Concluida la primera etapa de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante la primera semana con las intervenciones de los Jefes de Estado y en segunda instancias de los ministros de Relaciones Exteriores, entre ellos el señor Yván Gil. La participación de los jefes de Estado, antes que la de sus subalternos, siempre es esperada con gran interés por sus implicaciones en el escenario político internacional; En particular en este momento, cuando la paz mundial se encuentra amenazada por el fantasma de una guerra nuclear a causa de la guerra de Israel contra los grupos terroristas de Hamás y Hezbolá.
Este encuentro en la Gran Manzana a orillas del East River representa una oportunidad anual para que los líderes mundiales expresen sus visiones, prioridades y propuestas sobre los desafíos globales más acuciantes. Recuerdo que en una oportunidad el expresidente Chávez en la Asamblea del milenio (2000) fue la figura más relevante del encuentro. Recuerdo también que posiblemente debido al éxito en la anterior Asamblea, el fallecido presidente inició su intervención afirmando que la gran sala “olía todavía a azufre”, lo cual no causó los aplausos anteriores, sino mordaces sonrisas de los presentes.
La importancia política de este encuentro está en que la Asamblea General es una plataforma que brinda un escenario global para que los líderes mundiales se dirijan a la comunidad internacional y compartan sus perspectivas sobre temas de importancia mundial; por ello la participación de Putin, Xi Jinping y Maduro era esperada con grandes expectativas y estos perdieron una gran oportunidad de defender sus causas; en particular el presidente de Venezuela al no poder ejercer el voto por los términos del artículo 19 de la Carta de las Naciones Unidas (https://www.un.org/es/ga/about/art19.shtml) junto con Afganistán, Santo Tomé y Príncipe, y Somalia, al encontrarse en mora durante los dos últimos años
La llamada “diplomacia multilateral”, en la persona de los jefes de Estado con sus intervenciones, fomenta el diálogo y la cooperación entre países, promoviendo la resolución pacífica de conflictos y el fortalecimiento de las relaciones internacionales. La presencia de un jefe de Estado y sus intervenciones aumenta la visibilidad de su país en la escena internacional y refuerzan la legitimidad de sus políticas; en particular cuando se tienen que defender sus causas en diferentes escenarios y tribunales internacionales como Venezuela en la CIJ por la reclamación del Esequibo y la CPI, por señalamiento de crímenes de lesa humanidad, debido a que sus intervenciones ante la Asamblea General no tienen la misma fuerza política en influencia en la opinión pública mundial y generar un mayor apoyo a determinadas causas, que la de un ministro transitorio que nunca se sabe si participará en la siguiente Asamblea del próximo año.
Los aspectos críticos a estas Asambleas son la retórica y promesas, sin que siempre se traduzcan en acciones concretas; la repetición de discursos carentes de originalidad, lo que limita su impacto, la falta de seguimiento debido a que muchas de las iniciativas anunciadas en la Asamblea General no cuentan con los mecanismos adecuados para su seguimiento y evaluación, y la polarización, en un contexto de creciente de los conflictos Este-Oeste. Sería deseable una mayor concreción: de los discursos en acciones factibles de alcanzar, dar un mayor seguimiento para lo cual se requiere mayores presupuestos, cooperación para encontrar soluciones comunes a los desafíos globales, mayor transparencia: en la toma de decisiones y en la implementación de las políticas.
No obstante, sin llegar a un optimismo exacerbado, los resultados de la Agenda en estas primeras semanas, se pueden considerar bastantes aceptables en cuanto a la cooperación internacional, con un enfoque en la construcción de un futuro más sostenible y equitativo al lograr los líderes mundiales avances significativos en diversos temas como un Pacto para el Futuro: para busca fortalecer la cooperación internacional, abordar desafíos como el cambio climático, la desigualdad y los conflictos, y garantizar un futuro mejor para las generaciones venideras. El consenso logrado en la Cumbre del Futuro: como el principal escenario para la negociación y adopción del Pacto. Líderes de todo el mundo; siendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): una prioridad central., ratificando el compromiso de alcanzar los objetivos para 2030, Cambio climático: Desigualdad: ante la creciente desigualdad dentro y entre los países, ; Salud global: y la Paz y seguridad: amenazado por los conflictos regionales con posibilidades de una peligrosa escalada.
Las intervenciones de los jefes de Estado en la Asamblea General son un instrumento valioso en la diplomacia multilateral; la diplomacia presidencial; pero su eficacia depende de varios factores, como son: -la voluntad política de los líderes, -la coherencia entre el discurso y la acción y -la capacidad de los países para colaborar en la búsqueda de soluciones a los problemas globales. La cuestión está en que la inasistencia de China o Rusia a la cita en Nueva York, no es nuestro problema. Pero para Venezuela la cuestión es muy complicada, cuando por un lado no se puede participar en la toma de decisiones al estar suspendido el derecho al voto dentro de la Asamblea General y las comisiones de estilo y técnicas, y por el otro, perder una gran ocasión para expresar y fijar posición ante los temas de gran importancia y vitales para el desarrollo del país por el responsable de las relaciones internacionales y no por un funcionario gubernamental, que no se sabe si llegará a la próxima Asamblea; o de defendernos ante las amenazas que se ciernen en los principales tribunales internacionales, que atentan contra nuestros intereses nacionales, soberanía e integridad territorial, ha sido una pérdida de oportunidad y un error en este tablero de las relaciones internacionales y la política exterior.
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