Finalmente, ni el Ejército ni el gobierno de Nicaragua rindieron homenaje al general en retiro Humberto Ortega, quien falleció la madrugada del 30 de septiembre pasado. Ortega, hermano menor del dictador Daniel Ortega, fue fundador y jefe durante 15 años del actual Ejército de Nicaragua.
La plataforma Confidencial aseguró que el histórico jefe militar sandinista fue cremado el mismo día de su muerte y enterrado por sus hijos en una ceremonia privada el 1 de octubre, según le informaron fuentes vinculadas al Hospital Militar.
“Aunque el régimen de Daniel Ortega y el Ejército de Nicaragua reconocieron a través de sus comunicados oficiales la condición de general en retiro del fundador del Ejército, sus méritos como estratega del FSLN y su liderazgo al frente de la institución militar, no hubo ninguna ceremonia pública”, añadió el medio.
Humberto Ortega permaneció en condición de arresto domiciliar desde el 19 de mayo pasado, cuando Infobae publicó una entrevista en la que el exjefe del Ejército y hermano del dictador nicaragüense, planteó la imposibilidad de una sucesión dinástica en el poder ante una eventual muerte de Daniel Ortega.
“Sin Daniel no hay nadie, porque, con todo y todo, Daniel es el único líder, histórico, que aún conserva los créditos de esa lucha. Sin Daniel veo muy difícil que haya unos dos o tres que se junten. Mucho menos uno en particular, y más difícil en la familia. Hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni Somoza pudo establecer a su hijo. Con la ausencia de Daniel sería muy frágil sostener todo lo que hasta ahora ha logrado sostener con gran esfuerzo y con enormes complejidades”, dijo a Infobae en la entrevista que provocó su detención.
Humberto Ortega fue uno de los históricos nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que dirigieron Nicaragua entre 1979 y 1990, y fue fundador del Ejército Popular Sandinista en 1979, al que dirigió hasta 1995.
Ortega fue parte del directorio del “tercerismo”, uno de los tres grupos en que se dividió en Frente Sandinista, y que al final impuso su estrategia militar y política para derrocar al dictador Anastasio Somoza Debayle en 1979.
Bajo su liderazgo, el Ejército sandinista se transformó en una fuerza militar moderna. Además, jugó un papel crucial en las negociaciones de paz que llevaron al fin de la guerra civil nicaragüense en 1990, facilitando la transición hacia una Nicaragua más democrática.
Humberto Ortega reconoció ser el impulsor de una criticada ley de servicio militar obligatorio en 1983 que llevó a miles de jóvenes a morir en la guerra contra los insurgentes antisandinistas. También se le achaca participación en crímenes de lesa humanidad como el de la Navidad Roja (1982) cuando miles de indígenas misquitos fueron desplazados de sus territorios y cientos ejecutados para quitarle base social a la contrarrevolución.
Otro crimen que marcó los últimos años de Ortega fue el del adolescente Jean Paul Genie, quien fue asesinado el 28 de octubre de 1990 por la escolta del entonces jefe del Ejército, cuando el joven pretendió adelantar la caravana en que se desplazaban.
Después de retirarse como ministro de Defensa y jefe del Ejército, en 1995, Humberto Ortega se mantuvo relativamente alejado de la vida política activa. Dedicó su tiempo a escribir y reflexionar sobre la historia y la política de Nicaragua. Es autor de varios libros en los que comparte sus experiencias y puntos de vista sobre la revolución y la política nicaragüense.
A pesar de ser hermanos, Humberto y Daniel tuvieron diferencias notables en sus enfoques políticos y en su visión para Nicaragua. Mientras Daniel ha mantenido una fuerte presencia política como presidente, Humberto adoptó una postura más crítica y reflexiva desde su retiro.
Fue una figura respetada y controvertida en la historia de Nicaragua. Su legado está marcado por su contribución a la revolución y su papel en la configuración del Ejército nicaragüense moderno.
“La situación de Humberto Ortega expresa la disputa de poder y correlación de fuerzas entre (Daniel) Ortega y (Rosario) Murillo. También es un desafío para la maltrecha institucionalidad del Ejército, que ya había sido humillado con el deceso de Hugo Torres, a quien que no pudieron expresar los obligados honores que le correspondían como General en Retiro”, expuso la antigua guerrillera sandinista Mónica Baltodano, en un artículo publicado en Confidencial a raíz de la muerte del militar.
“¿Será nuevamente humillado el Ejército? ¿Expondrá Daniel Ortega a la opinión pública el declive de su autoridad? ¿(El general Julio César) Avilés (jefe actual del Ejército) se arrodillará de nuevo frente a Murillo, ¿o reconocerán que Humberto Ortega tendría que ser enterrado con los honores correspondientes como exgeneral de Ejército, jefe y fundador indiscutible de esa institución y de su proceso de profesionalización?”, se preguntó Baltodano.
