Ron Davis Álvarez no para. Sus días son ajetreados. Trabaja sin descanso. De lunes a lunes. Sale de casa temprano y regresa tarde. Una rutina similar a la que tenía en Caracas, pero menos caótica. En vez de mototaxi o metro, se mueve en tren por toda Suecia para dar clases, tocar o dirigir junto a El Sistema Suecia o en busca de patrocinio para la Dream Orchestra, orquesta que fundó en 2016 integrada por músicos refugiados en el país nórdico.
Su esfuerzo no ha sido en vano. En agosto, el violinista y director de orquesta caraqueño formado en El Sistema fue considerado uno de los CNN Heroes 2024, reconocimiento creado por la cadena de televisión para honrar a las personas que hacen contribuciones extraordinarias y marcan la diferencia en sus comunidades. Ron Davis es el primer venezolano en recibir este reconocimiento y también el primero en ser finalista para convertirse en Héroe del Año 2024, que elige el público a través de una votación en línea, que cierra el 3 de diciembre.
La noticia lo tomó por sorpresa. El violinista de 38 años de edad no esperaba que su historia fuera seleccionada y mucho menos considerada entre las cinco más impactantes. “Cuando me llamaron para darme la noticia fue muy gratificante, emocionante, me puse a llorar de la emoción”, cuenta el director de orquesta, a quien le gustaría ser nombrado Héroe del año 2024 porque, más allá del reconocimiento, la historia ganadora recibiría un premio de 100.000 dólares para su proyecto, lo que ayudaría a financiar uno de los grandes sueños de Álvarez: un centro de desarrollo para docentes a nivel mundial que trabaje con jóvenes refugiados. “Ganemos o no, es algo que estamos haciendo”.
Más allá de los reconocimientos, para Ron Davis Álvarez lo más gratificante de su trabajo con la Dream Orchestra, que comenzó con apenas pocos músicos, pero que hoy cuenta con más de 300 de todas las edades y más de 25 nacionalidades, es ver cómo los jóvenes que vienen de contextos difíciles, de guerras, logran a través de la música sentirse seguros y permitirse soñar de nuevo para que sus vidas cambien. “Ese es el mayor logro”, asegura.
Ron Davis Álvarez es director de la Dream Orchestra y director artístico del campamento Side by side, de la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo. También apoya a El Sistema Suecia, donde fue director artístico hasta 2019, en algunos proyectos. Uno de sus sueños es regresar a Venezuela para seguir aportando en la formación de la nueva generación de músicos venezolanos, aunque trata de volver cada vez que puede. Sin embargo, siente que ahora mismo tiene una misión importante: llevar la música a espacios en los que la gente no se siente segura, algo que aprendió en Venezuela, en El Sistema. “Uno de mis mayores sueños es eliminar el sonido de las bombas con el sonido de aplausos y de los instrumentos”.
—En agosto, fue seleccionado entre los Héroes 2024 para CNN y ahora figura en el top 5 del listado. ¿Cómo recibió la noticia?
—Me tomó de sorpresa porque las otras historias también son muy impactantes. Ya el hecho de haber sido seleccionado como CNN Heroes era algo importante, increíble, pero no esperaba que me escogieran como una de las cinco mejores historias del año. Cuando me llamaron para darme la noticia para mí fue muy gratificante, emocionante, me puse a llorar de la emoción, sobre todo por los momentos tan difíciles que estamos viviendo en el mundo, tantas crisis, no solamente políticas, también religiosas, conflictos de guerra, fenómenos naturales que han dejado a gente sin casa. El número de refugiados está creciendo en el mundo de forma increíble y tener un mensaje hacia, justamente, los desplazados, los refugiados, hacia la gente que está huyendo de un país para tener una vida mejor es algo muy importante en estos momentos.
—¿Qué representa para usted, para su carrera y su trabajo con la Dream Orchestra ser reconocido como uno de los héroes de este año?
