En el ring imaginario de la política Cristina Kirchner se encorvó, pasó entre las cuerdas, saludó a la platea, colocó algunos golpes y recibió otros. En una esquina, ella. En la otra, Javier Milei. El primero fue un ring virtual donde volaron reproches y sentencias. El segundo se armó en Merlo, desde donde lanzó nuevos golpes que, más temprano que tarde, será replicados.
La ex presidenta ingresó en una lucha dialéctica con el Jefe de Estado que se transformó en un mano a mano donde el resto son espectadores. La figura de CFK es tan voluminosa que corre el foco de luz de los que están al costado. La discusión política es entre ella y él. La peronista y el libertario.
En ese batalla de reproches y lecciones, aseguró que el Gobierno logró dar vuelta la votación de cinco diputados radicales en la sesión que se trató el veto a la movilidad jubilatoria “porque les compraron el voto”. En ese sentido, sostuvo: “Los cinco radicales que se dieron vuelta pegaron a Milei a la casta de la que hablaba y con esa casta jodió a los jubilados”.
Durante la conferencia las críticas se repitieron una y otra vez sobre el concepto de economía bimonetarea. Habló de la escasez de dólares, de la evolución de las reservas del Banco Central y del superavit fiscal alcanzado en los gobiernos kircheristas entre el 2003 y el 2008. “La gracia está en que la gente coma y vos administres el Estado”, le dijo al Presidente.
En algún pasaje de su discurso CFK sostuvo “Milei me desafió” cuando aseguró que le iba a dar una clase de economía. Solo en esa frase aparece la idea clara de la ex mandataria de plantarse como principal oponente del Jefe de Estado. Milei le dedicó una parte importante de su discurso del último viernes. La chinaeó, la responsabilizó de la crisis financiera y la trató de ignorante en materia económica. Ella y él, otra vez. Comenzaron a elegirse.
En este nuevo capítulo del contrapunto con el libertario estuvo acompañada por cerca de 20 intendentes, los senadores más cercanos y algunos funcionarios del gobierno bonaerense. El blloque político que se mantiene firme a su lado.
Estuvieron los jefes comunales Gustavo “Tano” Menéndez (Merlo), Mariel Fernández (Moreno), Pablo Descalzo (Ituzaingó), Marisa Fassi (Cañuelas), Federico Otermin (Lomas de Zamora), Federico Achával (Pilar), Juan Ustarroz (Mercedes), Damián Selci (Hurlinigham), Nicolás Mantegazza (San Vicente), Mayra Mendoza (Quilmes), Lucas Ghi (Morón) y Leonardo Boto (Luján), entre otros.
También la acompañaron los senadores nacionales Oscar Parrilli y Eduardo “Wado” de Pedro; el titular de Nuevo Encuentro, Martín Sabatella; el camporista Facundo Tignanelli; el dirigente del Movimiento Evita Leonardo Grosso y los ministros bonaerenses Gabriel Katopodis (Obra Pública) y Juan Martín Mena (Justicia). Caras fieles.
En la punta de la primera fila se sentó Axel Kicillof. A su lado, Verónica Magario. La presencia del Gobernador sirvió para descomprimir, al menos por unas horas, la tensión que atraviesa la convivencia entre la familia Kirchner y el mandatario provincial, que se enteró tarde y fue invitado sobre el final del jueves. Pequeños detalles que dicen mucho.
Justo atrás suyo se sentó Mayra Mendoza, con la que se deterioró la relación en medio de la interna con Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda y principal promotor de la candidatura presidencial de Kicillof. La intendenta cree que, por omisión o complicidad, el Gobernador le dió vía libre al ex ministro para que cuestione en distintos actos políticos a Cristina y Máximo Kirchner, y a los dirigentes de La Cámpora. “Kicillof no es gobernador por subirse arriba de un Clio. Debe recordar eso y que Cristina conduce a todos”, le recordaron en la organización ultra K
El ex minsitro de Economía fue protagonista de varios gestos políticos. No todos fueron positivos. Al menos, para los dirigentes que trabajan en su armado político. Fue ubicado en la primera fila del auditorio, convocado a una foto con CFK y los intendentes presentes, y se subió al escenario externo a saludar a la militancia junto a la ex presidenta, el jefe comunal de Merlo y “Wado” de Pedro. Fue un actor importante en la foto del final, que disparará múltiples interpretaciones políticas en los próximos días.
