En el remoto desierto de Nevada, la hacienda Baker no podría sobrevivir sin los trabajadores migrantes que llegan cada año desde México.
A unos 480 kilómetros (300 millas) al sur, en Las Vegas –cada vez más un lugar de vacaciones para estadounidenses de todos los orígenes políticos y socioeconómicos–, los migrantes son igual de vitales. Y es que mantienen en marcha una economía que funciona las 24 horas del día, todos los días.
La inmigración se ha convertido en una fuente de temor y frustración para los votantes en estas elecciones presidenciales que podrían llevar a Estados Unidos por dos caminos radicalmente distintos. Pero los migrantes que llevan décadas en el país afirman que una cuestión llena de matices ha quedado ahogada por soluciones aparentemente más sencillas defendidas por ambos partidos.
En ningún lugar son tan claras las complicadas realidades económicas y sociales que se esconden tras la candente división política en materia de inmigración como en Nevada, un estado en la balanza electoral que podría decidir unas elecciones cada vez más reñidas.
A continuación, los aspectos más destacados del informe de la AP:
Cómo ha influido la inmigración en la contienda presidencial
La afluencia de personas que cruzan ilegalmente la frontera ha puesto a prueba los recursos municipales y estatales, incluso en los bastiones demócratas de todo el país, a pesar de que las detenciones de migrantes han disminuido drásticamente en los últimos meses. Y, sin embargo, la inmigración ha impulsado el crecimiento del empleo fortaleciendo así la economía y mejorando la salud fiscal del gobierno federal.
El expresidente Donald Trump está defendiendo propuestas de línea dura que obligarían a deportaciones masivas, mientras que la vicepresidenta Kamala Harris está pidiendo vías hacia la ciudadanía para millones de personas que están en el país de forma irregular. Pero Harris también pide más fondos para la seguridad fronteriza y el fortalecimiento de las medidas del gobierno de Biden que endurecieron las normas para que los migrantes soliciten asilo en Estados Unidos cuando llegan a la frontera sur.
“Creo que nuestro enfoque está completamente dirigido hacia la frontera y no hacia las personas que ya están aquí y han estado aquí durante muchos, muchos años”, dijo Erika Márquez, organizadora de justicia para migrantes del grupo de defensa Make the Road Nevada.
Apoyo bipartidista a los trabajadores invitados: hasta cierto punto
Ambos partidos han pedido ampliar los programas de trabajadores invitados en la agricultura.
El gobierno de Trump consideró que los trabajadores agrícolas temporales eran esenciales durante la pandemia de coronavirus, y la participación en el programa aumentó durante su mandato. Pero también propuso una norma que congelaba los salarios de los trabajadores agrícolas durante dos años, flexibilizaba los requisitos de alojamiento de los trabajadores y restringía los gastos de transporte que se les podían reembolsar.
El gobierno de Biden eliminó esas normas. Desde entonces, se expidieron más de 310.000 visados H-2A —para empleos temporales en la agricultura— en el año fiscal 2023, frente a unos 213.000 en el año fiscal 2020, el último completo bajo el mandato de Trump. Pero la Casa Blanca de Biden también impuso una serie de nuevas normas destinadas a proteger mejor a los trabajadores que, en ocasiones, han desanimado a empresarios como los Baker.
“Es una patata caliente y cada parte se la está lanzando a la otra. Y, sinceramente, ambos tienen la culpa”, comentó Janille Baker, que lleva la contabilidad de la hacienda, refiriéndose a la inmigración. “Llegará un momento en que habrá que ocuparse de ello. No se puede seguir recurriendo al alarmismo y asustando a la gente, y luego ser críticos con las personas que hacen o no quieren hacer cualquier trabajo”.
Una economía estatal impulsada por los migrantes
En Nevada, casi el 19 % de los residentes han nacido en el extranjero y el 9 % del total de la mano de obra no tiene estatus legal estadounidense. Si el estado perdiera a todos sus trabajadores en el país de forma ilegal, las cifras del Departamento de Trabajo sugieren que las pérdidas directas de empleo serían aproximadamente tan grandes como las de la crisis financiera de 2008, que paralizó el turismo, desencadenó una oleada de ejecuciones hipotecarias en el mercado inmobiliario y costó al estado alrededor del 9,3 % de sus puestos de trabajo durante la posterior Gran Recesión.
“En nuestra maravillosa economía que funciona las 24 horas del día, sabemos que estos hoteles y casinos no podrían, no deberían, no serían capaces de abrir todos los días sin migrantes”, dijo Peter Guzmán, presidente y director general de la Cámara de Comercio Latina de Nevada.
E incluso sumar a las personas que se encuentran ilegalmente en el país podría no tener en cuenta a las que tienen estatus de protección temporal, o a los trabajadores invitados de la finca Baker, todos los cuales están autorizados a estar en Estados Unidos.
Haydee Zetino, que limpia lujosas suites de hotel en el Casino Harrah’s, en The Strip de Las Vegas –la famosa franja de la ciudad donde se encuentran la mayoría de los hoteles, casinos y complejos turísticos–, es una migrante de El Salvador con un estatus de protección temporal en Estados Unidos. Zetino, de 62 años, vio cómo Trump intentaba eliminar muchas de esas protecciones durante su primer mandato y le preocupa que pueda volver a ocurrir si gana, incluso aunque ella misma no pueda votar por no ser ciudadana.
“Estas personas no tienen conciencia”, comentó sobre los partidarios de la deportación masiva. “Creen que pueden levantar el país, hacer avanzar la economía, pero no piensan en los de abajo”.
Un pequeño estado que podría ser un factor importante el día de las elecciones
El Pew Research Center calcula que 11 millones de personas viven ilegalmente en Estados Unidos. Grandes estados como California, Texas y Florida cuentan con un mayor número de personas que podrían tener aún más influencia en la mano de obra y las comunidades. Pero todos esos estados son firmemente republicanos o demócratas en las elecciones presidenciales, y no es probable que influyan en las elecciones como podría hacerlo Nevada.
A pesar de tener sólo seis votos del Colegio Electoral, Nevada podría decantarse por Trump o por Harris. El condado de Clark, que abarca Las Vegas, tiene alrededor del 75 % de la población del estado e incluye un número considerable de trabajadores de la industria de la hostelería representados por el poderoso Sindicato Culinario de Nevada, que ha apoyado a Harris.
Pero ya en 2020 Trump consiguió atraer ahí a votantes poco frecuentes, y le fue bien en gran parte del resto del estado, que es rural y más conservador. El condado de Washoe, donde se encuentra Reno, es un eterno cara o cruz. Los votantes también pueden elegir “Ninguno” de los candidatos presidenciales, lo que se suma a la famosa naturaleza voluble del electorado de Nevada.
Todo esto hace que algunos votantes teman el resultado de las elecciones.
“Hay mucho miedo”, compartió Nancy Valenzuela, una mucama de 48 años que trabaja en el casino Strat. “Hay gente que no tiene papeles y que se está preguntando: ‘Nos quieren echar a todos’”.
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