Vivir en una democracia implica tanto derechos como responsabilidades. Es fundamental que los ciudadanos se mantengan informados, participen en el proceso político y defiendan los principios democráticos, donde no solo se tenga el derecho a opinar, sino que lo que se diga no sea consecuencia de condenas. RGM
Nunca faltan unos alocados atorados, generalmente desconocedores de las dudas, seres infalibles que ya quisiera Dios para Él tal sapiencia; que azuzan, instigan, que se revelan bajo una supuesta coraza de valor de la cual carecen, cuando critican a María Corina Machado y a Edmundo González Urrutia por el hecho de que no convocaran el 10 de enero a los venezolanos hasta la sede de la Asamblea Nacional donde se juramentaba el candidato que resultó derrotado de la manera más intensa posible, fuera él quien jurara ese día frente a la Constitución como presidente electo. No voy a decir aquí lo que todos conocen al dedillo; unos porque lo hayan vivido o bien otros porque se los hayan contado. En otras palabras, hacerse cargo de las consecuencias es un pilar fundamental en una democracia, y en la vida en general. Por eso no tiene sentido transformar a nuestros compatriotas en una especie de kamikaze o de atacantes suicidas. Estas acciones de riesgos extremos, también conllevan.
Asumir la responsabilidad de las acciones y decisiones, tanto individuales como colectivas. Quedó en evidencia que tanto MCM como EGU, ambos líderes, fueron transparentes y conscientes en sus acciones y que pueden rendir cuentas diáfanas a los ciudadanos frente a esos momentos bien complejos que tuvieron que afrontar. Sin embargo, no podemos dejar por fuera que al participar en el proceso democrático, como votar o involucrarse en movimientos sociales frente a gobiernos ásperos, los ciudadanos también asumen la responsabilidad de los resultados de esas acciones. Hacerse cargo de las consecuencias implica una madurez cívica y un compromiso con el bienestar común. Es una muestra de integridad y respeto hacia los demás miembros de la sociedad.
La vida en una democracia ofrece una variedad de experiencias y oportunidades que no se encuentran en otros sistemas de gobierno. En una democracia, se valora la participación ciudadana, la libertad de expresión y el respeto por los derechos individuales. De seguida, he aquí algunos aspectos clave de la vida en una democracia: Los ciudadanos tienen la oportunidad de votar, postularse para cargos públicos y participar activamente en la toma de decisiones que afectan a su comunidad y país y sin ningún tipo de consecuencias. Lo que es lo mismo, que las personas pueden expresar sus opiniones, criticar al gobierno y organizarse en torno a causas importantes sin temor a represalias, sin amenazas, sin temor al tuntún a medianoche. En las democracias se protegen los derechos humanos, como la igualdad ante la ley, el derecho a un juicio justo y la protección contra la discriminación, a diferencias de las dictaduras donde se castigan inmisericorde.
Finalmente, lo que nos hace grandes en la lucha por la libertad son los valores que no permiten diferenciar entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto. La lucha por la democracia es una causa noble y significativa que ha inspirado a personas y movimientos en todo el mundo.
Por tanto, podemos afirmar, como consecuencia, que vale la pena luchar por ella…
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