Este viernes concluyó la 9° Conferencia de Seguridad Hemisférica (HSC), impulsada por la Florida International University (FIU) y coorganizada por la Fundación TAEDA.
El evento contó con la presencia de expertos del mundo académico, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, altos funcionarios militares y referentes del sector privado, que evaluaron los desafíos en materia de seguridad más apremiantes que el hemisferio occidental enfrenta en los tiempos que corren.
El eje de esta edición estuvo centrado en el lema del evento, “Latinoamérica y el Caribe se globalizan. La región en el contexto de seguridad mundial”, y abordó cuestiones como la internacionalización de la organización criminal transnacional, las amenazas emergentes en el ciberespacio, las organizaciones criminales transnacionales, el uso de la tecnología y la seguridad ambiental.
Leland Lazarus, director asociado de investigación del Instituto de Política Pública Jack D. Gordon de la Universidad Internacional de Florida; y Daniel Hadad, CEO y fundador de Infobae, abrieron la jornada de este viernes.
El almirante retirado de la Armada de los Estados Unidos Craig Faller también disertó en este segundo día de la Conferencia. “Ayer y hoy en esta sala estuvieron muchos de nuestros socios como estado. Tenemos que considerar a los medios de comunicación como parte de nuestras asociaciones y trabajar juntos”, declaró.
Faller consideró que “hay que encontrar una manera de hablar y tomar medidas que marquen las diferencias” y se refirió a las amenazas de China, Rusia, Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua. “Ayer fue un gran punto de partida. Los pueblos importan. La proximidad es clave. Valoro la política buena vecindad 2.0″, destacó.
“No queremos tratar a nuestros vecinos como China trata a los suyos. Hay múltiples amenazas y en el centro de ellas está China, no el pueblo chino. Eso es importante diferenciarlo”, afirmó, y puntualizó en que es importante hablar de la “erosión de la democracia” en distintos países. Respecto al narcotráfico en la región, dijo que el mercado se expandió y cambió. “La inteligencia y las soluciones se demoraron”, reconoció.
En la mañana de este viernes, tuvo lugar el panel “Amenazas emergentes en el ciberespacio”, que brindó un panorama de las amenazas, incluidos los ciberataques, las campañas de desinformación y la integración de la inteligencia artificial.
Disertaron Randy Pestana, director de Ciberpolítica del Jack Gordon Institute; Dan Restrepo, del Center for American Progress; Monica Ruiz, directora de diplomacia digital de Microsoft; el experto argentino en estos temas Hugo Miguel y Roberta Braga, fundadora del Instituto de Democracia Digital de las Américas. Moderó Monty McGee.
Monica Ruiz comenzó diciendo que Microsoft, en su informe anual de defensa digital, brindó una evaluación sobre los peligros en el ciberespacio y puntualizó: “Algunas amenazas que vemos tienen que ver con la inteligencia artificial. También tenemos preocupaciones sobre la desinformación y el espionaje cibernético. Uno ve un aumento en este tipo de actividades de espionaje”.
“Creo que es justo decir que las amenazas en el ciberespacio están aumentando en escala y en sofisticación. Esto denota la necesidad de normas claras y es clave trabajar en conjunto”, dijo y señaló tres categorías para promover estándares de buen comportamiento: la primera es participar de foros internacionales, la segunda es participar de forma bilateral y la tercera es buscar maneras de generar talento.
Hugo Miguel hizo referencia a distintas tecnologías: la 5G, los satélites y la fibra óptima. “Si hablamos de 5G y de los satélites, hay que decir que no son competencia, sino que son complementarios. 5G tiene dos aspectos: uno es el poder concentrado en la compañía principal y el otro enfocado en infraestructura”, describió.
“Uno necesita todos los modelos: fibra óptica, 5G, satélites… 5G cubre las ciudades pero se necesitan los satélites para cubrir hasta donde no llega el 5G. Todas las redes son complementarias”, insistió.
También hizo referencia al rol de los gobiernos al decir que ellos “necesitan un marco regulatorio para obtener la información que lleve a los que hacen ataques”.
