismo tampoco es un crimen en el sentido legal, pero sí una grave violación de la ética profesional. Esto lo sabe Celina Carquez, quien ha sorteado los mil asedios con que el chavismo ha pretendido degradar al periodismo. Como también sabe que la mentira y su correlato, el encubrimiento de la verdad, hacen mucho daño a la sociedad, puesto que la desinformación se urde con el propósito expreso de manipular la opinión pública y generar caos.
Mal se puede pensar que Mary Pili Hernández ha amanecido demócrata y periodista confiable en cuya palabra se puede creer, cuando es mucho más lo que calla, lo que encubre, que lo que revela. ¿O es que acaso la larguísima hegemonía de Chávez no tiene un prontuario? ¿Chávez no avaló la corrupción y la perpetró él mismo, al punto de hacerse rico él y su extensa familia? ¿Chávez no destrozó las instituciones y la infraestructura de Venezuela; no repartió los recursos del país entre los otros bufones, que le reían las gracias? ¿Chávez no expropió sin pagarles a las víctimas, no tuvo presos políticos, no acabó con la separación de poderes, no pervirtió las fuerzas armadas, no cerró medios de comunicación, no abusó de las propiedades de la Nación sirviéndose de ellas como propias? ¿Eso no ocurrió? ¿Eso no lo sabe Mary Pili Hernández?
No será un delito penal, pero mentir o callar la verdad en el periodismo es una falta grave con efectos muy negativos para la sociedad. Y en el poder, que Mary Pili Hernández se cansó de ejercer, la opacidad, la falta de transparencia y la retención de información son dardos envenenados para las democracias, porque debilitan las instituciones y favorecen los chanchullos y las malas prácticas, en los que el chavismo ha superado cualquier otro gobierno en la historia de Venezuela, de Guaicaipuro para acá. ¿Esto es falso? ¿Lo ignora Mary Pili?
Si no es delito, contribuir a evitar la rendición de cuentas sí debería serlo. Y el entramado del chavismo, del que Mary Pili ha sido parte -y lo seguirá siendo, mientras no comparezca ante el país y diga todo lo que sabe- ha cometido mil atropellos para evitar que la sociedad cuestione y supervise las decisiones del gobierno, así como para anular su capacidad de exigir responsabilidades.
¿Podría afirmar Celina que Mary Pili no ha hecho nada para evitar la contraloría de la sociedad sobre los crímenes del chavismo y del propio Chávez? ¿No? Qué es esto, entonces:
#26sep | El Chavismo originario no puede guardar silencio. Mari Pili Hernández lo dice claro. Atacar a Ramírez es atacar a Chávez y al Proyecto Bolivariano.#VolverAChavez #Venezuela #RafaelRamirez pic.twitter.com/Brv2RkDJGU
— Prensa Rafael Ramírez (@RojoRojitoVE) September 27, 2022
Es un video de la exministra de Chávez donde esta le reclama al madurismo su cuestionamiento a Rafael Ramírez, uno de los saqueadores de Pdvsa, porque ese camino conduce a la madre del cordero, que es Chávez.
La también tuitera Nidia Ruiz escribió: “No puedo olvidar la risa divertida y complaciente de Mary Pili Hernández, parada al lado de N.M, cuando él llamó ‘mariconzotes’ a Capriles y a L.López en una concentración”. No es un crimen, pero tampoco lo olvidamos.
Celina afea el proceder de quienes les reclaman a los “chavistas críticos” su cachaza al no admitir los propios errores -e incluso crímenes, en algunos casos, claro que sí-. Porque, ojo, quienes están confrotando al Combo Los Críticos lo hacen como un acto de opinión. No les están mandando patrullas a sus casas, no los están amenazando ni interviniendo los teléfonos, no los están deteniendo ni arrastrando a La Tumba. Están respondiendo con palabras a las palabras del Combo.
Dejemos que lo explique el catedrático español Norbert Bilbeny, quien en su libro “Ética”, dice: «No se puede argumentar que perdonar a alguien sea un deber, por mucho que sí lo sea tratarlo con justicia. […] Ni que sea un deber el protestar, aunque sí el desaprobar o rechazar una acción si ello está justificado. Pero siempre que hay obligaciones, y se espera una conducta de responsabilidad de acuerdo con ellas, hay también, de hecho, excusas. Después de mentir, por ejemplo, se pretexta que fue por el bien de alguien, o por temor, etcétera. Pero no debiera haber excusas. La excusa no es excusable. Es una expresión de irresponsabilidad. Si la excusa es tan veraz y creíble, entonces ya no es una excusa, sino una justificación».
Si no es criminal, de seguro es irresponsable; y aquí estamos hablando de una “irresponsabilidad” que despedazó a un país, mandó a un tercio de su población a la emigración y mantiene miles de presos políticos. Los “críticos” no pueden esperar un perdón que no han pedido, lo cual pasaría por admitir sus fallas y entregar al país una información que le pertenece y que ellos siguen escondiendo.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!