La muerte de Humberto Ortega puso en un dilema al régimen de Daniel Ortega: rendirle homenajes como el jefe guerrillero y militar que fue o ignorarlo por su condición de “preso político” al que lo sometió en sus últimos días.
La plataforma Confidencial publicó el lunes 30 de septiembre un audio que hizo llegar el general en retiro Humberto Ortega luego de tres semanas de arresto domiciliar, en el que se declara “prisionero político” y expresa temor por su vida debido a las limitaciones a la atención médica a su grave condición de salud.
El mensaje de Ortega bota la narrativa que el régimen nicaragüense comenzó a desarrollar desde poco después de la muerte del hermano de Daniel Ortega, en donde se elogia su patriotismo y desempeño revolucionario, se solidariza con su hijos y nietos y afirma que el militar en retiro estuvo bajo “esmeradísimas atenciones” médicas.
“Desde ayer, antier, estábamos muy pendientes de la salud del general en retiro Humberto Ortega Saavedra”, declaró ese mismo lunes Rosario Murillo, esposa de Daniel ortega y vicepresidenta de Nicaragua, en su tradicional intervención radial del mediodía.
“Ayer todo el día, y esta madrugada, a las 2:30 recibimos la llamada, habíamos estado en comunicación permanente, pero a las 2:30 se nos confirmó que, a pesar de todas las esmeradísimas atenciones que se daban al general en el Hospital Escuela ´Doctor Alejandro Dávila Bolaños´, ya no se pudo recuperar del otro paro cardiorrespiratorio”, expresó Murillo adolorida.
“Que descanse en paz el general en retiro Humberto Ortega Saavedra, cuyos lúcidos análisis, propuestas y estrategias insurreccionales son y serán material de estudio de las distintas generaciones de nicaragüenses” añadió.
La Comandancia General de Ejército de Nicaragua, por su parte, lamentó la muerte de quien fuera su jefe desde 1979 hasta 2005 y destacó su desempeño “ejemplar y patriótico”.
“Lamentamos profundamente el sensible fallecimiento (…) del General de Ejército en la honrosa condición de retiro Humberto Ortega Saavedra, a quien reconocemos como fundador del Ejército Popular Sandinista, hoy de Nicaragua, así como por su ejemplar y patriótico desempeño al frente de nuestra institución en la condición de comandante en jefe del Ejército de Nicaragua”, señala una nota de prensa divulgada el mismo lunes que Ortega falleció.
Ni el Gobierno ni el Ejército mencionan en sus comunicados la condición de reo que mantuvo Humberto Ortega desde el domingo 19 de mayo, luego de que se publicara una entrevista en Infobae en la que afirmó que no habrá sucesión familiar en el poder después de la muerte de su hermano, el dictador Daniel Ortega.
Humberto Ortega, sin embargo, se declara “preso político” del régimen de su hermano en el audio que llegó a la redacción de Confidencial el 9 de junio, tres semanas después de estar en arresto domiciliar.
“Soy el General de Ejército retirado Humberto Ortega Saavedra. Hoy domingo (9 de junio de 2024) cumplo tres semanas de estar prisionero político en el régimen de casa por cárcel”, dice en su mensaje.
“Mi hogar y Unidad de Protección han sido invadidas y clausuradas por decenas de unidades y tropas especiales de la Policía Nacional con armas de guerra, y el jefe de la Unidad (de protección), coronel retirado Johnson Laínez y esposa, dados por desaparecidos”, agrega.
“El Gobierno de Nicaragua del presidente Daniel Ortega, tiene en sus manos la solución inmediata para la libertad incondicional de mi persona, lo cual, reitero mi convicción de que ayudaría en la rápida mejoría de la situación general de Nicaragua, para que busquemos el acercamiento, la reconciliación, los acuerdos que sean necesarios para el bienestar y provecho de cada uno de nosotros los nicaragüenses. Tal como en el pasado histórico, el presidente Ortega y mi persona coincidimos en resolver problemas de guerra, luto y dolor”, expresó Humberto Ortega.
Para el veterano sandinista Oscar René Vargas, la actitud del régimen nicaragüense con Humberto Ortega “fue nefasta”.
“El problema de fondo”, dice, “es que la señora (Rosario) Murillo siente que Humberto la descalificaba como sucesora creíble y le reducía la posibilidad de que ella fuera la sucesora”, expresa.
“Humberto Ortega era una voz que que tenía cierto arraigo en la base y en la cúpula del sandinismo histórico y esto, evidentemente, también que era un torpedo para el dúo de Daniela Rosario y su pretensión dinástica”, dice.
“La muerte de Humberto va a tener efecto, a mi criterio, negativo, tanto para Daniel como para el Rosario. Se pegaron un tiro en el pie. Porque Humberto representaba una puerta de salida para ellos en un momento de crisis, de implosión, y esa puerta se ha cerrado”, concluye Vargas.
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