“El ciberespacio es una entidad lógica, sólo existe en el aspecto lógico. Los científicos necesitamos muchos más científicos para que trabajen en los distintos niveles de la red pero necesitamos pensar en la ciencia del ciberespacio como una entidad lógica. Y necesitamos preparar a las personas para tomar decisiones en ese mundo. La inteligencia artificial es un pensamiento estructural que uno utiliza para automatizar algunas actividades sobre las redes”, describió.
Por su parte, Roberta Braga se refirió a la desinformación y a cómo esas tácticas manipulan a las poblaciones. Dijo que lo que se trata de entender es cuál es el impacto real de la información falsa y se preguntó si impacta en las creencias y comportamientos de la gente. “Sabemos que la desinformación, la propaganda y la información en general es cíclica”, aseguró.
Luego dijo que hay dos temas claves que tienen puntos positivos. “A través de la investigación de la opinión pública, se descubrió que la mayoría de las personas no acepta la desinformación. Y los que sí aceptan la desinformación no necesariamente tienen poca formación. El segundo punto bueno es que hoy la desinformación es predecible. Las metas narrativas y tácticas se reciclan una y otra vez. Usan las falsas dicotomías para los ataques. Lo vemos todo el tiempo. Hay todavía aspectos positivos. Tal vez sea muy optimista”, reconoció.
“Lo que vemos es que estas narrativas no se detienen. Hay una evolución. Parte de lo que tratamos de hacer es no solo analizar las narrativas, si no los cambios en esas narrativas”, explicó.
En tanto, Dan Restrepo destacó que el panel reunió un conjunto de temas que tienden a ser subestimados o sobreestimados. “La amenaza al ciberespacio todavía es un tema subestimado. La desinformación no es única. Vivimos en un momento político complejo a nivel mundial y es muy difícil explicar lo que ocurre y por qué ocurre”, sostuvo.
“¿Qué significa la desinformación en las elecciones?”, preguntó. Y respondió: “El desafío de la información no es la mala información, si no la atomización del entorno de la información. Perdimos los hechos, la experiencia común, la interacción casual que teníamos de las noticias. En Estados Unidos tenemos un candidato presidencial que distribuye la mala información y también hay actores externos que utilizan la tecnología para promover esto”.
Por último, Randy Pestana destacó que “las instituciones académicas brindan una perspectiva distinta. Juegan en un espacio de información abierto y, para eso, fortalecer la diversidad es importante”.
“La información es un tema de política muy importante. Y las personas son la amenaza número uno en el ciberespacio. Esto no sé si es comprendido en la región y en el mundo. Tenemos que generar la conciencia en todos lados. Esto hace la FIU”, completó.
Daniel Hadad, fundador y CEO del portal de noticias Infobae, comenzó su intervención citando un dato inquietante: la desinformación es el principal riesgo severo que enfrenta el mundo. Y señaló que, según la Encuesta de Percepción de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, después se ubican los episodios extremos del clima y la polarización social. “Muchas veces siento que los editores somos bomberos que tratan de controlar las llamas de la desinformación, pero en las redes sociales hay pirómanos que las avivan”, sintetizó.
Hadad señaló que la desinformación esconde una “intención maliciosa” cuyo objetivo es “manipular”. Así, citó el Informe Anual de Seguridad Nacional del Gobierno de España, que apuntó que “Rusia impulsa sin pausa campañas de desinformación” mientras que “los medios oficiales chinos y sus propagandistas en redes sociales amplifican las narrativas prorrusas”. “Hoy la democracia y los valores democráticos están bajo ataque en todo el mundo. China y Rusia actúan sin tener en cuenta el derecho y las normas internacionales, permiten y perpetran desinformación”, resumió.
Es por ello que recordó el papel de la prensa libre como contrapoder en los tiempos que corren, que ya demostró ser clave en el siglo XX, e insistió en que no se trata sólo de un cambio en el modelo de negocio promovido por las nuevas tecnologías. “Hay un cambio cultural en el modo en que las nuevas generaciones llegan a la información. Cualquiera de nosotros alguna vez compró un periódico. Hoy es mucho más económico y eficaz hacer un relato falso aquí mismo”, comentó.
