
Corría el año 1979 cuando la Fundación Teatro Teresa Carreño (TTC) reunió a un elenco de bailarines para acompañar a los solistas internacionales que se presentaban en Venezuela. El exbailarín Rodolfo Rodríguez fue el encargado de darle forma a la idea. Un año después, en 1980, la compañía de Ballet del Teresa Carreño debutó en el Teatro Municipal de Caracas: el complejo cultural TTC, con su icónica sala Ríos Reyna, no se había terminado de construir. Hace 45 años de eso, un tiempo que ha pasado entre cambios, visiones artísticas diferentes, crisis política, retos, diáspora, perseverancia y, sobre todo, mucha danza.
Poco queda de ese primer elenco que formó parte del Ballet del Teresa Carreño de 1980. Los tiempos y Venezuela han cambiado. Han sido también muchos los bailarines y bailarinas reconocidos que se iniciaron en la compañía o, en algún momento, bailaron en ella. Por eso, este año, para la nueva generación de intérpretes, conformada por un elenco estable de 50 personas, es significativo celebrar el 45 aniversario de ese debut escénico con una gala de ballet neoclásico y contemporáneo.
La temporada de celebración comenzará este 5 y 6 de abril con funciones a las 5:00 pm en las que se interpretarán en la Sala Ríos Reyna tres importantes piezas: La luna y los hijos que tenía del maestro Vicente Nebrada; Alma, de la coreógrafa venezolana Inés Rojas y Flor de limpia, de María Cristina Rosell. El encuentro contará con el acompañamiento musical de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho y la Orquesta de Instrumentos Latinoamericanos del Teresa Carreño (Odila) bajo la batuta de Elisa Vegas.
Para Carlos Paolillo, director artístico del Ballet del Teresa Carreño desde 2019, la compañía de 1980 no tiene nada que ver con la de 2025. Ha pasado mucho tiempo y también han sido muchas las experiencias. El maestro Rodríguez conformó la primera generación de bailarines profesionales y sentó las bases de lo que hoy en día Paolillo considera como el recinto de figuras emblemas del ballet nacional e internacional. “Al día de hoy se puede decir que es la compañía más referencial de ballet que tiene el país. En otra época existieron otras compañías que se alternaban la responsabilidad de tener un ballet venezolano. Hoy en día es la única compañía profesional. Es el gran referente, el emblema del ballet venezolano”.

La temporada aniversario comenzará este fin de semana | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
El Ballet Teresa Carreño ha acompañado a figuras importantes de la danza en el mundo como Rudolf Nureyev, que bailó en el año 1981 la pieza Giselle, o Yekaterina Maksímova y Vladimir Vasiliev, ambos estrellas absolutas del Teatro de Moscú. El bailarín argentino Julio Bocca, una reconocida figura a nivel mundial, inició su carrera como bailarín en el Ballet del Teresa Carreño: hoy en día es el director artístico del Teatro Colón de Argentina.

La luna y los hijos que tenía, de Nebrada | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Ballet del Teresa Carreño: antes y después de Nebrada
De todos los nombres que han salido y destacan en la historia del Ballet del Teresa Carreño, hay uno particularmente importante: Vicente Nebrada. El bailarín y coreógrafo fue director artístico de la compañía desde 1984 hasta 2002, año en el que falleció. Durante dos décadas marcó un antes y un después que se mostraba en la técnica de los bailarines, el repertorio y el nivel interpretativo, artístico y técnico que distinguían las presentaciones. Para Paolillo, fue la etapa más larga y por ende, la más productiva de la compañía.
El predecesor de Nebrada fue el exbailarín cubanoamericano Enrique Martínez, un intérprete que estuvo en Estados Unidos y tuvo una buena formación como coreógrafo. Su visión como director artístico estuvo enmarcada dentro de la concepción americana y estadounidense que había en la época sobre el ballet. Martínez venía nada más y nada menos que del American Ballet Theatre (ABT) y comenzó a introducir en los escenarios venezolanos las piezas neoclásicas y las contemporáneas.

El elenco actual ha intentado recuperar el repertorio de Nebrada | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Para cuando Nebrada, quien hizo una carrera importante en varias compañías, llegó al Teresa Carreño, lo hizo con un repertorio previo consolidado en los grandes escenarios del mundo. Incluso en sus inicios con la compañía, el maestro ya se perfilaba como un coreógrafo importante. Sus casi 20 años como director del Ballet del Teresa Carreño fueron muy influyentes, marcaron el estilo y la manera de bailar, tanto que incluso hoy se siguen presentando sus piezas, consideradas patrimonio cultural del país. No hubo nadie como él. Los años siguientes a su fallecimiento quedó encargado Sein Wilson, quien solo estuvo dos años al frente.
Luego, la compañía tuvo que enfrentar una etapa diferente. Era el año 2004 y el ballet se vio en la necesidad de adaptarse al cambio político en Venezuela que representaba la permanencia de Hugo Chávez en la presidencia luego del revocatorio. La política permeaba y la dirección del cuerpo de baile era un órgano colegiado: no había una sola cabeza, las decisiones las tomaban un grupo de personas. Esta etapa, explica Paolillo, estuvo marcada por el regreso a los clásicos en cooperación con el Ballet Nacional de Cuba.

Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Sin bailarines no hay compañía
Cuando Carlos Paolillo asumió la dirección artística del Ballet del Teresa Carreño en 2019 la danza en el país vivía una época complicada. El también comunicador social, de 73 años de edad, debía enfrentar la fuerte diáspora de bailarines que afectaba a la compañía: casi todos los intérpretes habían emigrado. Para completar el panorama, se decretó la cuarentena por la pandemia del covid-19. En agosto de 2021, cuando el teatro decidió que ya era el momento de volver con todas las medidas de seguridad necesarias, Paolillo no sabía si contaría con bailarines.
En los últimos tres años se formó una nueva generación, muy lejana y distinta a la de ese primer elenco de 1980. “En 2022 volvimos a convocar a los bailarines que teníamos. No sabíamos quiénes iban a volver, tampoco sabíamos si íbamos a volver, no sabíamos quién iba a venir. Era difícil saber si iba a haber o no compañía. Fueron llegando poco a poco. Aparecieron otros muchachos que se estaban recién graduando de las escuelas y se fueron incorporando. Poco a poco comenzamos con el entrenamiento”.

Carlos Paolillo, actual director artístico del Ballet del Teresa Carreño | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
A juicio de Paolillo, hay un aspecto fundamental en el que se tiene que centrar cualquier compañía que quiera ser profesional y tener un alto nivel artístico: el condicionamiento físico de los bailarines. Los intérpretes, explica, tienen que hace, al menos, una clase de ballet al día, todos los días, porque la de la danza es una carrera que nunca se deja de estudiar. Cuando en 2022 llamaron a los bailarines tuvieron que empezar, casi desde cero, a fortalecer el entrenamiento físico de ese elenco tras 3 años de parón por el covid-19. A la par, como director, le tocó la labor de decidir qué línea artística seguir.
“Afortunadamente, en esta etapa logramos recuperar la obra coreográfica de Vicente Nebrada que por distintos tipos de razones estuvo un poco desaparecida del repertorio de la compañía. Solo se mantenía El Cascanueces anualmente, pero las otras obras no se representaban. Poco a poco logramos, contactando a las personas responsables de los derechos, tenerlas de nuevo en el teatro para que las nuevas audiencias y los nuevos bailarines pudieran conocer su repertorio”.

La luna y los hijos que tenía | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Doble corchea, Romeo y Julieta en el balcón, Danza para ti, Percusión para seis hombres o Pájaro de fuego son algunos de los títulos reconocidos de Nebrada que el elenco ha logrado llevar de nuevo a escena. Este año, para el aniversario, montó La luna y los hijos que tenía. Paralelamente a ese rescate de la obra coreográfica de Nebrada, se intentó la promoción de nuevos coreógrafos nacionales. “La maestra Inés Rojas, que tiene una carrera importante como coreógrafa, en 2022 hizo Alma. Este año daremos una nueva versión, pero como coreógrafa hizo dos obras más para el ballet, Nacidos de la bruma y también Cenizas. Ella tiene un altísimo nivel”.
María Cristina Rosell también se ha sumado como coreógrafa con varias obras, una de las cuales forma parte de la programación aniversaria, Flor de limpia, una especie de recreación de la música del bolero que celebra los 150 años del nacimiento de su compositor, Maurice Ravel. Rosell, en palabras de Paolillo, está concretando sus inquietudes como coreógrafa de manera más sólida. A la par, como director, ha vuelto a los clásicos desde una óptica tradicional y cercana.

Alma de Inés Rojas | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
“Logramos remontar Coppelia del siglo XIX, Giselle entre las producciones nuevas. Tenemos mucho interés en el repertorio clásico, porque este teatro así requiere que se haga. Para eso hay que poner un énfasis muy fuerte en el entrenamiento de los bailarines porque son obras que requieren de unos ejecutantes muy sólidos técnicamente y también muy bien preparados expresivamente”. El reto fundamental, por tanto, es mantener estable a un elenco de intérpretes que reciba clases diariamente así como definir un repertorio académico que incluya las nuevas visiones de los coreógrafos venezolanos y el retorno de la obra patrimonial de Nebrada.
Nada fácil, considera Paolillo, en un contexto de dificultades económicas y sociales en Venezuela. “Mantenemos el elenco, aquí estamos. Algunos incluso han accedido a grandes compañías internacionales, estamos exportando talento. Eso siempre ha ocurrido, los bailarines siempre van a donde tengan mejores opciones de trabajo. Para mí lo que define a una compañía es su elenco y su repertorio. Estamos en eso”.

