Sí, aunque quieran ocultar el sol con un dedo, la situación pinta muy mala para los fraudulentos que se encuentran en el Palacio de Miraflores.
Nadie se creyó la farsa de los resultados electorales y el balde de ilegitimidad y pillaje electoral que se echó encima el señor Maduro es inmensurable y todo el mundo lo sabe.
La reacción de las sociedades democráticas han sido claras, precisas y contundentes, y han rechazado el robo de las elecciones cometido por Maduro, Elvis Amoroso y las marionetas del TSJ.
Ahora, esto ya empezó a traer graves consecuencias políticas y económicas, pues Estados Unidos de Norteamérica anunció que revisará las licencias petroleras, entre ellas la de Chevron, lo mismo que otras naciones de América y Europa.
Y junto con estas empresas estarían otros holding que hacen vida directa o indirectamente dentro de nuestro países.
A su vez, la difícil situación con España; pues, con gallardía los factores políticos ibéricos han rechazado la burla electoral de Maduro y han recibido y protegido al presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia.
Y, ya desde Europa se habla que la petrolera española Repsol y la empresa de telecomunicaciones Movistar dejarían de operar –de seguir la situación– en Venezuela.
Debido a un eventual rompimiento de relaciones diplomáticas y comerciales, estas y otras empresas de capital europeo, estarían siendo empujadas, por la realidad política, a abandonar el país.
A todas estas, ¿quién pierde ante todo esto? Fundamentalmente Maduro y sus cómplices, pues se les interrumpe de cuajo las más importantes fuentes de financiamiento para su insaciable corrupción y para mantener a sus verdugos y la compra de armas con las que reprimen al ciudadano común.
Y, en menor proporción el venezolano también se verá afectado por la terquedad, por el apetito desmedido de poder, y por la negativa de un círculo político enquistado en sus negocios claramente raros e ilegítimos, por esa camarilla que retoza en Miraflores.
Pero a Maduro no le importa ser presidente de una nación de esqueletos, siempre y cuando él pueda someter la nación a sus pretensiones y a sus ansias de control.
Sin embargo, Maduro, con este afán de permanecer donde no lo quieren, estaría condenando al país a regresar al oscuro período de la escasez y el caos total, y esto no lo digo como adivino o vidente, sino como un analista de la realidad que nos rodea, como un venezolano preocupado y como un hombre que no quieren ver a su país sufrir más.
Si Maduro quisiese al país de verdad, aceptaría la decisión del pueblo venezolano –expresada el pasado 28 de julio– y reconocería su derrota electoral y no pondría obstáculos para que Edmundo González se juramente el próximo 10 de enero.
De no hacerlo, entonces, sentenciaría a la nación a reeditar el caos y la zozobra.
Sin embargo, a pesar de todo esto, estoy convencido de que vamos a prevalecer gracias a la firmeza y valentía de nuestra guía y líder María Corina Machado.
El futuro es nuestro, y lo vamos a iluminar con el faro de la libertad.
Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.