En el segundo panel del día, Amenazas y oportunidades de las tecnologías emergentes, intervinieron Alexandre Muyl – encargado de la seguridad a nivel global de la línea naviera CMA CGM-, Michael McGee –investigador asociado de The Texas University-, Gibbs McKinley -investigadora en CNAS-, Sérgio Etchegoyen -ex ministro de Seguridad Institucional de Brasil-, John Wharton -senior fellow del Jack D. Gordon Institute- y Donavon Johnson -profesor de Política Pública del Jack D. Gordon Institute-, quien ofició de moderador.
Johnson comenzó diciendo que “las tecnologías emergentes son como una espada de doble filo”, que presentan tanto “oportunidades como desafíos”, por lo que de caer en buenas manos pueden potenciar a las naciones pero en manos incorrectas pueden llevar a la “inestabilidad, el abuso y la degradación de los principios democráticos”.
Muyl comentó que las bandas criminales se valen de las nuevas tecnologías para expandir sus operaciones. Así, por ejemplo, se benefician al poder “filtrar información confidencial” o “apuntar a personas específicas”, lo que obliga a las empresas a trabajar conjuntamente con autoridades de países como Estados Unidos y las herramientas de Inteligencia Artificial en mecanismos para proteger sus datos y contrarrestar estas amenazas.
Wharton sostuvo que, durante sus años de trabajo en conjunto con el gobierno en Washington, se intentó “utilizar la tecnología como una forma benevolente”, trabajando primero en cuestiones básicas como “la seguridad de la nación, que tenga oportunidades económicas”, para luego poder trabajar en el abordaje de problemas como el tráfico de personas o la estabilidad financiera que, a final de cuentas, contribuye a la seguridad regional, al fortalecimiento de la democracia y a la estabilidad del propio país. Es por ello que instó a las autoridades a no desestimar las inversiones en la materia.
Luego hizo su exposición McGee, quien se refirió a la amenaza que representa el hecho de que la proliferación de la tecnología haya dejado al alcance de todos muchas herramientas que, en el pasado, hubieran quedado limitadas para las Fuerzas Armadas. “Las bandas criminales transnacionales utiliza esta tecnología todo el tiempo y, en muchos casos, es su herramienta principal para hacer vigilancia y también utilizan esa información para hacer control y comando como los militares lo han hecho durante décadas”.
McKinley explicó que, frente a esta situación, es crucial trabajar sobra la colaboración y la reglamentación, y destacó el caso de Brasil, un país líder en la región en la implementación de IA y, a la par, en la imposición de límites a ella para evitar su mal uso. “Ha implementado una ley de protección datos bastante progresiva, aprobada en el 2020. También introdujo una ley para minimizar el daño”, entre otras, apuntó aunque advirtió que esta política debe ser continuada por los Gobiernos subsiguientes al igual que por otros Ejecutivos, con los que se debe desarrollar una “estrategia regional”.
A su término, se dio inicio al tercer panel de la jornada: “El Futuro de Haití”. De él participaron Michelle Austin Pamies -socia de Austin Pamies Norris Weeks Powell, LLC.-, Prosperé Charles -investigador de Tuskegee University-, Wazim Mowla -investigador de Atlantic Council- y Leslie Voltaire -miembro del Consejo Presidencial de Haití-, bajo la moderación de Jeffsky Poincy -director de programas de PartnerGlobal-.
“No podemos hablar sobre el futuro de Haití sin hablar de su seguridad”, dijo Jeffsky Poincy, en referencia a la situación que atraviesa el país caribeño, al introducir el debate.
Leslie Voltaire habló a continuación y dijo que, de momento, las principales tareas que afrontan las autoridades y los órganos creados en las altas esferas son “restablecer el estado de derecho, que depende de la seguridad” dado que desde hace años el país no tiene elecciones o un respeto legítimo por los gobernantes. “El camino va a ser sinuoso pero tenemos una hoja de ruta”, confió a la par que pidió asistencia no sólo en el plano policial -como va a ocurrir con la misión próxima a desembarcar- sino también de inversiones que permitan la recuperación completa.
