Cientos de delegados gubernamentales y miles de partes interesadas están reunidos en Cali (Colombia) con motivo de la cumbre de la decimosexta Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB). Es la primera COP sobre biodiversidad desde la adopción del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal (MMB) en 2022. Para Colombia y la región de América Latina, esta reunión histórica es una oportunidad para enviar un mensaje sobre el papel crucial que puede desempeñar la protección de la biodiversidad marina en la lucha contra las crisis del clima y de la naturaleza, y para liderar al mundo en el acuerdo de un plan para alcanzar las metas ambiciosas del MMB.
Por su excepcional riqueza en biodiversidad, Colombia es el país idóneo para acoger la COP16. Está a la vanguardia de la conservación y es un ejemplo inspirador de cómo colaborar con los pueblos indígenas y las comunidades locales para avanzar en la protección marina. Un ejemplo expuesto en la COP16 es el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, creado por Colombia con sus vecinos Costa Rica, Ecuador y Panamá.
El océano está experimentando cambios sin precedentes, como el aumento de la temperatura, la desoxigenación y la acidificación. Las soluciones a muchos de nuestros retos planetarios pueden encontrarse en el mar. Por eso llamamos a los delegados de la COP16 a crear zonas de refugio contra un océano más cálido, ácido y falto de oxígeno de dos maneras: ampliando y reforzando las áreas marinas protegidas (AMP) y preservando los ecosistemas de «carbono azul». Explicamos cómo lograrlo en el Informe sobre el estado del océano 2024 de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO (COI-UNESCO).
Las AMP actualmente cubren cerca del 9% del océano. Esta cifra está muy lejos del 30% que los gobiernos se comprometieron a alcanzar para 2030 (la meta 30×30), pero incluso esto ya marca una diferencia. Un total de 93.106 especies marinas buscan refugio en las AMP existentes, entre ellas 1.473 de la Lista Roja de la UICN, la mayoría de las tortugas marinas y más de 50% de los tiburones. Sin embargo, aunque 72% de las especies marinas amenazadas se refugian en AMP, eso solo incluye alrededor de 7% de sus poblaciones totales. Estas cifras caen drásticamente si solo se toman en cuenta las zonas de veda absoluta, que cubren tan solo 2,4% de los océanos del mundo.
Para alcanzar la meta 30×30, los gobiernos tendrán que crear muchas nuevas AMP y reforzar las que ya tenemos, con el fin de desarrollar de forma sostenible la pesca en las zonas adyacentes y aportar enormes beneficios a la naturaleza y a las personas.
Los ecosistemas costeros sanos proporcionan servicios vitales como filtración de agua, protección contra tormentas, alimentos y medios de subsistencia. Los ecosistemas de carbono azul, como los manglares, las marismas de marea y las hierbas marinas, son también amortiguadores naturales del cambio climático. Capturan el carbono de la atmósfera y lo almacenan en sus sedimentos durante cientos o miles de años. Si no se les perturba, los ecosistemas de carbono azul tienen los mayores índices de secuestro de carbono de cualquier hábitat, incluso más que las selvas pluviales.
El problema es que no se deja que esos humedales costeros se mantengan sin perturbación. Desde 1970, una combinación de actividades humanas y el cambio climático ha provocado la pérdida de entre 20% y 35% de su cobertura mundial. Cuando esto ocurre, hasta 92% de sus reservas de carbono se liberan a la atmósfera, exacerbando el cambio climático.
Colombia puede presumir de una iniciativa innovadora para revertir esta tendencia. El Proyecto de Carbono Azul Golfo de Morrosquillo «Vida Manglar» es el primer proyecto de carbono azul del mundo certificado por Verra. Capturará casi un millón de toneladas de CO2 en un plazo de 30 años mediante la conservación de 7.561 hectáreas; además beneficiará a la población local y a la protección de manatíes y nutrias en peligro de extinción.
Es necesario reforzar medidas de este tipo en todo el mundo y los gobiernos tienen múltiples oportunidades. Por ejemplo, designando ecosistemas costeros como sitios bajo la Convención de Ramsar o como Patrimonio Mundial de la Unesco, e integrando la restauración de los ecosistemas de carbono azul en sus estrategias y en sus planes de acción nacionales en materia de biodiversidad.
Esperamos que la COP16 refuerce los compromisos y las acciones para proteger nuestro océano. Esto debe incluir más AMP y la protección de los ecosistemas de carbono azul. América Latina tiene la oportunidad de demostrar cómo el trabajo por un océano sano y resiliente, en donde los ecosistemas marinos se comprendan, valoren y protejan, puede reportar beneficios para la naturaleza, el clima y las personas.
Elisabetta Bonotto es coordinadora de Proyectos en la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) de la Unesco.
Ward Appeltans es gerente de programa en biodiversidad marina de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) de la Unesco.
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