
En lo que va de 2025, dos estallidos de violencia en el departamento colombiano de Norte de Santander han reverberado en Venezuela: uno fue el conflicto armado que se desató en enero en la zona fronteriza del río Catatumbo entre facciones disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que hasta ahora dejó unos 80 muertos y más de 92.000 desplazados; y el otro fue el atentado con explosivos que voló una estación de peaje muy cerca de la ciudad de Cúcuta, con saldo de seis heridos. Pero Venezuela no es solo una víctima colateral del conflicto interno colombiano. En realidad, algunos de sus actores y causas echaron raíces a ambos lados de la frontera binacional.
Documentos oficiales de autoridades colombianas llevan tiempo advirtiendo que, desde hace cinco años al menos, el territorio limítrofe venezolano ya no es tan solo un aliviadero o buffer donde los grupos guerrilleros de ese país, en especial el ELN, se retira a descansar o consigue un burladero para esquivar la persecución militar en su contra. No: ya de hecho sirve, por un lado, de teatro de operaciones y lugar de acuartelamiento, y del otro, de paso para las rutas de tráficos ilícitos -cocaína, armas, oro- cuyo control se disputan los grupos subversivos y del crimen organizado. Con esos fenómenos en la zona se interseca además la voluntad de control político que anima tanto a la propia guerrilla colombiana como a la autodenominada Revolución Bolivariana de Venezuela, que conservan vestigios de una antigua base ideológica compartida y cuyos intereses a veces coinciden -no en otras ocasiones- hasta conformar una alianza de facto que a menudo prefieren no proclamar. Un defensor de derechos humanos venezolano, que se mueve con frecuencia entre los estados de Zulia y Táchira y pidió a Armando.info mantener la reserva de su identidad, confirma que la presencia del ELN del lado venezolano es permanente desde hace años “en todo el límite fronterizo”.
En efecto, la libertad y seguridad de los pobladores de la zona limítrofe se mantienen en vilo. La violencia desatada en el Catatumbo y otras zonas de Norte de Santander representa el afloramiento de pugnas que soterradamente se gestaban en la zona de frontera a pesar de la vigencia del Acuerdo de Paz con las FARC de 2016. El trasiego binacional de negocios ilícitos permitía augurar un nuevo estallido de hostilidades. Mientras los movimientos de actores armados de un lado a otro de la frontera representaban una realidad tangible para los habitantes de la zona, a veces se colaban apenas como un secreto a voces o como simples rumores en medios de prensa. Diversos testimonios perfilaban un hecho del que no se tenían dudas pero sí escasas pruebas. Aunque podía darse por conocida, la situación no parecía estar debidamente documentada. Lo cierto era que los organismos de seguridad y justicia en Bogotá venían haciéndole seguimiento efectivo a esa reorganización geográfica de los futuros frentes de combate y, en particular, del ELN.
Ahora un lote de documentos de inteligencia de las Fuerzas Armadas y de la Fiscalía General de Colombia, al que tuvo acceso el Proyecto de Reportería sobre Corrupción y Crimen Organizado (Occrp, por sus siglas en inglés) que lo compartido con Armando.info, muestra que por lo menos desde 2020 el Ejército Nacional de Colombia conocía el desplazamiento sostenido de tropas del ELN hacia territorio venezolano. “El ELN mantiene su estrategia delictiva resguardando sus principales cabecillas en territorio venezolano, con el propósito de incrementar el Trabajo Político Organizativo (TPO) para desestabilizar la zona fronteriza y continuar sus planes”, se lee en un informe del ejército colombiano preparado bajo el título de Apreciación de las Capacidades Críticas de la Amenaza.
Ya en ese documento, fechado en diciembre de 2021 y que se presentó ante el Comando Sur de Estados Unidos, el ejército colombiano contabilizaba la presencia para entonces de 1.408 guerrilleros del ELN en Venezuela, correspondientes a 26% de su fuerza total (cifrada en unos 5.397 combatientes).
Por Valentina Lares
Más detalles en Armando.info.
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