Prosperé Charles se refirió a dicha misión de soporte liderada por Kenia y comenzó apuntando que ello, de por sí, representa “un fracaso para el país”, que refleja la destrucción de sus fuerzas de seguridad. Luego, señaló que los oficiales extranjeros desconocen las reales condiciones del país y, a su vez, las bandas criminales “están listas para luchar”, por lo que fue prudente sobre los resultados que pueda conseguir. “El éxito va a depender de si la misión está bien definida, de si logra asegurar las infraestructuras y proveer seguridad a las fronteras nacionales”.
Wazim Mowla destacó la importancia de que organismos como la Comunidad del Caribe (CARICOM) mantengan a Haití como su prioridad en este período que inicia de cara a su reorganización y, a su vez, “en un período más prolongado” que permita desarrollar vínculos con países como Estados Unidos, en el largo plazo. También señaló que “un Haití prospero va a beneficiar a la región en su conjunto”, en una muestra de cómo el trabajo del bloque puede generar un impacto mayor del que se cree.
Michelle Austin Pamies habló sobre el rol de la diáspora y el rol que puede cumplir en medio de la crisis que atraviesa Haití. “Es una fuerza muy importante en la economía del país”, dijo y sumó otras tareas que desempeñan en pos de la recuperación y el resguardo de derechos básicos allí. “Queremos participar de las conversaciones que tienen impacto en Haití y queremos tener un impacto en las decisiones que se toman a nivel de políticas”, agregó al insistir en el compromiso de este grupo de ciudadanos que seguirá trabajando en encontrar mecanismos para ayudar al país. “Tenemos una voz y queremos ser escuchados, tener influencia en la toma de decisiones”, cerró.
El cuarto panel, titulado “Desafíos medioambientales que afectan a la seguridad hemisférica”, contó con la participación de Claudia Natenzon -investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA)-, Alexis Bethancourt -ex ministro de Seguridad de Panamá-, Paul Angelo -director del William J. Perry Center-, Riyad Insanally -investigador del Caribbean Policy Consortium-, la moderación de María Donoso -titular de la Cátedra UNESCO sobre Seguridad Hídrica Sostenible-, y una participación especial de Rafael Grossi –director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)-.
Rafael Grossi advirtió que “la transición hacia una economía verde está en peligro”. “En la última década, las energías renovables e incluso los combustibles fósiles han gozado de un fuerte apoyo gubernamental, mientras que la nuclear cayó en desgracia en muchos países. Es una lástima”, objetó. “Porque entre nuestras principales opciones energéticas, la energía nuclear es la única que ofrece una opción escalable y baja en carbono, que no depende de las condiciones meteorológicas ni del reabastecimiento frecuente”.
Sin embargo, destacó que en la Conferencia de la ONU de 2023 “el mundo acordó por fin que la energía nuclear debe formar parte de la solución”, al igual que lo hicieron muchos países de forma individual.
Claudia Natenzon se refirió a las amenazas que representa el agua, tanto en sequías como en inundaciones, que puede traducirse en “desastres” y por lo que resulta fundamental “entender el ambiente para anticipar los riesgos”. En ese sentido destacó un proyecto iniciado años atrás por los países del Cono Sur, con financiamiento del BID, entre otros organismos, que trabaja por “cambiar las acciones reactivas de -es decir, posteriores a una sequía- por un enfoque pro activo -es decir, anticipatorio- que permita gestionar los riesgos de manera estratégica, reduciendo vulnerabilidades”, por medio de políticas nacionales y la integración de acciones colaborativas en todas las naciones.
“Para lograr la seguridad del agua se requiere movilizar la cooperación nacional e internacional para mejorar el conocimiento y la innovación, fortalecer el nexo entre la ciencia y las políticas en todas las escalas, y desarrollar las capacidades humanas e institucionales locales (…) incorporando el tema en la agenda de seguridad nacional”, concluyó.
Alexis Bethancourt tomó la palabra a continuación y habló de los desafíos orientados a la migración. Así, se refirió a las iniciativas de protección que el Gobierno de Panamá ha tomado sobre zonas de gran relevancia medioambiental, que se ven alcanzados por las amenazas propias de las oleadas migratorias. “Se deforesta y se daña el bosque, se devasta el terreno para hacer la ruta más segura, se da la contaminación y la erosión de los suelos”, enumeró. Asimismo, lamentó el estrés que genera en la fauna y la caza de las especies para ser consumida por los migrantes.
