Ella Bric tenía tiempo batallando con su creatividad. Las letras ya no fluían como antes. Le costaba enfrentar la hoja en blanco. La música, considera, tiene que ser un reflejo del artista, de su alma. Por mucho tiempo estuvo tratando de encajar en un molde, en un sonido que no era el suyo, hasta que –después de una intensa búsqueda– decidió soltar y mirar hacia dentro, a su niña interior. Se permitió abrazar y reconectar con la pequeña Linda Briceño, aquella niña de San Antonio de Los Altos que creó ese alter ego que, sin saberlo, tanto la protegió. Era lo que necesitaba. Todo volvió a fluir de nuevo.
Una noche, luego de un largo ensayo para el Mañana será bonito tour de Karol G, gira en la que la trompetista venezolana formó parte de la banda, decidió tomarse un descanso, unos minutos solo para ella. Se sentía abrumada por tantas horas de ensayo. Estaba en Medellín, en una locación secreta rodeada por mucha naturaleza, donde solían ensayar con la cantante colombiana cuando estaban en su ciudad. Como si de un impulso se tratara, tomó una guitarra y se sentó a cantarle a La luna, a las estrellas, al cielo de la ciudad colombiana, el lugar más cercano de Venezuela en el que había estado en los últimos diez años.
“Todos estos elementos hicieron que el momento fuera perfecto para que se diera ese tiempo de escritura que ya se estaba cocinando. Tenía algunas melodías pero no terminaba de escribir lo que quería decir”, dice Ella Bric sobre “Medellín”, una bossa nova y la primera de varias canciones que le darán forma a un álbum en el que está trabajando.
La inspiración había regresado. Estaba lista para seguir adelante, dar el siguiente paso, pero la gira la mantenía ocupada. Decidió guardar la canción para cuando pudiese dedicarse a ella. Cinco meses después, en mayo, llegó la oportunidad. Estaba en São Paulo por el cierre de la etapa latinoamericana del Mañana será bonito tour. Tenía que grabar la canción en Brasil con músicos brasileños. “Cuando llegué me dije: ‘Estoy en Brasil por primera vez en mi vida, tengo que aprovechar la oportunidad. Así sea que me meta en el estudio sola, lo voy a hacer”. De inmediato, se puso manos a la obra. Buscó entre sus contactos y le escribió a un amigo ingeniero de sonido para que la ayudara a conseguir un buen estudio. La puso en contacto con Alexandre Fontanetti, compositor brasileño y dueño del estudio Space Blues.
“Le expliqué todo lo que quería hacer. Le dije que tenía una canción, una bossa nova que quería grabar con músicos brasileños. Me dijo que, precisamente, en esos días iba a estar un trío maravilloso y que podía preguntarles si estaban abiertos a grabar. Resulta ser que el guitarrista era uno de los directores musicales de Buena Vista Social Club, el bajista tocaba con Djavan y el percusionista también tocaba con su proyecto como solista increíble”, cuenta la cantautora y trompetista formada en El Sistema como Linda Briceño, hija del gran baterista Andrés Briceño.
Todo fluyó. La barrera del idioma no fue impedimento. “Yo no hablo portugués, muy poco, pero eso es lo maravilloso de la música ¿no? También llegué preparada, traté de hacer la música en papeles, en partituras, lo más claro posible para ellos. Realmente se sintió como un sueño, se sintió muy mío porque es la música con la que crecí y es su música es algo natural en ellos”.
Todo se grabó en un par de horas, los instrumentos y la voz; sin embargo, Ella sentía que a la letra todavía le faltaba algo. Llamó a su amiga Alejandra Ruiz Ocampo, compositora mexicana conocida como Pambo. A través de una sesión de Zoom, una en México y la otra en Nueva York, comenzaron a darle forma a la canción hasta que quedó cómo la también productora quería. “Es algo muy mágico porque la canción se grabó en la última fecha de la gira de Latinoamérica en Brasil, hay un break en México a través de Zoom y grabé esa segunda versión que hice con Pambo en Madrid en la última fecha del tour. La grabé con un gran productor e ingeniero, Emilio Esteban. Con él hice las voces. Por eso digo que esta canción se grabó entre Brasil, España y México de alguna manera. Fue un proceso multicultural, multipaís que nos trajo mucha satisfacción”.
Un camino retador para sanar
Reconectar de nuevo con su música, con su identidad artística, fue una experiencia liberadora para Ella. Le permitió, finalmente, abrazar y aceptar lo que es: una gran baladista. Por mucho tiempo, estuvo peleada con esa idea hasta que entendió que no debe tratar de encajar en un sonido o estilo que no siente suyo. Tiene que ser sincera con su música, pero sobre todo consigo misma. “Me conseguí muchas veces tratando de ser quien no era hasta que me dije: ‘Si esta canción es importante para mí, eso tiene un valor y la voy a compartir con el mundo y que ellos decidan si es importante’. Sin ningún tipo de expectativas”.
