La decisión del presidente Donald Trump de imponer nuevos aranceles a las importaciones ha desatado una ola de críticas no solo desde sectores económicos y opositores, sino también desde las filas de su propio partido Republicano, donde figuras clave comienzan a cuestionar abiertamente la estrategia comercial de la Casa Blanca.
En un movimiento que pone en evidencia las fracturas internas del partido, varios senadores han expresado desde preocupación hasta un rechazo frontal a los gravámenes, advirtiendo sobre sus posibles efectos negativos en los consumidores estadounidenses y en la estabilidad económica del país. Esta disidencia podría complicar los planes de Trump de cara a las elecciones de medio mandato en 2026.
El senador Rand Paul, de Kentucky, ha emergido como uno de los críticos más contundentes. En una columna publicada en el sitio web de Breitbart, Paul calificó los aranceles como “un impuesto encubierto” que golpeará directamente a las familias trabajadoras de Estados Unidos. “No son los gobiernos extranjeros los que pagan estos costos, sino los ciudadanos comunes que verán subir los precios de todo, desde ropa hasta alimentos”, escribió.
Por su parte, el senador Ron Thilis, de Carolina del Norte, se sumó a las críticas, declarando a la cadena NBC que los aranceles son “un error estratégico” que podría alejar a los votantes republicanos. “Estamos viendo ya cómo los mercados reaccionan con nerviosismo. Esto no es lo que prometimos a nuestros electores”, afirmó Thilis.
Incluso figuras más cercanas al ala conservadora, como el senador Ted Cruz de Texas, han mostrado reservas. En una entrevista con Newsmax, Cruz sugirió que los aranceles deberían ser una táctica temporal para presionar en negociaciones comerciales, pero advirtió que su prolongación podría dañar la economía. “Nadie quiere ver una guerra comercial que termine perjudicando a nuestros agricultores y consumidores”, señaló.
El malestar también llegó al Senado, donde el miércoles se aprobó una resolución simbólica para intentar frenar los aranceles aplicados a Canadá. La medida contó con el respaldo de cuatro republicanos, entre ellos Mitch McConnell, exlíder de la mayoría en el Senado, y Susan Collins, conocida por su postura moderada. Aunque la resolución no tiene fuerza vinculante, envió una señal clara de descontento dentro del partido.
La controversia estalló tras el anuncio de Trump de un arancel general del 10% a las importaciones de 184 países, con incrementos específicos que alcanzan el 34% para China y el 20% para productos de la Unión Europea. Estos gravámenes, que entrarán en vigor a partir del 5 de abril, han sido criticados por analistas de instituciones como Goldman Sachs y Moody’s, quienes advierten que podrían disparar la inflación y aumentar el riesgo de una recesión.
Mientras Trump defiende su política comercial como una herramienta para “proteger a los trabajadores estadounidenses”, las voces disidentes dentro de su partido reflejan un creciente temor a que los costos políticos y económicos de los aranceles superen sus beneficios. En un año crucial para consolidar el apoyo de las bases republicanas, esta división podría convertirse en un obstáculo significativo para la agenda del presidente.
Fuente: Informe Orwell