“Hemos calculado que si no hubiera más migración, tardaríamos como mínimo 60 años en restablecer el lugar a como estaba anteriormente”, cerró.
Paul Angelo apuntó que muchos países de la región carecen de recursos y políticas adecuadas para abordar los desastres ambientales, como quedó plasmado con las inundaciones en Brasil. Es por ello que sostuvo que existen cuatro pilares en los que los Ejecutivos deberían trabajar, para conseguir un abordaje completo y satisfactorio del tema. En primer lugar está la seguridad humana, seguida de la de la energía y la economía, y por último la seguridad institucional.
Por último, Riyad Insanally comentó que varios aspectos hacen a la seguridad medioambiental ya que los efectos tienen impactos directos en múltiples áreas. Entre ellas apuntó la “baja calidad del agua, la gestión de los residuos y la contaminación, y el impacto en el turismo” y advirtió que las tareas de la CARICOM es muy limitado, por lo que pidió a Washington “hacer más para ayudar al Caribe”.
El quinto panel fue el de “Energía y Minería Estratégica”, con la participación de Ali Rahman -CEO de Lithium Energi Exploration Inc.-, Ignacio Celorrio –vicepresidente ejecutivo de Lithium Argentina-, Scott MacDonald -investigador del Caribbean Policy Consortium-, Raul Jungmann -CEO del Instituto Brasileño de Minería- y la moderación de Anthony Pereira -profesor y director de Kimberley Green Latin American and Caribbean Center-.
Scott MacDonald habló en su intervención sobre la riqueza de la región en cuanto a recursos estratégicos, como ocurre con el Triángulo del Litio aunque apuntó que “la competencia global es muy fuerte, con respecto a los productos básicos”.
Le siguió Ali Rahman, sobre el impacto ambiental de la minería y comentó que es posible desarrollarlas con un bajo riesgo de daño. “Yo creo que los productores con menos recursos pueden ser conscientes de la forma en que realizan su actividad minera y hacerla de forma responsable, pero necesitamos la asistencia de todo el ecosistema para poder hacerlo”, dijo, al instar a gobiernos y a organizaciones internacionales a estar más presentes.
Ignacio Celorrio habló puntualmente sobre el litio en el Cono Sur y apuntó que si bien tuvo un auge en los últimos años, la actividad lleva años desarrollándose y, por ello, la transición hacia su pleno rendimiento no tiene tanto que ver con la disponibilidad del recurso sino con las inversiones e infraestructura que existen para ello, algo que “lleva muchísimo tiempo porque, aún con las mejores intenciones, pasar de la exploración a la producción lleva por lo menos unos cinco años”.
Más tarde, Erik Bethel -ex representante de Estados Unidos en el Banco Mundial- y Guido Torres -COO de Irregular Warfare Initiative- mantuvieron un intercambio sobre la influencia china en América Latina en los últimos años.
“China se acercó a América porque necesitaba los recursos para que su economía florezca”, comenzó explicando Bethel sobre el interés de Beijing en la región, y señaló que ese acercamiento derivó en problemas ya que se convirtió en el (casi) único cliente en muchos países, por lo que eliminó la competencia de precios y, en última instancia, consigue controlar un poco sus economías.
Dijo que la exportación de los recursos permite a China producir los artículos y socava las industrias nacionales. Y advirtió que Beijing comenzó a desembarcar en proyectos de infraestructura y tecnología por lo que, ahora, “subió en la curva de valor y puede controlar las decisiones de muchos países”. Afirmó que inclusive tiene cada vez más conexiones en puertos estratégicos en la región.
Sobre la seguridad de los países la región consideró que hay una gran presencia de Beijing en áreas incluso impensadas, que se suma a la coerción económica que ya presiona en muchas naciones y por lo que es crucial estar atentos a todas las formas de injerencia que puedan existir.
El último panel estuvo dedicada a los actores extrahemisféricos en América Latina y el Caribe, léase China, Rusia e Irán, temas que ciertamente habían aparecido en los debates anteriores. Esta mesa, moderada por Julie Zeng de FIU, contó con la presencia de Evan Ellis del Colegio de Estudios Estratégicos del U.S. Army War College y la participación por video de Margaret Myers del Inter-American Dialogue, Eddie Tapiero del Consejo Empresarial Logístico y Vladimir Rouvinski de ICESI.