—Para la orquesta ha sido un orgullo y al mismo tiempo una responsabilidad, que los hace sentir muy honrados. Es un proyecto que empiezas con tanto amor, un proyecto pequeño, de hormiga a hormiga, como quien dice, y lograr ser reconocidos a nivel mundial es una cosa que impresiona. Todos están muy contentos, muy emocionados. Estamos votando y pidiéndole a nuestros amigos que lo hagan porque la votación es hasta el 3 de diciembre. Soy el primer venezolano en ser nombrado como CNN Heroes y el primero participando por el título de CNN Hero of The Year desde que empezó el programa hace 18 años. Es importante porque, aunque la orquesta ha ganado reconocimientos internacionales importantes, cada reconocimiento tiene su propio valor y su propio momento.
—CNN lo siguió durante dos años. ¿Cómo fue este tiempo?, ¿qué implicó?
—Ellos hicieron un documental de 9 minutos, que está en su página web, en el que me entrevistan a mí y a una familia de Ucrania y a un chico de Afganistán, que son alumnos de la orquesta. También hay un artículo con mi historia y la del proyecto. Ha sido un trabajo de casi dos años, en los que entrevistan a las personas que trabajan conmigo, a mis alumnos, a los programas a los que he ido en diferentes partes del mundo, a personas que no trabajan conmigo pero que hacen cosas similares para ver si realmente tenemos un proyecto que sea único.
—El héroe de 2024 para CNN se conocerá en diciembre, luego de una ardua votación que están impulsando los seleccionados. ¿Le gustaría alcanzar el puesto número 1?
—Una de las cosas importantes de ser nombrado CNN Hero of The Year es que la organización recibe un apoyo económico importante, 100.000 dólares, lo que está muy bien. Pero, más allá de lo económico, ganar te da la oportunidad de que tu proyecto sea conocido y que la gente pueda apoyarte más o inspirarse para hacer cosas similares.
—De ser el héroe 2024, ¿cuál cree que sea el impacto que este reconocimiento puede tener tanto para usted como para la Dream Orchestra?
—Bueno, nosotros queremos crear un centro de desarrollo para docentes a nivel mundial que trabajen justamente con jóvenes refugiados y desplazados. Entonces, ganemos o no, eso es una vía que ya de alguna manera estamos haciendo porque apoyamos proyectos en Ucrania, el Medio Oriente y la idea es expandirnos más. Con el conocimiento y con el apoyo de organizaciones que nos conocen a través de esta oportunidad podemos consolidar el proyecto.
—Hace ocho años creó la Dream Orchestra. Un trabajo que no fue fácil y que comenzó con apenas pocos músicos, pero que hoy cuenta con más de 300 de todas las edades. Además de este reconocimiento de CNN, ¿qué satisfacciones le ha dado la orquesta?
—Más allá del reconocimiento, ver a nuestros jóvenes integrarse dentro de la sociedad, sentirse en un lugar seguro, permitir que su vida cambie a través de la música, sentir que aunque están llegando a un país completamente solos, están logrando cosas importantes. Eso creo que es el mayor logro.
—La Dream Orchestra está formada por músicos de 25 nacionalidades, entre ellas hay músicos venezolanos?
—En la orquesta tenemos músicos venezolanos, del Medio Oriente, del continente africano, de Ucrania. Tenemos más de 20 nacionalidades en la orquesta. Músicos de Afganistán, Hungría, Egipto…
—Al ser tantos músicos de países distintos, que no hablan el mismo idioma, ¿cómo es la comunicación durante los ensayos?
—Utilizamos mucho la parte visual, imitativa. También usamos como lengua el inglés, pero también el sueco y algunas palabras en español. Es un mix y la música se convierte en el punto de encuentro. Cuando uno emigra, cuando una persona deja su país, con esa persona viajan también muchos conocimientos, mucha nostalgia, el deseo de querer seguir adelante y sentir un poco tu corazón entre lo que se queda y donde llegas. Ahí es que creo que la música se convierte en un puente. Yo siempre he dicho que la música y la comida te ayudan a conectarte con quién eres. Eso ha hecho que los músicos conecten. En Suecia tenemos algo que se llama fika, que es un momento de café y comida para compartir, y lo hacemos todos los sábados o viernes cuando tenemos ensayo. Es un momento justamente para integrarse y aprender de los otros. Creo que ha sido un proceso de entendernos, conocernos y aprender uno de los otros.