Sanar no fue fácil. Le tomó mucho tiempo y esfuerzo. Al principio, no estaba segura de qué le pasaba. Solo sabía que tenía un gran bloqueo creativo. Le costaba escribir y no sabía por qué. Preocupada, buscó soluciones hasta que dio con un libro que, sin saberlo, la ayudaría a reconectar con su lado creativo, con su niña interior: El camino del artista: un sendero espiritual hacia la creatividad, de Julia Cameron. “El libro, básicamente, ayuda a sanar los bloqueos creativos a través de volver a hacer cosas que hacíamos de niños y que, por alguna razón, dejamos hacer, como manualidades o dibujos. Te hace entender que el hecho de crear es más simple de lo que uno cree”.
El libro llamó su atención. Compró la versión digital y comenzó a leerlo en su celular. El primer capítulo le pareció fascinante y continuó hasta que vio que, para continuar con la lectura y que tuviera sentido, tenía que hacer una serie de ejercicios. Lo dejó hasta que, un año después, a mitad de la gira de Karol G, lo retomó. “Decidí atreverme a hacer el camino del artista para ver cómo me iba, sin ningún tipo de expectativa. A medida que empecé a leerlo, había momentos en los que pensaba que el libro era brujería porque predice todo lo que vas a sentir en el proceso. Me pasaba que lo que describía el libro coincidía con lo que sentía o me pasaba. Recuerdo que le escribía a mis amigas: ‘Siento que esto es brujería y que estoy leyendo un libro de Harry Potter, que tiene magia esta vaina’”.
A medida que completaba los ejercicios, Ella Bric sentía como, poco a poco, su bloqueo se iba desvaneciendo hasta que finalmente desapareció. Uno de los retos que más le costó fue escribir tres páginas de ideas o pensamientos todas las mañanas. “Al principio, me costaba muchísimo escribir porque creía que no tenía qué decir, pero luego, sin darme cuenta, cuando iba por la mitad, todo empezaba a fluir. Creo que el hecho de hacer el ejercicio todos los días y de escucharte a ti mismo es una manera de renunciar al ego. Y cuando dejamos el ego atrás, dejamos espacio para que esa niña interior salga y cree sin limitaciones. Por eso, cuando escuchas la canción (“Medellín”), yo la siento muy pura y creo que de eso se trata la música. Siempre hay que revisar a ese niño interior para ver dónde está”.
En el proceso, además del libro, a la compositora la ayudó mucho encontrarse en el camino con personas que estaban pasando por una situación similar. “Me conseguí con otros artistas que trataban de hacer lo mismo en sus propios procesos, eso me dio muchísima fuerza en este proceso de bloqueo creativo del que me he curado. Me hizo entender la importancia de la colaboración, de crear comunidades, es fundamental. Me sentí muy acompañada y apoyada por mis seres queridos, por mis amigos, por mis músicos que me inspiraron de alguna manera a hacer”.
“Medellín” es solo el principio de lo que viene, asegura Ella. “Esta experiencia no solo desató una canción, desató un montón. Me hizo ganar una confianza bien a trinca, como dicen en Venezuela, de hacer las cosas sin importarme nada. Estoy en un momento de mi vida en el que i don’t give a fuck (me importa un carajo). Y se siente maravilloso, porque la música está partiendo de un lugar súper limpio, no de un tormento”.
Más que un reconocimiento, una señal
Ella Bric será reconocida en la ceremonia anual del Salón de la Fama de los Compositores Latinos. La venezolana recibirá el Premio La Musa Elena Casals, que han recibido artistas como Alejandro Sanz, Kany García y Karol G, el próximo 12 de noviembre por sus 20 años de carrera artística. Al principio, la cantautora no lo podía creer. Se enteró minutos antes de salir al escenario en uno de los shows de Karol G. Recibió una llamada del compositor Rudy Pérez, fundador del Salón de la Fama de los Compositores Latinos, junto a Desmond Child, para avisarle que pronto recibiría un correo electrónico con una información importante. “Cuando me manda el correo veo que estaba taggeado Desmond Child, un compositor que ha escrito canciones para artistas muy importantes, y me dice: ‘Estoy aquí con Desmond y estamos pensando en que tengas una residencia en la Universidad de NYU y también queremos que seas una de las honories en el Salón de la Fama”.
