Augusto Malavé Villalba nació en Carúpano el 1 de septiembre de 1904. Desde los 12 años comenzó a trabajar en el oficio de zapatero. Fue un autodidacta con un deseo tan profundo de superarse, que pese a las duras condiciones económicas y sociales que enfrentó, logró sobreponerse, alcanzar sus metas y servir a su país con firmeza y dedicación. Tenía una voluntad férrea, un carácter fuerte, pero a la vez, una cercanía grata y enriquecedora.
Dotado de una inteligencia natural, Malavé Villalba se destacó por su participación activa en la fundación de instituciones sindicales en Venezuela. Fue uno de los grandes líderes que sentaron las bases de la democracia en nuestro país. Se formó a sí mismo, con esfuerzo y determinación, convirtiéndose en un ejemplo y guía para las nuevas generaciones venezolanas.
Fue un hombre de convicciones que se las jugó en un momento histórico de muy poca tolerancia. Así, por ejemplo, entre 1924 y 1926 fue detenido por colaborar con un periódico satírico llamado Carlos Roberto, clausurado por las autoridades debido a sus críticas al gobierno.
En 1929 ejercía su oficio de zapatero en Caracas, y en 1932 fundó el Sindicato de Zapatos Manuales. Más adelante, estableció la cooperativa de zapateros, con lo que se despertó su verdadera vocación política. Tras la muerte del general Juan Vicente Gómez en 1935, se entregó de lleno a la actividad sindical, fundando y promoviendo el Sindicato del Distrito Federal en 1936, así como el poderoso Sindicato de Trabajadores del Calzado.
Fue cofundador del Partido Republicano Progresista junto con Miguel Acosta Saignes, Miguel Otero Silva y Carlos Irazábal, y como líder sindical, impulsó la creación de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV). Sin embargo, en 1937 fue expulsado del país y se exilió en México el 13 de mayo. Allí, para mantenerse, continuó trabajando como zapatero y fundó, junto con líderes mexicanos, la Confederación de Trabajadores de América Latina.
Regresó a Venezuela en 1939 e inmediatamente se integró a la actividad clandestina del partido PDN, que más tarde se convertiría en Acción Democrática. Luego del golpe de Estado del 18 de octubre de 1945, se convirtió en un gran promotor y constructor de viviendas populares para la clase obrera desde la Junta Pro-Vivienda. Fue un incansable líder internacional del movimiento obrero, representando a Venezuela en distintas jornadas en el extranjero.
En 1947 fue electo diputado por el estado Sucre a la Asamblea Nacional Constituyente, donde defendió los derechos de los trabajadores e incluyó importantes elementos para su protección en la nueva Constitución. También asumió la primera vicepresidencia del partido Acción Democrática.
Tuve el honor de conocer a Augusto y a su amada Isabel en 1966, durante las celebraciones del aniversario de Acción Democrática, conocidas como las “grandes romerías blancas”, que se realizaban en plazas de toda Venezuela. Nuestra amistad surgió gracias al honorable sindicalista y también gran líder José González Navarro, presidente de la CTV para la época. Desde entonces, cultivé una entrañable relación con esta inolvidable pareja. Recuerdo especialmente la noche en que el presidente Raúl Leoni me designó, por primera vez, gobernador del estado Nueva Esparta en 1964. Don Augusto −con quien aún no había trabado la amistad que nos unió− fue el primero en llamarme para felicitarme, siempre solidario y cercano. De él recibí gestos sinceros de aprecio y amistad.
Cuando en 1974 el presidente Carlos Andrés Pérez me volvió a designar como gobernador de Nueva Esparta, Augusto se convirtió en una especie de ángel protector. Me visitaba casi todos los fines de semana. Con gran entusiasmo recorría conmigo las obras en ejecución por los barrios y pueblos de Margarita. Le encantaba visitar la isla de Coche; solíamos ir en una pequeña embarcación desde Punta de Piedra.
Recuerdo una conversación muy especial en la que me planteó su deseo de colaborar con su tierra natal, Carúpano, proponiendo un servicio de ferry que pudiera abastecer a Margarita con productos del estado Sucre. Debido al auge del puerto libre, nuestras necesidades de infraestructura y alimentación estaban duplicándose. Le comenté que lo ideal era construir un muelle más cercano a Carúpano que el terminal de Punta de Piedra, y surgió la posibilidad de hacerlo en el muelle en El Morro. Sin embargo, la gobernación no contaba con los recursos suficientes. Le propuse compartir los costos con la Gobernación de Sucre, ya que beneficiaría a ambas regiones. Augusto no dudó en llamar al entonces gobernador de Sucre, Dr. Gastón Navarro Dona, quien aceptó de inmediato. Meses después, se inauguró el servicio de ferry Carúpano-Porlamar, y Augusto lo celebró con entusiasmo y amor por su tierra carupanera.
Augusto fue un líder solidario, un maestro del cumplimiento ciudadano, honesto, leal y sembrador de esperanzas y buenas obras para las futuras generaciones. Tal fue su aporte a Margarita que la urbanización construida en Boca del Río, Ciudad Universitaria de Nueva Esparta, lleva orgullosamente su nombre: Augusto Malavé Villalba.
Cumplió ejemplarmente su rol como ciudadano y padre de familia, dedicándose a brindar la mejor educación a sus hijos, quienes hoy son excelentes ciudadanos y profesionales. Fue un venezolano digno, servidor de la democracia y de las instituciones del país.
Gloria a este insigne amigo, siempre leal a Venezuela.
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