Los vecinos de Sabadell (Barcelona) no podían dar crédito a las noticias que les llegaban aquel caluroso 15 de agosto de 1936. «Este hombre es un santo. ¿Quién podría desear la muerte del padre de los pobres?», se preguntaron muchos cuando les informaron del asesinato de Cayetano Clausellas Ballvé. El anciano sacerdote había sido detenido la noche anterior por los frentepopulistas y su cuerpo apareció sin vida con un disparo en la cabeza. Tenía 73 años, y había consagrado su existencia a los más necesitados.
Casi nueve décadas después, Cayetano Clausellas Ballvé será beatificado por la Iglesia católica. La ceremonia tendrá lugar el próximo sábado, 23 de noviembre, en un marco insuperable: la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona. Junto a él, un laico subirá a los altares: Antonio Tort i Reixachs, padre de once hijos, que escondió en su casa al obispo de Barcelona, Manuel Irurita. La ceremonia estará presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio de las Causas de los Santos de la Santa Sede, y oficiarán con él el cardenal y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella; el obispo de Terrassa, monseñor Salvador Cristau, y los obispos auxiliares de Barcelona, monseñor David Abadías y monseñor Javier Vilanova.
Nacido el 29 de agosto de 1863 en Sabadell, Cayetano Clausellas Ballvé fue el cuarto hijo de Vicenç Clausellas y Maria Ballvé. Comenzó sus estudios en el colegio de los escolapios, pero pronto, a los 14 años, ingresó en el seminario de Barcelona. En 1888 fue ordenado sacerdote y ejerció su ministerio en varias parroquias como Olesa de Montserrat y Vilanova i la Geltrú.
Más tarde, en 1916, como capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, se dedicó a recorrer toda la ciudad de Sabadell para atender a los más necesitados. «Fue un ejemplo de virtudes cristianas, destacó por su celo apostólico y el amor a los pobres y enfermos», destaca el obispado de Terrassa.
«No puedo dejar a mis viejecitos»
Tras el estallido de la Guerra Civil, los edificios religiosos de Sabadell fueron saqueados e incendiados, y 36 eclesiásticos fueron asesinados. Entre ellos, Cayetano Clausellas Ballvé. El historiador y archivero municipal Miquel Carreras i Costajussà fue a visitarle el 14 de agosto para rogarle vehementemente que se marchara de Sabadell, porque «tenía algún indicio de que se tramaba su asesinato». Carreras, formado en los círculos del catalanismo católico y amigo de mosén Clausellas, no logró persuadir al anciano sacerdote para que huyera. «No puedo dejar a mis viejecitos», le respondió Clausellas.
Esa misma noche, un automóvil con tres milicianos llegó a la casa donde se encontraba el cura, diciendo que tenían órdenes de la Generalitat para llevarlo, por su seguridad, a la Torre del Argemí en Castellar del Vallès. El automóvil circuló por la carretera de Matadepera hasta la altura de Sant Julià de Altura. Allí le descerrajaron un tiro. El cadáver fue encontrado al día siguiente por la mañana.
El historiador Andreu Castells señala a la Federación Local de Sindicatos (FLS) como los autores del asesinato, a quienes califica de «verdugos o carniceros», y les atribuye más de un centenar de asesinatos en los primeros meses de la Guerra Civil. El 4 de diciembre de 1941, en el lugar donde se encontró su cadáver, se instaló un monolito para honrar su memoria. «Aquí abrazó la palma del martirio el padre de los pobres, mosen Cayetano Clausellas Ballvé», reza la inscripción.
Será posible acudir a la ceremonia de beatificación, pero es imprescindible para ello disponer de una invitación gratuita, que se puede recoger del 4 al 22 de noviembre en el obispado de Terrassa.
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