“¿Le sirve a Axel que Cristina lo suba al escenario?”, se preguntó, con cierta ironía, un dirigente bonaerense que trabaja para construir el liderazgo de Kicillof. En la cabeza de algunos da vuelta la idea de que la ex vicepresidenta solo lo subió para generar calma hacia el interior del kirchnerismo y para equilibrar los roles dentro del grupo más chico del mundo K. Que su cometido no estuvo asociado a darle centralidad ni respaldo.
El mandatario quedó en un lugar incómodo en los pocos minutos en los que Cristina Kirchner se subió al escenario para saludar a la militancia, que era mayoritareamente de La Cámpora. La recibieron al grito de “Cristina presidenta” y “Una más y no jodemos más”, en referencia a una última candidatura presidencial.
Cánticos que generaron una incomodidad visible en el rostro del gobernador bonaerense. La ex vicepresidenta no respondió a los reclamos. Ni quiera hizo alguna seña que pudiera causar confusión. Kicillof es el único nombre propio del kirchnerismo que, a esta altura del ciclo político, aparece como precandidato presidencial. “La discusión no es Cristina-Milei. La discusión es Axel-Milei”, fue la sentencia de un armador político cercano al Gobernador. Contundente y feroz.
En esa frase reside parte del fastidio que hay en el esquema político que rodea a Kicillof, donde ven que ni Cristina ni Máximo Kirchner le dan lugar para crecer. No lo apoyan, no lo nombran, no lo consideran. Del otro lado, tienen definiciones similares, pero en referencia al rol de la ex vicepresidenta y el diputado nacional. Los pases de factura son permanentes porque el descontento nunca se frenó.
Entre las fotos que ayer hicieron circular desde el Instituto Patria, se encuentra una en la que aparece Cristina Kirchner rodeada de los dirigentes que fueron a acompañarla. Kicillof aprece muy cerca de ella pero tapado por Mariel Fernández, la intendenta de Moreno. “La foto es horrible. Mirá dónde lo pusieron”, advirtió un dirigente bonaerense que trabaja en el grupo político del Gobernador. La imagen no gustó. Si bien para algunos fue un tema menor, para otros fue un desprecio y un destrato.
En el peronismo bonaerense hay quienes leyeron la foto del final como una señal de respaldo de CFK a Kicillof. Las expresiones de la mandataria a veces dicen más que sus palabras. Miró para arriba, a la nada, cuando el rector de la Universidad del Oeste nombró a Avellaneda, el distrito de Ferraresi, y no hizo una sola alución a Kicillof en poco más de una hora de discurso. No lo nombró, no lo señaló, no lo tocó. Solo permitió que se ponga a su lado en los 10 minutos previos antes de subirse a un auto fuertemente custodiado.
En otro fragmento de su discurso Cristina volvió a cuestionar a la CGT, lo que le había generado varias críticas de dirigentes sindicales importantes. “Espero que la CGT deje los movimientos tácticos. Algunos entendieron mi mensaje de la semana pasada como una imputación. Puede haber dirigentes que representen bien a sus afiliados, pero afuera de eso hay otro mundo. Tenemos un gran número de trabajadores informales que hay que representar”, explicó.
Y siguió: “Fue una descripción para una evaluación con el fin de articular nuevas demandas. No podemos quedar atados a las demandas de 1945. Hay que sentarse en una mesa y ver cómo hacemos para volver a representar al conjunto de los trabajadores”.
Por un lado fue una nueva crítica a la baja tasa de afiliados sindicales que tiene la Argentina y por otro fue una convocatoria a la central obrera para sentarse a discutir una reforma laboral en detalle. La intención de negociar y discutir con un sector con el que nunca se llevó bien. Parece ser un encuentro difícil de concretar.
La ex presidenta salió a la cancha a disputar la centralidad opositora, en un momento donde gran parte la oposición está endureciendo su postura frente a Milei. Una clara muestra de eso es la cantidad de ausentes que habrá mañana por la noche cuando el Presidente presente el Presupuesto en la Cámara de Diputados. El hartazgo de varios sectores con el Gobierno le dieron lugar a una sinuosa vida parlamentaria, donde la Casa Rosada gana con dificultad y pierde con facilidad.