Debo advertir que son repudiables las acciones de Estados Unidos y Bukele sobre la deportación de venezolanos, estas violan normas internacionales sobre los derechos humanos. Obviamente, nuestra perspectiva la formulamos como defensores de las libertades, de los derechos humanos y del Estado de Derecho constitucional. Los venezolanos aprehendidos y enviados a prisiones de El Salvador., no dispusieron de un proceso con todas las garantías, quebrantándose el derecho al debido proceso. Por ello, consideramos muy cínico que un gobierno fascista, como el régimen de Maduro, rompa vientos en defensa de los derechos humanos de los deportados y de los sometidos a prisión sin un proceso justo.
Uso el término cinismo en el sentido peyorativo, nada que ver con la filosofía cínica nacida en la decadencia ateniense y que asumiese Diógenes. Tomo la definición de la RAE: “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones”. El bocazas de Maduro y el teniente Diosdado han vociferado que se han violado los derechos humanos a los venezolanos deportados. Con el mayor desparpajo invocan respeto a los derechos humanos cuando a diario emiten órdenes violatorias de los derechos fundamentales.
El primer aspecto para demostrar su cinismo es preguntarnos ¿por qué hay millones de venezolanos fuera de la patria? Sociológicamente está demostrado que hay migraciones cuando existen calamidades socio-políticas que compelen la salida (guerra, persecución, pobreza, carencia o insuficiencia de servicios, ausencia de posibilidades de movilidad social, et.). En Venezuela, el régimen de la pandilla cívico-militar, con sus nefastas y atrasadas políticas, sumió al país en auténtico desastre nacional, arruinando su economía, lo que produjo cientos de miles de desempleados, salarios de hambre, penuria en el abastecimiento, colapso en los servicios de salud, agua potable, electricidad y justicia. Generó condiciones de expulsión. A sabiendas de que se generaría una gran protesta nacional implementó un brutal aparato represivo, comprometiendo muchas instituciones, para cohibir la disidencia, a la par, acosó y persiguió a los medios de comunicación, a los periodistas para evitar la difusión de la realidad, Salieron millones de venezolanos por estas causas y buscar nuevas oportunidades para sobrevivir.
No contentos con esta inmensa migración, el perverso régimen madurista realizó una criminal política, destinada a sembrar caos, desestabilidad en otros países y satanizar la condición de venezolanos. Esta política fue sugerida por sus asesores cubanos. En los ochenta el fracaso de la revolución cubana condujo a variadas protestas. Fidel consideró que lo más conveniente era permitir la salida de la disidencia. Fueron oleadas de cubanos que salieron a Estados Unidos. Pero percibió que ese flujo migratorio ponía al descubierto el rotundo fracaso de su régimen y los disidentes ganarían apoyo por la causa de la libertad. Maquiavélicamente concibió que debía meter un caballo de troya en esas oleadas de refugiados, urdiendo sacar a la delincuencia cubana. Precisamente, permitió la salida de alrededor de 125.000, desde el puerto de Mariel, en ellos iban unos 8.000 delincuentes de la peor ralea. A esto se le conoció como los marielitos. Los cubanos decentes llegaron a Estados Unidos para trabajar y vivir dignamente, los “marielitos” para atracar, asesinar, violar, vender drogas. Pronto la sociedad estadounidense protestó contra los cubanos.
Esta misma política la ha realizado el régimen de Maduro. Ni cortos ni perezosos, a sabiendas de que por sus nefastas políticas había crecido la delincuencia y las cárceles estaban a reventar, a cada rato se producía una protesta carcelaria, decidieron implementar lo que había realizado Fidel. Tomaron alrededor de 15.000 delincuentes de lo peor, les dotaron de nueva identidad, les suministraron entre 2.000 y 3.000 dólares, los pusieron en la frontera y los incitaron a regarse por América, les amenazaron de ejecutarlos si volvían. Pero, además, contrataron a varios pranes, con los que mantuvieron contacto. Podían serles útiles, allí está el caso del teniente Ojeda en Chile. Pronto, en América, se empezó a generar un rechazo a los venezolanos.
Maduro y el sicario del régimen están como el ladrón que para confundir grita ¡allí va el ladrón! Pero no es solo eso; con gran cinismo se rasgan las vestiduras como defensores de los derechos humanos, cuando realizan una política sistemática y permanente de violación de los derechos fundamentales. Apresan a ciudadanos porque les da la gana, allanan sus domicilios, los incomunican, expropian bienes, torturan, asesinan a presos, acosan embajadas, cierran medios de comunicación y los expropian, reprimen con violencia brutal las protestas, inventan juicios, impiden el derecho a la defensa, ni siquiera les dejan comunicarse con sus familiares, en fin, no respetan la Constitución ni las normas internacionales sobre derechos humanos. Ese cinismo de la pandilla gobernante debe ser derrotado. ¡Hasta el final!