Alberto Vollmer, heredero de una distinguida linaje que remonta sus orígenes a Francisca Ribas y Palacios, tía del libertador Simón Bolívar, y a Gustav Julius Vollmer, inmigrante alemán que arribó a Venezuela en 1826, se ha consolidado como una figura prominente en el ámbito empresarial venezolano. Nacido el 27 de julio de 1968, precisamente un día antes del natalicio de Hugo Chávez, Vollmer ha enfrentado el desafío de dirigir la empresa Ron Santa Teresa durante la época más turbulenta de la política venezolana.
Las palabras de su padre, pronunciadas en su juventud mientras era entregado a la Valley Forge Military Academy en Pensilvania, resuenan aún en sus decisiones: «No trates de ganarle al sistema; si tratas de ganarle, el sistema te va a ganar a ti; escucha, aprende». Vollmer, quien confesó no ser un estudiante entusiasta, ha aplicado este mantra a su rol de presidente ejecutivo de Ron Santa Teresa y como presidente del Consejo Nacional de Promoción de Inversiones, transformando la adversidad en un terreno fértil para el crecimiento de sus negocios.
Vollmer, ha sabido adaptarse al sistema político que domina Venezuela desde hace 25 años. Sus negocios han prosperado en medio de la crisis, sus tierras han resistido las invasiones y sus proyectos sociales han sido elogiados por el gobierno. Ahora, algunos sectores de la oposición lo ven como un posible candidato presidencial para enfrentar a Nicolás Maduro en 2024, luego que Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar, se haya alejado de la idea de compometerse con la carrera presidencial opositora.
Relaciones con el régimen
La gestión de Vollmer al frente de la empresa familiar no ha pasado desapercibida para el gobierno de turno. Desde su ascendencia a la dirección de la compañía en el ocaso del siglo XX, Vollmer ha sabido navegar las complejas aguas de la política venezolana, manteniendo un diálogo abierto tanto con el fallecido presidente Chávez, de quien destacó su habilidad comunicativa, como con su sucesor, Nicolás Maduro, a quien describe como un hombre más inclinado a la negociación.
La habilidad de Vollmer para la negociación quedó demostrada cuando llegó a acuerdos con quienes ocuparon las tierras de la Hacienda Santa Teresa en el año 2000, un gesto que fue reconocido por los líderes chavistas y que cimentó su reputación como un empresario pacífico y constructivo.
Su presencia no ha sido menos notable en eventos oficiales, como la Expo Venezuela Potencia en el Poliedro de Caracas y la inauguración de la misión Mercosur, donde se le ha visto participar activamente y recibir elogios de figuras como Tareck el Aissami, quien en aquel momento fungía como Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela. Vollmer ha sido un promotor del modelo «pueblo, público, privado», que atribuye al éxito de Ron Santa Teresa.
El dilema de la candidatura presidencial
La reciente convocatoria de Jorge Rodríguez, figura clave del régimen venezolano, para organizar el cronograma de las elecciones presidenciales de 2024, ha colocado a Vollmer en un punto de mira político. Su interacción con Rodríguez, captada en imágenes donde se les ve estrechando manos y compartiendo risas, ha suscitado especulaciones sobre su posible rol como candidato presidencial opositor. Los comentarios no se han hecho esperar; usuarios en redes sociales han criticado su participación en estos encuentros, acusándolo de legitimar lo que consideran un fraude electoral orquestado por el régimen.
La inhabilitación política de María Corina Machado, una de las líderes de la oposición, ha provocado que figuras como Stalin González de Un Nuevo Tiempo y el exrector del Consejo Nacional Electoral, Vicente Díaz, busquen en Vollmer un potencial candidato que pueda enfrentarse a Maduro en las urnas. Con la mirada puesta en las presidenciales, estos actores de la oposición ven en Vollmer una figura capaz de aglutinar el descontento y convertirse en una alternativa viable para el electorado.
El empresariado en la política venezolana
El caso de Vollmer es representativo de cómo ciertos sectores empresariales han optado por mantener una relación pragmática con el gobierno, incluso en tiempos de crisis. Su participación en el Salón de los Escudos del Palacio Federal Legislativo, territorio que Jorge Rodríguez domina con astucia, es testimonio de una estrategia que busca encontrar un equilibrio entre los extremos políticos del país.
El mismo Vollmer, al ser interrogado en el pasado sobre su percepción como «empresario chavista», negó que tal etiqueta le resultara incómoda, reafirmando su enfoque en explotar un «terreno baldío» entre la polarización para hallar oportunidades únicas de construcción y encuentro. Este pragmatismo lo ha llevado a ser aplaudido en diversas ocasiones por el gobierno, que no dudó en otorgar a Ron Santa Teresa importantes créditos y financiamientos, como los 4 millones 390 mil 875 dólares aprobados por el Banco de Comercio Exterior para la adquisición de activos fijos.
