Las elecciones del 28 de julio fueron una contundente demostración de rechazo popular al nefasto gobierno de la corrupta pandilla cívico-militar. Desde hace años habían perdido el apoyo de la clase popular. No había existido un gobierno tan antisocial por sus políticas económicas asfixiantes contra la sociedad venezolana, ni tan antiobrero, como el dirigido por Maduro y sus secuaces. Más de 8 millones de venezolanos han tenido que abandonar su patria porque se morían de hambre o enfermedades, más de 8 millones votaron en contra, más los 3 millones y medio que no dejaron inscribir en el registro electoral, nos muestra que 92,4% rechaza al oprobioso régimen; lo respalda apenas 5,3%, muchos de ellos obligados con los bonos, los CLAP y los cargos.
Todo el mundo en Venezuela sabe que Edmundo González ganó sobrado, a pesar del ventajismo, la persecución a periodistas, el chantaje a los medios, la censura, el uso descarado de los recursos públicos y amenazas de sangre y muerte. Los militares que presenciaron el conteo, los testigos de mesas (chavistas y no chavistas), el público que presenció los escrutinios, testimonian que hubo una avalancha de votos contra Maduro. La sala situacional de Miraflores conocía semanas antes que la gente saldría a votar contra el régimen, ese día a las 4:00 de la tarde ya sabían que la derrota era aplastante y empezaron a poner el robo electoral en marcha. Se trataba de que Amoroso diese unos resultados proclamando ganador a Maduro y las tropas con mandos leales en la calle para reprimir criminalmente tenían que impedir que la protesta nacional cogiera cuerpo, para ello debían actuar con todo el poder de las armas. Simultáneamente, tenían que hacer represión selectiva contra dirigencia política, periodistas y la base popular (testigos electorales).
Este descarado robo electoral trascendió las fronteras nacionales, por observadores electorales (Centro Carter), la observación diplomática, las informaciones de la prensa, los testimonios de testigos electorales y la evidencia en 73,2% de las actas electorales (posteriormente se recabó 7,4%), que confirmaban que Maduro había perdido las elecciones por paliza. Esto condujo a que los países democráticos no reconociesen la proclamación de Maduro, incluso que gobiernos muy afectos al chavismo como los de Petro y Lula exigiesen que se mostrasen las actas electorales.
Maduro y su pandilla han hecho oídos sordos ante estos llamados. Sin ningún pudor recrudecieron la represión interna y se atrincheraron en afianzar a Maduro en la presidencia. Este cerrojo de Maduro y secuaces ha generado reacciones internacionales que conducen al oprobioso régimen venezolano a un mayor aislamiento. Los movimientos de MCM, EGU y la plataforma democrática en el exterior han tenido resultados favorables para que se alcance en corto tiempo el retorno a la democracia en Venezuela.
Por otra parte, las políticas económicas de la pandilla cívico-militar apuntan a profundizar la situación de Estado fallido de Venezuela. Son innumerables los problemas que afectan a la población venezolana, no hay garantía del propio funcionamiento del Estado y los servicios básicos a la población, la deuda externa es inmensa, no producen recursos para satisfacer las necesidades esenciales de los ciudadanos, para cubrir esta bancarrota lo hacen imprimiendo dinero inorgánico que ha causado una inflación que castiga más al pueblo. Como si fuese poco, le añade devaluación monetaria que pulveriza criminalmente los pocos ingresos de los asalariados. Esto le resta más capacidad de maniobra interna y se afianza la repulsa popular contra la pandilla gobernante.
Internacionalmente, el gobierno de Maduro y pandilla es repudiado. Se conoce la violación sistemática y permanente de los derechos humanos, pero, además, el régimen mantiene contacto y apoyo a grupos extranjeros violentos y bandas dedicadas a actividades ilícitas. Lo que significa que en la diplomacia se tenga al régimen como factor de perturbación y se desconfíe de su seriedad en los compromisos internacionales. Reciente está el ridículo hecho por Maduro en la Cumbre de BRICS. Esta desconfianza hacia el régimen se ha traducido en la práctica en un mayor desconocimiento y acorralamiento del gobierno madurista. Evidentemente, con el triunfo de Trump y la designación de Marco Rubio, las políticas de Estados Unidos contra el régimen dictatorial se endurecerán. Nótese que han resurgido voceros internacionales importantes que reclaman un pronto pronunciamiento de la CPI contra la cúpula criminal gobernante en Venezuela.
En medios políticos europeos y norteamericanos, en la última semana se ha oído que cierto sector militar venezolano quiere negociar una transición pacífica de retorno a la democracia, exigen que se les garantice a ellos amnistía por su colaboración en el restablecimiento del orden constitucional. En realidad, es una propuesta que habían formulado MCM y otros, pero no la habían atendido. Esto significa que perciben acorralamiento y aislamiento de Maduro, sienten la presión y que el barco se hunde. Vamos ¡hasta el final!
Rodrigo Rivera Morales es doctor en Derecho Constitucional y Derecho Procesal. Correo [email protected]
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