La semana pasada (Blog Petróleo sin Reservas 677) comentamos que en el siglo XX venezolano hubo tres “cisnes negros” biológicos que marcaron rumbos en la política venezolana: el riñón de Cipriano Castro, la próstata de Juan Vicente Gómez y la enfermedad cerebral de Diógenes Escalante. Hoy nos referiremos a la próstata de Gómez, que le ocasionó su muerte y dio punto final a la terrible dictadura de 27 años.
Patrullaje norteamericano en La Guaira
Juan Vicente Gómez, zamarro y habilidoso, lo primero que hizo en ocasión de aplicar la ley de la patada histórica a Cipriano Castro, fue enviar al canciller Paúl a la Legación de Brasil para solicitar a Estados Unidos custodia en nuestras costas “por si acaso”. Castro había roto relaciones diplomáticas con Estados Unidos, Colombia y otros países. Los norteamericanos enviaron cuatro naves a custodiar La Guaira, y una de ellas permaneció por nueve meses. Es decir, Gómez inició su gobierno respaldado por el Departamento de Estado norteamericano.
Era la época de las intervenciones estadounidenses en el Caribe edulcoradas con el término “independencias”, de Puerto Rico y Cuba (de España), y de Panamá (de Colombia, para construir el Canal de Panamá).
Gómez, esperanza democrática
Los venezolanos estaban felices por la sustitución de El Cabito. Les parecía que empezaba una era democrática. Observaban a Gómez como un hombre serio, trabajador, enemigo del aguardiente y de las parrandas que tanto habían perjudicado a su compadre Don Cipriano. Además, liberó a los presos políticos, permitió el retorno de los exiliados y dio plena libertad de prensa. Rebajó de seis a cuatro años el período presidencial y según la Constitución, no podría reelegirse.
Pero al aproximarse las elecciones de 1914, Juan Vicente Gómez inventó que Cipriano Castro estaba invadiendo por el estado Falcón… y suspendió las elecciones. El periodista Rafael Arévalo González, que se había creído el cuento de Gómez demócrata lanzó en su diario El Pregonero la candidatura presidencial del Dr. Félix Montes, y fue encerrado en La Rotunda por muchos años. Por su parte, el frustrado candidato presidencial, logró –muy apurado– salir de Venezuela hacia el exilio, donde permaneció… 24 años.
Así, el sueño democrático se transformó en pesadilla autocrática.
Presidentes encargados
Cuando en 1913 Gómez salió en campaña contra la falsa invasión de Castro, dejó encargado de la presidencia al historiador José Gil Fortoul, cuya carrera política se había iniciado como ministro de Instrucción Pública. Se dice que fue nombrado ministro luego de ganarse la simpatía del Bagre al jinetear y triunfar en el Hipódromo de El Paraíso con un caballo media sangre llamado Tacarigua III, que era propiedad del mismísimo Gómez y había llegado de último en todas sus competencias.
A propósito de esta circunstancia, el humorista Leoncio Martínez (Leo) publicó una caricatura con el siguiente verso:
Pues bien dijo Don José
Cuyo talento es un fallo
Lo que no se encuentra a pie
Hay que buscarlo a caballo
Suspendidas las elecciones, Gómez reformó “su” Constitución y nombró un presidente títere, el abogado Victorino Márquez Bustillos para el período 1915 – 1922. Luego, en 1929, Juan Vicente Gómez volvería a nombrar otro presidente ídem, el Dr. Juan Bautista Pérez.
A propósito de estos presidentes de vitrina, el pueblo pintorreteaba en las paredes cercanas al Palacio de Miraflores: aquí vive el presidente, pero el que manda está en Maracay.
Nepotismo
En 1922, Gómez ordenó a “su” sumiso Congreso a dedo modificar nuevamente “su” Constitución. Él quedó como presidente, su hermano el general Juancho Gómez como primer vicepresidente y su hijo, también general Vicentico Gómez, como segundo vicepresidente. Toda una dinastía.
Un año después Juancho fue muerto de varias puñaladas mientras dormía plácidamente en su cama en Miraflores. Algunos sospecharon del mismísimo Taita, que supo que lo quería matar su hermano y le ofreció el doble al asesino. Otra versión sospecha de Doña Dionisia Bello, madre de Vicentico. Gómez la envió al exilio. Y a Vicentico poco después le quitó las charreteras de general y lo envió a Europa, donde murió de una penosa enfermedad. Su viuda, Josefina Revenga, se casó poco después con Pedro Tinoco, ministro del Interior, que ya era el padre del futuro hombre público del mismo nombre.
A partir de la muerte de Juancho se acabaron las vicepresidencias en Venezuela por casi ochenta años. ¡Ah! , y dicen que para el Taita, el hijo que de verdad reunía condiciones para sustituirlo, era José Alí –Alicito–, víctima de la fiebre española.
Soberanía petrolera
Ya planteamos que los acorazados norteamericanos protegieron desde el primer día al régimen gomecista. Si se califica la soberanía petrolera como: Control del Negocio, Empresas Petroleras Productivas y Uso de los Beneficios Petroleros para el Desarrollo Sustentable del país, es obvio que el régimen gomecista no ejerció ni de lejos la soberanía petrolera.
Su altísima complacencia con las transnacionales, así como la gigantesca corrupción a partir del recurso petrolero, infiere que en todo caso la soberanía petrolera la ejercieron las transnacionales… “hagan ustedes las leyes petroleras porque son los que saben de eso”.
Leyes elaboradas por las compañías, doble fondo en las embarcaciones y excesivas prebendas aduanales, hicieron de Venezuela un paraíso para las petroleras. Los impuestos que se cobraban eran muy inferiores a los de, por ejemplo, México.
La gigantesca corrupción hizo al dictador el hombre más rico de Venezuela. Todo un proceso que inició cuando Castro, con la Danza de las Concesiones, magistralmente descrita por Rómulo Betancourt en Venezuela, política y petróleo, y pasó por la creación de la CVP (Compañía Venezolana de Petróleo), que dio absoluta preferencia al dictador, sus familiares y allegados, para negociar las concesiones.
El gomecismo fue, no lo dude, una dictadura petrolera.
La próstata
La costumbre y tal vez el miedo hacían que el general pareciera inmortal. Pero él sabía que se acercaba su hora. Las urgencias frecuentes para orinar, las fiebres. Más de una vez hubo que pasarle dolorosas sondas para destrancarle la orina.
Para finales de 1935 en su casa maracayera “23 de mayo” se agolpaban los más allegados. El ministro de Guerra general Eleazar López Contreras parecía el sucesor, pero familiares y su asistente personal Eloy Tarazona se la jugaban con el terrible Eustoquio Gómez.
Uslar Pietri asomó que Gómez había arreglado todo para que el sucesor fuera López, por ello el admirado escritor llegó a decir que si hubiera que nombrar un padre de la democracia venezolana sería Juan Vicente Gómez. Preferimos creer que esta frase fue un tremendismo, equivalente a expresar que Franco es el padre de la democracia española porque dejó a Juan Carlos como rey. Y nos recuerda a Laureano Vallenilla cuando expresó que Boves fue el padre de la democracia venezolana. ¿Qué concepto habrá tenido ese señor de la palabra democracia?
La próstata se llevó al Taita luego de 27 años de cruenta dictadura. Su sucesor López Contreras iniciaría un limitado pero progresivo proceso democrático que sería interrumpido por la enfermedad cerebral de Diógenes Escalante. Otro “cisne negro” biológico que volvió a cambiar el rumbo de la política venezolana.
Historia que comentaremos en la próxima entrega.