Los cuerpos de las víctimas son evacuados tras la explosión de un tren en la estación de Atocha, en Madrid, el 11 de marzo de 2004. – España conmemora el 20º aniversario del atentado que causó cerca de 200 víctimas mortales, reivindicado por “al Qaeda en Europa” “como castigo por la implicación de España en la guerra de Irak. Durante la hora punta de la mañana del 11 de marzo de 2004, diez bombas explotaron casi simultáneamente en los trenes de cercanías de Madrid, matando a 192 personas e hiriendo a casi 2.000. (Foto de Christophe SIMON / AFP)
España afronta en la actualidad la amenaza yihadista de pequeños grupos independientes y actores solitarios, en contraste con la célula numerosa y bien coordinada que hace 20 años perpetró los atentados de Madrid.
La mañana del 11 de marzo de 2004 (11-M), diez bombas con temporizadores colocadas en cuatro trenes suburbanos con destino a la estación de Atocha estallaron con unos minutos de intervalo, causando 192 muertos y cerca de 2.000 heridos, en el atentado yihadista más sangriento del siglo XXI en Europa.
Era una célula numerosa, integrada principalmente por marroquíes, migrantes de primera generación. Dieciocho hombres fueron condenados, a los que hay que añadir a los siete que se suicidaron con una bomba cuando se vieron cercados por la policía en un piso de los suburbios de Madrid el 3 de abril, menos de un mes después de los atentados.
Dos décadas después de aquellos hechos, el último Informe Anual de Seguridad Nacional español estima que “el vector de amenaza más importante” para España y Occidente son ahora “los actores solitarios y las células autorradicalizadas”.
El documento añade que ahora es “más difícil que se puedan cometer en España actos terroristas de compleja ejecución”, debido en gran parte a que la capacidad de Dáesh y Al Qaida de perpetrar atentados en Europa “ha decrecido bastante”.
España se encuentra en el segundo escalón más alto del nivel de alerta antiterrorista, el cuarto de cinco. Los últimos grandes atentados en el país se remontan a 2017 y dejaron 16 muertos en Barcelona y Cambrils, en Cataluña, pero los últimos ataques de inspiración yihadista fueron tres acciones individuales en 2018, 2021 y 2023, que hicieron dos víctimas.
Fueron unos atentados con apariencia de arranque de locura, enajenamiento o venganza personal, sin casi preparación, ni armas de fuego ni explosivos.
Una yihad “individual” y “emocional”
“Estamos ante una yihad más individual, más emocional”, explica a la AFP Carola García-Calvo, investigadora principal del programa sobre radicalización violenta y terrorismo global del Real Instituto Elcano, una organización de análisis española.
Pero lo cierto, añade García-Calvo, “es que al final, esta ideología, la del salafismo yihadista, se utiliza para justificar actos que se cometen según las directrices que ofrecen los grupos yihadistas”.
“No hay que bajar la guardia”, advierte la analista, “porque una de las características del movimiento yihadista global y su amenaza terrorista consustancial es la enorme capacidad para mutar y adaptarse siempre a los nuevos contextos”, en los que ha irrumpido un nuevo elemento movilizador, la guerra en Palestina, “un territorio muy sensible”.
Fernando Reinares, especialista en yihadismo y autor de tres libros sobre el 11-M , estima que “la amenaza del terrorismo yihadista es considerable” todavía en España, durante una mesa redonda sobre este tema organizada por el Real Instituto Elcano en Madrid.
Prueba de ello sería que “España está entre los tres países europeos, sistemáticamente, que más operaciones contra el terrorismo yihadista conduce, y más detenciones de sospechosos de actividades yihadistas lleva a cabo”, asegura.
Más de 1.000 detenidos en 20 años –
Si en 2004 la amenaza yihadista convivía con la de la organización armada vasca ETA, desde que ésta anunció el abandono de las armas en 2011 y su disolución siete años más tarde, la actividad policial se ha centrado sobre todo en el islamismo radical. Así, desde los atentados del 11-M de 2004 y hasta la fecha, España ha detenido en su territorio a 1.047 sospechosos en 408 operaciones, según cifras oficiales.
Algo que ha cambiado en estos 20 años es que el aspirante a la yihad es ahora más joven, frecuentemente nacido en España, y que se mueve en internet, más que en el contacto físico con sus correligionarios.
“En primer lugar, se ha producido un relativo rejuvenecimiento de los radicalizados. Los menores de 18 constituyen el único grupo demográfico cuyo peso ha aumentado en la última década entre los militantes que se adhieren a la yihad global”, afirma Álvaro Vicente, analista del Real Instituto Elcano. “En segundo lugar, los espacios virtuales se han consolidado como el principal entorno donde ocurren estos procesos”, añade. AFP