La política venezolana se ha convertido en un teatro de sombras, donde los «alacranes» socavan la esperanza de cambio. Estos actores, que se presentaron como oposición, han revelado su naturaleza de traición y deslealtad. Su complicidad con un régimen corrupto perpetúa el sufrimiento del pueblo y evidencia la fragilidad de un sistema que debería proteger derechos y libertades.
La traición se manifiesta en la Operación Alacrán, un escándalo que sacudió la Asamblea Nacional en 2019. Este operativo de corrupción, denunciado por la oposición, mostró cómo la ambición personal eclipsó el deber de servir al pueblo. Parlamentarios convertidos en mercenarios han socavado las esperanzas de quienes anhelan un cambio, atacando la democracia. Identificar a los alacranes es vital para fortalecer nuestra causa, ya que algunos líderes opositores se han aliado con el régimen, planteando serias dudas sobre su compromiso con el bienestar del pueblo. Esta falta de principios refleja una decadencia moral alarmante y alimenta la desconfianza.
La figura del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero es emblemática. Su actitud condescendiente erosiona la credibilidad de los intentos de mediación internacional, al negarse a exigir transparencia en los procesos electorales, lo que facilita la perpetuación de un régimen que ignora las voces del pueblo. En este clima de descontento, la indignación de la diáspora venezolana se manifiesta en actos de protesta en el extranjero; en Madrid, quienes han huido de la opresión elevan un clamor que no puede ser ignorado. La resistencia se ha vuelto un acto de valentía y la lucha por la verdad es ineludible.
En esta crisis, observamos un fenómeno de anomia que se traduce en la desintegración de las fuerzas colectivas. La desconfianza ha creado un entorno propicio para que los alacranes prosperen. El uso de términos despectivos hacia los actores políticos refleja una frustración generalizada; la ciudadanía está cansada de engaños y falta de acción, lo que exacerba la polarización y confusión. La lucha contra estos traidores debe ser un esfuerzo colectivo para rescatar la ética en la política. Cada ciudadano tiene un papel fundamental en esta lucha; la indiferencia perpetuará el ciclo de corrupción. Es imperativo que cada voz se alce por la justicia y que cada acción sea un paso hacia un país donde la democracia y los derechos humanos sean una realidad.
La historia de Venezuela no está escrita en piedra; todos tenemos la oportunidad de ser autores en esta narrativa. La lucha por un futuro donde la justicia y la libertad sean pilares de la sociedad comienza ahora. Juntos podemos romper el ciclo de traición y reclamar nuestro derecho a un país libre y democrático. Cada acción cuenta. Aunque la realidad es dura y la indiferencia puede parecer la opción más fácil, en este momento crítico debemos elevar nuestras voces y actuar. La historia nos observa; nuestra valentía determinará el futuro. Es hora de enfrentar a los alacranes y luchar por un país donde la justicia y la libertad sean el legado para las futuras generaciones.
Pedro Adolfo Morales Vera es economista, jurista, criminólogo y politólogo.
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