La historia de Vollmer es, en cierto modo, la alquimia de convertir la adversidad en éxito. Desde sus primeros pasos en la academia militar donde se formó hasta su rol actual como líder empresarial, ha demostrado una capacidad única para adaptarse y prosperar. Su participación en la narrativa política venezolana, si bien está por definirse en términos de candidaturas, deja entrever un posible nuevo capítulo en su trayectoria.
La posición de Vollmer, en la encrucijada entre el empresariado y la política, planteará sin duda desafíos y oportunidades en un país marcado por la polarización y el cambio constante. Este empresario, cuya empresa ha sabido florecer en medio del chavismo, se encuentra ahora en la mira de una oposición en busca de liderazgos alternativos, y quizás, en un futuro cercano, su nombre resuene no solo en el ámbito de los negocios, sino en la arena política como un outsider capaz de cambiar las dinámicas de poder establecidas.
Relaciones con el poder y sanciones económicas
Vollmer se presenta ante el mundo con una imagen de afabilidad y humildad. Heredero de una tradición familiar que se remonta a la recuperación de la Hacienda Santa Teresa tras la guerra de independencia de Venezuela, Vollmer es reconocido por su trato cercano, tanto que, al igual que su padre Alberto José Vollmer, prefiere ser llamado simplemente «Alberto» por los cientos de trabajadores de la hacienda. Su formación académica transcurrió entre Estados Unidos y Venezuela, alternando con periodos de enseñanza privada supervisada por su madre Cristine Marcellus de Vollmer, mujer de ascendencia inglesa y francesa y descendiente de militares destacados en grandes conflictos bélicos como las guerras mundiales y la de Corea, y también conocida por ser la ferviente fundadora de la Asociación ProVida.
En conversaciones con medios como la BBC, Vollmer se ha definido como un «empresario optimista» y pragmático, quien conscientemente evita las críticas abiertas al panorama político venezolano, prefiriendo enfocarse en la transformación económica antes que en la lucha por el cambio político. «Lo político, se lo dejo a los políticos», afirma. Su postura, lejos de confrontar al gobierno, se basa en una crítica constructiva que prefiere expresar de manera directa y privada, tal como reveló en una entrevista con Bloomberg Línea. Vollmer entiende el valor de mantener relaciones prudentes con el poder, una táctica que ha perfeccionado desde la instauración del proceso bolivariano y que ha fortalecido con figuras como Tareck El Aissami, con quien su acercamiento se describe como «natural» tras la elección de este último como gobernador de Aragua, donde se sitúa la Hacienda Santa Teresa.
La influencia de Vollmer en el gobierno ha ido en aumento, especialmente durante el periodo de sanciones económicas impuestas al régimen venezolano. Desde 2017, ha liderado el Consejo Nacional de Promoción de Inversiones (Conapri), manteniendo reuniones privadas con altos funcionarios chavistas como la vicepresidenta Delcy Rodríguez, para discutir temas de financiamiento, aranceles e impuestos, siempre con un «bajo perfil» que lo resguarde del escrutinio tanto de socialistas comprometidos como de detractores del régimen. Su reelección como presidente de Conapri en febrero de 2022 fue un momento para transmitir un mensaje de cambio en la percepción internacional sobre Venezuela, aunque este optimismo no parece reflejarse completamente ni en el ámbito político ni en el económico a principios de 2024.
En contraste con su visión, la realidad política del país muestra un estancamiento tras el congelamiento del Acuerdo de Barbados, y los resultados económicos no satisfacen las expectativas, en un contexto de recursos públicos insuficientes y la posibilidad de un endurecimiento de las sanciones impuestas al país.
Un posible candidato presidencial
Dentro de la oposición venezolana, hay quienes ven en Vollmer a un operador del régimen que muestra una cara más amable, pero con acceso directo a Washington, donde se presenta como un independiente. Algunos empresarios afines al gobierno de Miraflores lo sugieren como posible candidato para una «transición» diferente a la que proponen las fuerzas democráticas opositoras. Su participación en eventos con objetivos electorales, como los convocados por Jorge Rodríguez, le han obligado a dejar de lado su discreción habitual y a involucrarse de forma más visible en el ámbito político.
La posibilidad de que Vollmer se convierta en una figura de consenso en el panorama político venezolano ha sido sugerida por el presidente de la Asamblea Nacional, y el propio Nicolás Maduro ha expresado en transmisiones de VTV su gusto por el «desapego al poder», lo que abre la puerta a especulaciones sobre si Vollmer podría ser el elegido, al igual que su distinguido ron. La interrogante persiste: ¿Será Vollmer la persona indicada para conducir al país hacia un futuro distinto, o su candidatura es meramente un cóctel preparado con ingredientes del socialismo y un toque de pragmatismo empresarial?