—¿Cuántos voluntarios hacen posible el trabajo de la Dream Orchestra?
—Tenemos muchos porque son los mismos papás de los músicos. A veces tenemos 30 o 10, es algo muy variado. No es algo fijo, pero si contamos con un grupo grande de voluntarios.
—¿Siente que ha cumplido con lo que se planteó cuando comenzó la orquesta: ayudar y darle algo de luz a los migrantes en Suecia?
—Definitivamente me siento muy feliz del impacto que ha generado el proyecto hasta ahora. También siento que estamos en el comienzo de una nueva etapa que es justamente crecer y ayudar a más personas.
—Usted es migrante y ayuda a migrantes a través de la música. ¿Cuál es el aporte de la migración, por ejemplo, a la sociedad sueca?
—Para los migrantes nunca es fácil llegar a un nuevo país, tienes que adaptarte a tantas cosas y a una tan diferente. Sin importar de dónde vengas, siempre es muy difícil. Obviamente, para algunos es más fácil, pero creo que lo importante es que al lugar adonde vayas puedas contribuir y ayudar a construir, porque eso es lo que siento que tenemos que hacer y cada quien desde su lugar intentar aportar algo. Creo que eso es lo que estamos tratando de hacer desde Dream Orchestra, construir una mejor sociedad, una mejor comunidad.
—¿Cómo ha sido su experiencia como migrante?
—Yo viví en Groenlandia tres años. Allí ayudé a crear una orquesta al norte de Groenlandia, la primera orquesta más alta del Círculo Polar Ártico. Trabajé en un orfanato donde aprendí una cosa tan brillante viviendo allá: no importa donde llegues, no importa en dónde estés, lo importante es cuánto puedes aprender y cuánto puedes aportar. Entonces, para mí ha sido una experiencia de aprendizaje y siento que tengo una misión que es la misma misión que la de El Sistema en Venezuela, la que yo aprendí: llevar la música a todo el mundo y me lo tomo muy en serio. Mi migración se ha basado en eso, en poder aportar.
—¿Cuáles son las historias más difíciles con las que se ha encontrado entre los migrantes que llegan a su orquesta?
—Cuando deportan a jóvenes de la orquesta ha sido muy duro. Los bombardeos, cuando te enteras que una de las familias de la orquesta perdió a alguien de los suyos por bombas o ataques. Tengo un estudiante de piano que dice que su mamá lo despertó a las 4 de la madrugada, cuando comenzaba la guerra en Ucrania, para pedirle que hiciera un bolso porque se tenían que ir. En menos de 20 minutos tienes que meter toda tu vida en un bolso y salir corriendo. Tenemos estudiantes de Afganistán que hicieron el viaje de la muerte, que es ese viaje en balsa entre Turquía y Grecia, solos, sin sus padres. Estas historias que cada joven trae consigo son muy duras, muy fuertes, inimaginables. Historias muy similares a las de muchos venezolanos a los que les toca atravesar la selva del Darién.
—¿Cuáles son los temores de esa población?
—Hay muchos temores, pero creo que el más grande es cuando huyes de una guerra. Sentir que puedes seguir adelante y soñar es algo que se pone lejos cuando escapas de situaciones como esas.
—Al frente de la orquesta, además de su director, ha tenido que ser una suerte de terapeuta para los músicos?
—No diría que terapeuta, pero lo que sí hago es apoyar. Si requieren ayuda profesional, la conseguimos. Nosotros somos, sobre todo, un acompañamiento humano para ellos, te conviertes en parte de su familia y estás para escucharlos, apoyarlos y guiarlos si necesitan alguna ayuda profesional, que muchos de ellos la requieren. Desde la Dream Orchestra nos tomamos la salud mental muy en serio y los ayudamos a conectar con su desarrollo emocional. Para mí también es muy importante, hago terapia semanal. He tenido la oportunidad de trabajar en campamentos de refugiados en Grecia, Líbano, Jordania y eso me ha permitido conectarme con los pasos y procesos que ellos tienen antes de llegar aquí.