Zeng preguntó a Myers sobre el enfriamiento de la economía china y qué significa eso para América Latina y el Caribe: “Eso podría ser un panel entero”, bromeó la investigadora. “El crecimiento de China se está desacelerando y el país lidia con varios mecanismos para asegurar al menos algún grado de crecimiento económico moderado en el futuro”. Subrayó que, ante los desafíos actuales, el gobierno de Xi Jinping “ha decidido centrarse en la mejora económica en varias formas, especialmente en un puñado de sectores, a las que ha llamado nuevas industrias productivas”.
Myers enfatizó que China implementa estas estrategias a nivel doméstico y también a nivel global, con un impacto significativo en regiones como América Latina. Eso ha llevado a “un crecimiento realmente bastante notable en la concentración de la inversión extranjera directa china”. Una razón que destacó la experta del Inter-American Dialogue es que “la región y otras partes del mundo en desarrollo son mercados cruciales para China, porque muchos de estos productos no se pueden exportar fácilmente a países como Estados Unidos o la Unión Europea”.
¿Podría ser eso positivo para las naciones latinoamericanas? “Obviamente, la transición energética y la transformación digital son prioridades para muchas empresas y países”, analizó. Sin embargo, existen desafíos significativos en la gestión y regulación de estas iniciativas, y que “la dominancia de China en este espacio probablemente presenta preguntas más complicadas.”
Zeng pasó la palabra a Rouvinski con una pregunta: “¿Qué impacto ha tenido la guerra de Rusia en Ucrania respecto a su compromiso con América Latina y el Caribe?”. La invasión, analizó el investigador del ICESI, fue un punto de inflexión significativo más allá del escenario de combate. “Creo que el inicio de esta guerra marcó el asalto directo y abierto de Vladimir Putin al orden mundial basado en reglas establecidas tras la Guerra Fría y su visión de reelegirse como presidente de Rusia por otros seis años”, dijo. Lo interpretó como una prueba de que “Rusia impactará profundamente las relaciones internacionales”.
El tema de Irán fue el centro de la exposición de Ellis en la HSC. El experto del U.S. Army War College enfatizó la importancia de distinguir entre Hezbollah e Irán: “Mientras que no todos los miembros de la diáspora están afiliados con Hezbollah, ni siquiera practican el islam, Hezbollah ciertamente ha tomado un papel importante dentro de esa gran diáspora, que está bien integrada en la sociedad latinoamericana”, analizó. Destacó las actividades de Hezbollah en la zona del Triángulo Fronterizo entre Argentina, Paraguay y Brasil, y reconoció otros lugares, como Maicao en Colombia, Isla Margarita en Venezuela y São Paulo en Brasil.
Se detuvo en el caso de Venezuela: “Ha sido uno de los principales puntos de entrada de Hezbollah en la región, que ha utilizado a menudo pasaportes venezolanos y otros medios para operar a través de Conviasa”. Hezbollah ha operado como recaudador de fondos en América Latina, incluso en colaboración con organizaciones narcotraficantes en Colombia y con PCC en Brasil.
Ellis recordó incidentes terroristas específicos de Hezbollah en América Latina, como los ataques en Argentina de 1992, contra la embajada de Israel, y de 1994, contra el centro comunitario AMIA. Mencionó el caso de Muhamad Hamdar en Perú en 2014 y la Operación Hashtag relacionada con los Juegos Olímpicos de Río en Brasil. “A medida que las cosas escalan en el Medio Oriente, Hezbollah podría tener motivaciones para atacar a amigos de Israel en la región, ya sea en Argentina o en otros lugares”.
El encuentro sobre la región en tanto parte del puzzle de seguridad global había abierto con el saludo de Mario Montoto, presidente de la Fundación Taeda, coorganizadora del evento con el Jack D. Gordon Institute for Public Policy de FIU, y cerró este viernes con las palabras del decano de la Steven J. Green School of International and Public Affairs de la universidad, Shlomi Dinar.
Fotos: Nacho Martin Films (@nachomartinfilms)