Flor de limpia, de María Cristina Rosell | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Seguir bailando
Aunque Paolillo no recuerda todos los nombres, sí menciona los de aquellos que bailaron en la Ríos Reyna y ahora se están perfilando como grandes intérpretes o coreógrafos. Inés Rojas y María Cristina Rosell son algunas de ellas. Al Miami City Ballet llegaron, al menos, 6 u 8 bailarines formados en diferentes etapas del Teresa Carreño. Entre ellas, Mary Carmen Catoya, Carmen Méndez, Eliana López o David Fonegra. Del elenco también han salido intérpretes como Carolina González. Así como ellos hay muchos más. Solo este año, tres bailarines de la nueva generación llegaron a Estados Unidos, uno de ellos bailará en el ABT, otro ingresó al Ballet de Washington y el tercero en el Miami City Ballet.
Centrado en entrenar a su cuerpo de bailarines para que sean profesionales, Paolillo también está concentrado en intentar implementar algo que ya se hizo en el pasado: una escuela de formación. “En esta época retomamos la necesidad de formación del bailarín y logramos establecer un proyecto llamado Ballet Juvenil Teresa Carreño con cinco núcleos en Caracas, Nueva Esparta, Zulia, Yaracuy y Lara. Los armamos desde 2022. Espero pronto concretar ese proyecto. Será un convenio con escuelas para tener un programa de formación desde niños hasta los 14 para que se engranen con el programa de ballet juvenil”.

Paolillo se ha propuesto darle forma a una escuela de formación de bailarines | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Es consciente de que que ser bailarín en Venezuela no es sencillo: de la danza no se puede vivir en el país. Sabe que todos los bailarines de Ballet del Teresa Carreño hacen otras cosas para mantenerse. Dan clases de danza o técnicas aplicadas, condicionamiento físico o pilates; también bailan como invitados para subsistir.
“Sin los patrocinios externos es imposible cubrir las producciones. El elenco pertenece al Teatro Teresa Carreño y, evidentemente, las producciones tienen que ser patrocinadas para cumplir escenografía, vestuario… Tenemos alianzas también con las orquestas porque los espectáculos son con música en vivo”, explica. Esto aplica no solo para el Ballet del Teresa Carreño sino también para el elenco de Danza Contemporánea, Danza Calle y Ubuntu, un grupo de bailarines con capacidades especiales.

Foto Ezequiel Carías @ezevisual
“Hay una gran cantidad de factores que se unen para poder sacar adelante las temporadas, también contamos con apoyo de las embajadas y el Estado. Se hace una gran alianza que nos permite la realización de producción”, añade. Todo es parte de un mismo gran esfuerzo que comenzó desde la pandemia, cuando se aprovechó el aislamiento para mejorar la infraestructura, muy deteriorada. “Seguramente faltarán muchas cosas por mejorar, pero se hizo un esfuerzo importante por recuperar las salas para el público y activar el aire acondicionado”.
Paolillo no sabe cómo es el ranking que mide el desempeño de las compañías en la región pero sí está seguro de que el Ballet del Teresa Carreño sigue siendo un referente a nivel latinoamericano. A su juicio, en Suramérica, la compañía emblema es el la del Teatro Colón de Buenos Aires por su historia y su cercanía con Europa desde siempre. Le sigue Uruguay con el Ballet del Sodre de Montevideo. Después, considera que Venezuela tuvo la suerte de tener un amplio movimiento desde los años 80 y el ballet del TTC estuvo entre los mejores.

Ensayo general de Flor de limpia | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
“Los tiempos son totalmente distintos, la época en la que el Ballet Teresa Carreño fue considerada la mejor compañía de Latinoamérica era la de una Venezuela distinta. El arte del ballet también se ha modificado, pero sí creo que vivimos en un momento en el que estamos reubicando y volviendo a colocar nuestro avión en la dirección correcta para volver a tener una presencia importante dentro del contexto latinoamericano».
El futuro de la compañía Paolillo lo visualiza con más opciones para sus bailarines y para eso solo toca seguir trabajando: “Tenemos un elenco que no sabíamos que tendríamos. Además de insistir y avanzar mucho más en el repertorio y en el elenco, queremos insistir en el mejoramiento de nuestros bailarines en lo técnico, artístico, expresivo, laboral y personal. Hay que mejorar sus condiciones desde todos esos puntos de vista y además diversificar y enriquecer nuestro repertorio. Bailarines y repertorio, esos son los dos pilares fundamentales. Es importante comenzar a intentar un proceso, aunque sea de manera tímida, de internacionalizar a los bailarines. Queremos que puedan presentarse fuera. Ya hicimos un pequeño trabajo en 2024, pero queremos expandirnos”.
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