—¿Cuál es la percepción que se tiene en Suecia de los músicos venezolanos?
—Ellos están encantados con el trabajo que se ha ido realizando. Yo, por ejemplo, dirijo un campamento, uno de los más grandes a nivel mundial, que se llama Side by side, con la Sinfónica de Gotemburgo. Allí, cada año, dirijo a 2.500 niños. Los suecos dicen que está inspirado de la mejor manera en El Sistema venezolano. También es una cosa que va más allá, porque el maestro Gustavo Dudamel fue director de la Sinfónica de Gotemburgo, por lo que hay un respeto increíble hacia los músicos venezolanos y hay un respeto increíble hacia la Dream Orchestra.
—Además de estar al frente de la Dream Orchestra, también es director artístico de El Sistema Suecia. ¿Cómo es un día normal en la vida de Ron Davis? ¿Cómo divide su tiempo?
—Actualmente solo dirijo la Dream Orchestra y soy el director artístico del Side by side, porque ahora mismo no me doy abasto. Sigo apoyando a El Sistema Suecia, dirijo algunos proyectos, pero ahora estoy enfocado en la Dream Orchestra. Trabajo casi de lunes a lunes y viajo mucho porque también apoyo a El Sistema en Suecia. Por ejemplo, un día puedo estar aquí y otro día puedo estar al norte de Suecia. Puedo estar dando clases en los suburbios o trabajando con la Dream Orchestra, buscando dónde están llegando nuevos refugiados, buscando patrocinio, trabajando como gerente o tocando. Mi día es 24/7 y mi familia siempre está conmigo. Siento que trabajo muchísimo y creo que eso lo aprendí en Venezuela. Yo vengo de Guatire y estudiaba en Sartenejas, después salía y tocaba en la Filarmónica. Llegaba a mi casa a las 10 de la noche y me tenía que levantar a las 3 de la mañana. Me movía en metro o mototaxi, hacía las tareas en el vagón. Así era mi día a día. Yo soy todo terreno, pero sin romantizar la escasez o las dificultades. Siempre trato de mantener los pies sobre la tierra y no importa si, por ejemplo, me invitan a la cena del Premio Nobel con los reyes: siempre recuerdo que vengo de Guarenas y nací en el barrio de El Guarataro. Tener eso presente siempre me recuerda de dónde soy y trato de no perder esa conexión.
—¿Cuándo fue la última vez que visitó Venezuela?
—El año pasado estuve en Venezuela. Trato de ir cada año a dar clases en Guatire y Guarenas o a los núcleos de Mamporal, San Antonio. Me gusta dar clases en Caracas, pero prefiero ofrecerlas en los núcleos del interior o de los lugares cercanos donde crecí, Río Chico, Higuerote, porque sé que los recursos en esos lugares son más difíciles de conseguir. Por eso, trato de ir aunque sea una vez al año, no solo para nutrirme de la energía de los niños sino también para poder aportar y mostrarles que incluso en situaciones muy difíciles uno no puede dejar de soñar. Cuando alguien de un lugar muy chiquitico en Venezuela me dice: ‘Quiero ser astronauta’, siempre le digo: ‘Sueñe con eso y trabaje por eso’ porque es posible llegar adonde uno quiera siempre y cuando esté presente ese trabajo de hormiguita.
—¿Le gustaría volver a Venezuela con la Dream Orchestra?
—Claro que me encantaría, pero lamentablemente por los casos migratorios de mis alumnos, que muchos no tienen ni pasaporte, no se puede. Es imposible por ahora, pero en 2012 llevé a mis alumnos de Groenlandia a Venezuela en dos oportunidades. Siempre trato de conectar mis raíces con el lugar en el que esté.
—¿Qué planes tiene para el próximo año con la orquesta?
—Estamos trabajando en desarrollar un centro de entrenamiento. Este año estuvimos con unos alumnos en Chicago y otros estuvieron en Barcelona tocando con el maestro Gustavo Dudamel. Lamentablemente no podemos viajar con toda la orquesta, pero por lo menos con algunos sí, entonces tenemos unos viajes el año que viene con ellos.
