Alemania, Italia, Francia o España son las selecciones que más veces han escrito su nombre en la historia de la Eurocopa. Sin embargo, hay muchos otros países que también han tenido su momento de gloria en el torneo europeo, como Dinamarca. Durante esa edición, la política estuvo más presente que nunca en la competición, las circunstancias del momento se palpaban en el verde. Dinamarca no era favorita, nadie apostaba por ella, llegaba como la cenicienta del torneo, dado que ni siquiera había conseguido clasificarse, pero acabó sorprendiendo a todos al llegar a la final e imponerse a Alemania. Los daneses levantaban por primera vez en su historia el título.
Corría el año 1992, Alemania participaba por primera vez en la competición tras la caída del muro de Berlín, la URSS estaba en proceso de desmembramiento y Yugoslavia había sido expulsada debido a la guerra de los Balcanes. Este último hecho abrió las puertas de la Eurocopa a Dinamarca, que hasta ese momento se preparaba para mirar desde su casa la competición, al no haber conseguido clasificarse. En el “tiempo de descuento” había conseguido colarse en el torneo, ante la incredulidad de muchos como el entonces guardameta Peter Schemeiche, que nada más enterarse de la noticia dijo: “Tiene que ser una broma”. Y es que, tanto el portero como el resto de la plantilla ya se encontraban de vacaciones.
Eso sí, de primeras la situación se presentaba complicada para los daneses. Las selecciones con las que compartía grupo complicaban las esperanza de pasar de la primera fase: Inglaterra, Suecia y Francia. “Salir y no hacer el ridículo” fueron las palabras que el técnico de Dinamarca, Richard Nielsen dedicó a sus jugadores justo antes de que disputaran el primer partido de la competición. Y lo cierto es que le hicieron caso. Durante el partido inaugural ante Inglaterra consiguieron sacar un empate a cero. Un resultado más que satisfactorio para los nórdicos, aunque evidenciaron la falta de ritmo del equipo. El segundo encuentro fue ante Suecia, un partido que cumplió con las expectativas: Dinamarca perdía 1-0. En siguiente encuentro sería Francia. “Estábamos ya pensando en continuar con las vacaciones, porque vencer a Francia en aquellas condiciones era imposible”, aseguró Brian Laudrup, delantero de Dinamarca.
Y entonces pasó. Un giró de 180 grados. Ni Cantona, Jean-Pierre Papin, Deschamps ni Blanc, que estaban a las órdenes de Platini, intimidaron a los daneses. Tras 90 minutos de juego, el árbitro emitía el pitido final y certificaba la primera victoria de Dinamarca en la competición por 2-1. Una victoria que hacía soñar a los daneses y más aún después de que Inglaterra perdiera ante Suecia, lo que les situaba segundos de grupo y les daba el billete a la siguiente fase de la Eurocopa.
Ya habían llegado más lejos de lo que cualquiera pudiera esperar. Pasar de la fase de grupos ya fue un éxito para ellos. El siguiente encuentro era ante Países Bajos. El combinado naranja llegaba como favorita al encuentro. Se sabía en la final antes siquiera de haber disputado el partido y Dinamarca llegó para pararle los pies. Con los aires de que quien se sabe ganadora saltaron al césped los holandeses, pero Lanser les metió el miedo el cuerpo tras marcar dos goles. Holanda jugó con el marcador en contra casi todo el partido y no fue hasta el minuto 86 cuando hicieron el gol del empate. La tanda de penaltis fue donde se decidió el ganador: Dinamarca. La selección ya estaba en la final a tan solo un paso de la gloria.
Todavía les quedaba un paso para alzarse con el título. Solo les quedaba una selección ante la que medirse para poder levantar la copa de la Eurocopa: Alemania. Era la primera vez que los germanos disputaban la competición con una Alemania reunificada tras la caída del Muro de Berlín. Ninguna de las dos selecciones eran favoritas en las apuestas, pero ambas había llegado a la final. Sin embargo, solo podía ganar una.
Con el run run de las palabras del seleccionador que les había pedido que no hicieran el ridículo, Dinamarca saltaba al campo y en el minuto 18 ya estaba por delante en el marcador. Sólidos aguantaron todo el partido con el mismo marcador, hasta que en el 78 veían portería de nuevo para su tranquilidad y para cerrar el partido. Con este 2-0 se terminaba el partido, certificando una Eurocopa histórica para Dinamarca. “Sin duda, el hecho de que nadie confiara en nosotros, ni siquiera nosotros mismos, fue lo que nos permitió convertirnos en campeones”, aseguró Schmeichel tras el torneo.
Ahora tratará de tirar de nuevo de heroísmo para volver a vestirse de campeones de Europa. Su punto de partida será ante Eslovenia, ante quien se mide este domingo. Será el primer paso en su camino hasta la gloria, hasta la gran final.