Un cohete Vega operado por el consorcio europeo Arianespace despegó este lunes de la base de Kurú, en la Guayana francesa, para poner en órbita dos satélites de observación de la Tierra, uno para Tailandia y otro para Taiwán.
La lanzadera llevaba también de carga una decena de minisatélites, entre los que hay tres de un programa de demostración dirigido por el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial de España (INTA) y la Comisión Europea para monitorizar las aguas interiores de la península Ibérica, y en concreto las de los embalses y pantanos.
Arianespace explica en un comunicado que el primero de los dos satélites de observación de la Tierra, Theos-2 ha sido fabricado por Airbus y estará operado por la Agencia Tailandesa de Desarrollo de Geoinformática y de Tecnologías Espaciales (Gistda, por sus siglas en inglés).
Ofrecerá imágenes con una resolución de 50 centímetros en el suelo y vendrá a completar las informaciones que ofrece Theos-1, lanzado en 2008 también para Tailandia.
El segundo es el Formosat-7R/Triton desarrollado por la Agencia Espacial de Taiwán (TASA), equipado con un sistema de reflectometría que le permite captar señales que se reflejan en la superficie del mar y que se utilizarán para calcular los vientos en los océanos y así ayudar a prever la intensidad y la trayectoria de los ciclones.
La misión de este lunes que inicialmente estaba programada para el pasado sábado, bautizada como VV23 será la penúltima de un Vega en su versión inicial, en espera de que entre en servicio su sucesor, el Vega-C, algo que no ocurrirá hasta finales de 2024, tras los retrasos acumulados después del fracaso de su primera misión comercial el pasado diciembre.
El problema para los europeos no se limita a este pequeño cohete, sino que el programa del Ariane 6, que va a suceder al Ariane 5 (del que ya no queda ninguno ni se van a fabricar más) sufre también grandes retrasos y no se espera el primer lanzamiento hasta una fecha todavía no determinada el año próximo.
A eso se añade el hecho de que la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 condujo a la ruptura de la cooperación entre Arianespace y Moscú en las lanzaderas, de forma que las Soyuz rusas ya no operan desde Kurú y el consorcio no tienen por ahora una solución de recambio para ofrecer a sus clientes con los que tiene comprometidas la puesta en órbita de satélites.
La misión del último Vega clásico, cuyo vuelo inaugural tuvo lugar en 2012, está programada en el segundo trimestre de 2024.
Fuente: EFE