—¿Cómo percibe la migración de músicos formados en El Sistema que ahora están en importantes orquestas del mundo buscando un futuro mejor?
—Creo que nosotros somos un referente en el mundo actualmente por la formación que tenemos dentro de El Sistema. Ahora hay muchos músicos venezolanos en orquestas importantísimas, tanto directores como músicos o personas que están haciendo cosas increíbles alrededor del mundo. Creo que eso debería hacernos sentir orgullosos y al mismo tiempo seguir compartiendo que en Venezuela estamos hechos no solamente de talento, sino de estudio y de trabajo duro. En este momento, cuando hay muchos migrantes venezolanos llegando a otros países y hablan hasta mal de algunos venezolanos, yo les digo que no generalicen porque hay muchos venezolanos que están haciendo un trabajo duro por mostrar no solamente de qué estamos hechos, sino lo que podemos hacer por otros.
—¿Le gustaría en un futuro trabajar más de cerca con El Sistema? ¿Ayudar a formar a una nueva generación de músicos?
—Uno de mis sueños es poder seguir aportando en la formación de los jóvenes venezolanos, compartir mis conocimientos y tantas cosas adquiridas que he tenido durante estos años, no solamente en Venezuela. Siempre he tenido esa puerta abierta para las personas que me buscan y me piden ayuda y apoyo. Obviamente me gustaría ir más seguido a Venezuela, pero siento que estoy construyendo una organización acá, que es como un bebé que no puedo desatender. Me considero un venezolano que no solo está apoyando a Venezuela, sino también a disminuir las crisis mundiales. Uno de mis mayores sueños es eliminar el sonido de las bombas con el sonido de aplausos y de los instrumentos. Creo que tengo una misión a nivel mundial y es llevar la música a esos espacios donde la gente no se siente segura. Eso lo aprendí en Venezuela y lo llevo en mi corazón. No importa adonde vaya, siempre voy a regresar a Venezuela porque es mi tierra, mi gente, y porque quiero que otras personas también puedan soñar. Necesitamos construir un mejor país porque ese país que está viviendo tanta dificultad también lo construimos desde las ganas de hacerlo.
—¿Cómo se imagina Ron Davis en la próxima década? ¿Qué quiere alcanzar?
—Me gustaría poder apoyar otros programas alrededor del mundo, poder viajar entre Venezuela y Groenlandia, que es uno de los países que está en mi corazón siempre por las experiencias vividas en el orfanato donde viví y trabajé. Ahora, con el internet, se puede apoyar a muchos lugares como estamos haciendo con un programa en Ucrania. Me gustaría pasar de apoyar a cientos o miles de personas a apoyar a millones que quieran acercarse a un aprendizaje musical colectivo que permita el desarrollo de sus habilidades socioemocionales a través de la música.
—El Sistema cumple 50 años en febrero. ¿Tus deseos para ese proyecto que ha transformado vidas como la tuya?
—Deseo que El Sistema siga creciendo, que sigan formando a niños y niñas de la misma manera que lo ha hecho desde sus inicios. También deseo que tengamos una Venezuela en la que el niño realmente pueda soñar, pueda tener una mejor educación, pueda tener los recursos necesarios, que los docentes sean bien pagados, que los viejitos tengan mejor pensión, que las personas puedan sentirse seguras. Para mí soñar no solamente significa que El Sistema construya, para mí soñar es que los venezolanos puedan ir, volver, y que nadie sea perseguido. Para mí lo más importante no solamente se refiere a El Sistema sino también a la realidad de Venezuela. Yo quiero una Venezuela mejor. Yo quiero una Venezuela en la que las cosas realmente funcionen mejor, que la gente pueda vivir abiertamente. Creo que ese es mi sueño más profundo. Y le deseo a El Sistema que siga construyendo y dando la oportunidad porque justamente lo que pasa en El Sistema es una de las cosas que une a los venezolanos, así como pasa con la Vinotinto. Siempre he dicho que la Vinotinto y El Sistema unen al país.
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