Para el general de División retirado de la Guardia Nacional, Edgar Bolívar Ramírez, estaríamos “ante ‘cinco crímenes, cinco poderes’, una gran conspiración, un concierto de todos los ‘poderes del Estado’, para tratar de subvertir el orden constitucional y desconocer la voluntad del pueblo soberano. Todo planificado con antelación y que se materializó a partir del 28 de julio, cuando se llevó a efecto el proceso para elegir al nuevo presidente de Venezuela”.
Por Sebastiana Barráez | Infobae
Asevera que son “cinco poderes, cuyos máximos representantes y asociados, planificaron y pusieron en práctica una descomunal conspiración, un concierto para delinquir, para tratar de subvertir el orden constitucional y cometer el abominable delito de desconocer la voluntad del pueblo soberano para mantener en el poder a un sujeto altamente cuestionado por múltiples razones”.
Hace una dura crítica al poder de las armas. “Muy triste y lamentable que el ministro de la Defensa y su ‘brigada de generales’ haya incrementado la politización y la pérdida de los principios, valores y tradiciones en el seno de la Fuerza Armada, poniéndola al servicio de una persona y de una parcialidad política, en detrimento de su misión constitucional, tanto así que, en todos los últimos graves actos de corrupción en el país, aparecen involucrados militares activos”.
“Ese sitial de honor de la FAN dentro de la población venezolana fue destruido con acciones represivas y con la merma de una bien ganada reputación a través de los años”.
“La confianza del venezolano en su FAN ya no existe y menos aun cuando a diario en diferentes actos públicos, observan a los miembros de la ‘brigada de generales’ que levantan el puño izquierdo y gritan ‘el muerto vive’ similar a lo que hacían los Camisas Negras del fascista Benito Mussolini”.
También “cuando portan innecesariamente un brazalete 4F en el brazo tal como los Camisas Pardas de Hitler; cuando se colocan la bufanda utilizada por los terroristas palestinos o utilizan con el uniforme de campaña una pañoleta roja al estilo de los guerrilleros sandinistas”.
“Eso lo que denota es un afán de parecerse lo más que pueda a grupos y organizaciones, pasadas y presentes reñidas con el significado de la justicia, asimismo podría catalogarse como la disminución de la identidad como militares venezolanos y la pérdida del sentido de pertenencia”.
Los antecedentes
Edgar Bolívar Ramírez era el Jefe de Operaciones de la Guardia Nacional cuando ocurre el Golpe del 11 de abril 2002, que saca a Hugo Chávez del poder por algunas horas. Trece años después, el 17 de junio 2015, el Tribunal 19º en Funciones de control de Caracas ordenó su pase a juicio, otorgándole arresto domiciliario, por Rebelión Civil e Instigación a Delinquir.
El general en su narrativa pide no confundirse con un afamado libro “Cuatro Crímenes, Cuatro Poderes”, escrito en 1978, por el comisario de la entonces Policía Técnica Judicial (PTJ), Fermín Mármol León, que hace el recuento de cuatro casos reales, que evidenciaron la corrupción de los tribunales presentando las descripciones de la investigación, la psicología de los culpables y las dimensiones sociales y humanas de los crímenes.
Destaca como antecedentes a lo que está ocurriendo en Venezuela “la violación del Acuerdo de Barbados en varios aspectos, pero uno determinante fue respetar la voluntad de los venezolanos de seleccionar a sus candidatos de manera libre y conforme a sus mecanismos internos”.
Recuerda cómo el régimen venezolano colocó obstáculos, no solo para esa voluntad, sino el intento de desconocer las elecciones primarias de la Oposición, y de imputar a los responsables de su ejecución.
“A pesar del significativo triunfo de la candidata María Corina Machado en estas primarias y de haber demostrado que la inhabilitación que pesaba sobre ella no se compaginaba con las normas establecidas, el entonces Contralor General, Elvis Hidrobo Amoroso, sin tener la facultad para ello, le mantuvo esa inhabilitación, avalada por el Tribunal Supremo de Justicia, como una consecuencia más de la violación de los acuerdos citados”.
“Ya conocemos los detalles adversos para la escogencia del candidato de la real oposición que al final recayó sobre el Embajador Edmundo González Urrutia; conocemos los pormenores de una campaña electoral caracterizada por la hegemonía comunicacional, la comisión de apologías del delito, referido a lo del “baño de sangre” si no ganaban y la utilización de recursos del estado por parte del candidato rojo”.
“Nunca se supo con precisión cuándo Nicolás Maduro se separó de su cargo para esa campaña” agregando que también estuvo signada “por los atropellos cometidos contra MCM, el candidato EGU y contra todos aquellos que, de una forma u otra, apoyaron con la consigna “hasta el final”, en el marco de una lucha desigual”.
Hace referencia al 28 de julio, día de las elecciones presidenciales, “cuando una “masa crítica” de ciudadanos venezolanos, bien construida y fortalecida, salió a ejercer el derecho al voto, “todos a una”, con plena aceptación de que no se trataba de una elección más”.
“En la conciencia colectiva del pueblo venezolano, estaba ya interiorizado el objetivo supremo de desplazar por la vía electoral a un sistema de gobierno que jamás ha satisfecho las necesidades primarias de la gente y además, seriamente comprometido en delitos de lesa humanidad”.
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