Por definición, la transición política del militarismo a la democracia es un proceso que comprende una secuencia de etapas que en su dinámica persigue como objetivo la sustitución definitiva y sustentable de un régimen de facto por otro democrático. Los venezolanos en nuestra historia republicana de casi 200 años solo hemos tenido dos regímenes democráticos que han surgido de la transición desde regímenes militaristas, autoritarios o dictatoriales.
Gallegos, el de Doña Bárbara y Santos Luzardo
Aunque con rasgos de apertura, al gobierno del general Medina Angarita se le percibió en su momento como la continuidad de un régimen en esencia castrense. La eliminación de las elecciones indirectas de diputados y senadores y la del presidente por parte del Congreso, así como la subordinación de los militares al poder civil, constituyeron entonces la bandera revolucionaria que dio pie al 18 de octubre de 1945. Las fallidas candidaturas de Escalante y Biaggini, el apresamiento de oficiales emergentes, entre ellos Perez Jiménez y Delgado Chalbaud, sumados al histórico mitin de AD en el Nuevo Circo con un Rómulo como el gran líder indiscutible de aquellos acontecimientos, fueron parte de un todo que generó el quiebre de los rezagos gomecistas.
Sobrevinieron el trienio de la junta cívico militar, la constituyente y la constitución, para luego dar paso a las aspiradas elecciones universales, directas y secretas que ungieron a Gallegos, el de Doña Bárbara y Santos Luzardo, como el primer presidente electo democráticamente en toda la historia política de Venezuela. El arraigado militarismo, ya para aquel entonces con protagonistas de nuevo cuño, se impuso derrocándolo meses después.
La caída del perezjimenismo y el Pacto de Punto Fijo
Diez años más tarde -periodo siniestro para el ejercicio de los derechos ciudadanos y la causa democrática- caía el perezjimenismo. El 23 de enero de 1958 huyó el dictador y comenzó la regeneración del tejido democrático en esa transición política que se estaba fraguando en la resistencia. El acontecimiento más importante de ese proceso que generó el quiebre de ese régimen militarista fue el de las elecciones universales, directas y secretas, que estuvo signado por la sincronía que hubo entre el liderazgo de Betancourt y de otros dirigentes exiliados con la resistencia que operó en el país dirigida por la Junta Patriótica y su convocatoria a la huelga general, generadora de fuertes protestas de calle.
Como preámbulo del segundo gobierno democrático en la historia del país, durante el breve gobierno provisional de la junta encabezada por el vicealmirante Larrazábal, se produjo el Pacto de Puntofijo, un excepcional acuerdo de gobernabilidad que en palabras de la historiadora Margarita López Maya da cuenta de su dimensión: “Ha sido un ejemplo para otros pactos políticos como los que permitieron la emergencia de la democracia española y la chilena”.
La alternancia democrática y la hegemonía militarista
Ese histórico acuerdo sentó las bases para que durante 40 años hubiese alternancia en el poder con 7 transmisiones de mando (incluida la de Chávez), separación de poderes, fuerzas armadas institucionales y subordinadas al poder civil, tal como lo establecía la avanzada Constitución de 1961. De sus disposiciones y de un fatídico sobreseimiento se valió el exgolpista para hacerse del poder mediante el sufragio. En poco tiempo cambió las reglas del juego democrático con su socialismo cubano del siglo XXI y el ceresoliano régimen cívico militar, que finalmente devino en un régimen esencialmente militarista y policial, como ahora lo han apellidado quienes detentan ilegítimamente el poder. De manera que por la vía de la deslegitimación de ejercicio de los dos únicos gobernantes, Chávez y Maduro en más de 26 años, no puede conferírsele naturaleza democrática a esos mandatos castrocomunistas.
El colapso del régimen militarista, su cuenta regresiva y el retorno a una ruta democrática perdurable
El colapso del madurismo, como consecuencia de su manifiesta ilegitimidad, conocida y repudiada mundialmente, activó la cuenta regresiva para el retorno a la ruta democrática con la asunción al poder de Edmundo González. Se iniciaría así el tercer mandato de un gobierno democrático de Venezuela que se produciría luego de un régimen usurpador que le ha arrebatado por meses su triunfo electoral obtenido por la voluntad de casi 8 millones de venezolanos.
Es impostergable la misión titánica de EGU y María Corina de viabilizar un definitivo régimen realmente democrático y perdurable en el país, consolidando un verdadero Estado de derecho, el saneamiento institucional, la reconstrucción del país y la reciudadanización del pueblo venezolano. Su compromiso “a hacer justicia, a erradicar la impunidad y a construir un sistema en el que la verdad y la reparación sean innegociables” supone nuevas etapas del proceso de transición ya en curso desde las primarias y el 28J. Seguiremos abordando el tema.
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