Aunque le costó creer la noticia, lo tomó como una señal de que estaba haciendo bien su trabajo y de que tenía que seguir ese camino. “Solo pensaba que tenía apenas 163 listeners en Spotify, o sea, cualquier persona tiene más oyentes. No tenía sentido, cómo me van a dar un premio así, si tan poca gente escucha mi música. Sentí que la vida me estaba dando un mensaje: ‘Bueno, tú dijiste que eras una compositora y nadie le ha dado el valor a la música más que tú misma y esto es una prueba de que sí eres una compositora, sí eres una productora, que tu trabajo no ha sido en vano, sí has dado una contribución a la música, a pesar de que no ha sido mainstream o que no ha estado dirigido necesariamente a audiencias más amplias, pero sí ha tenido un impacto y está siendo reconocido’”, se dijo a sí misma.
Después del Latin Grammy como Productora del año, la primera mujer en ganar en esta categoría, el reconocimiento del Salón de la Fama de los Compositores Latinos es el más importante de su carrera. “Se siente muy honesto porque estos premios no son los Grammy, son premios muy para el compositor, que usualmente está en las sombras; es un premio muy de las sombras, pero al mismo tiempo es el premio que, después de los Grammy, ha sido el más importante de mi carrera porque premia mis historias y mi voluntad de querer ser vulnerable a través de la escritura y compartirlo con el mundo”.
Sobre el rol que representan los premios en su carrera, Ella Bric reconoce que para artistas independientes como ella son muy importantes por las oportunidades y la visibilidad que pueden traer; sin embargo, también asegura que es importante soltarlos, no aferrarse a ellos. “Como decía Residente, una nominación a un Latin Grammy para un artista independiente puede significar una gira pequeña regional y puede significar que estas personas van a compartir su música, hacer dinero y seguir trabajando para que se repita el ciclo. Por otro lado, quizá para alguien de industria que está acostumbrado a las nominaciones o que tiende a trabajar con grandes proyectos solo es uno más para la lista; pero para artistas como yo, independientes, realmente son momentos que confirman el proceso, la lucha y te inspiran a querer hacerlo.
“Confieso que después de los Latin Grammy sentí una presión tremenda en querer seguir manteniéndome relevante y lo que hice fue estancarme un poco porque los premios así son un momento de ricura, de celebración, pero también hay que saber soltar y empezar desde cero. Yo tuve que aprender a soltarla en 2019, cuando una amiga me dijo: ‘Tu premio está bien, pero mientras menos ganes mejor para que no rompan la integridad de tu trabajo artístico’”.
Regreso a la normalidad, a la calma
Tras casi un año de gira con Karol G, Ella Bric está de regreso en Nueva York. Feliz de estar en casa para dedicarse por completo a su música, mientras lidia con el duelo del tour. “Hay como un bajón. Me compré un perrito para mantenerme ocupada y eso es lo que he estado haciendo, entrenándolo, cuidándolo. Es como un hijo. Estaba ansiosa por regresar porque sabía que estando acá iba a poder adelantar mucho trabajo”.
La trompetista venezolana fue una de las integrantes de la banda, formada solo por mujeres, que acompañó a Karol G en su Mañana será bonito tour y con el que regresó a Venezuela después de diez años de haber emigrado. Por eso, los dos shows que ofreció la colombiana en Caracas los vivió con mucha intensidad. “Recuerdo que casi no salí, estuve encerrada tratando de procesar que estaba allí, pero cuando llegué al estadio fue demasiado fuerte ver a toda la gente y cómo la recibieron. Regresar a mi país trabajando con ella fue sorprendente y hermoso. Atesoraré ese momento para siempre”, cuenta.
De su experiencia en la gira de Karol G, Ella Bric se llevó consigo las ganas de creer en su música para ocupar el espacio que merece en el mundo. “Creo que Karol nos ha dejado a todos una enseñanza muy grande. Su mensaje en el tour fue muy claro: ella quería que la gente creyera en sus sueños y si algo me dejó esta gira fue eso. Solamente hay un espacio para ti en el mundo y es solo tuyo, no le pertenece a nadie y está ahí esperándote para cuando llegue el momento. Eso es lo que me ha quedado y se lo agradezco mucho porque, además, ella es una persona que nos dio ejemplo de humildad y nos enseñó muchísimo. Ver esa pasión me hizo recuperar un poco la fe en mí misma y en querer seguir adelante”, dice la compositora, quien asegura que su canción “Medellín” también es, de alguna forma, un regalo para la colombiana. “Es una manera subliminal de decirle gracias por todo lo que me permitiste vivir trabajando contigo porque no te imaginas el impacto que tuvo”.
Su experiencia en la gira también le hizo cambiar su manera de valorar la industria musical. “Hay momentos en los que tengo una relación de amor y odio con la industria. A veces pienso que es más oscura de lo que pensaba y luego hay algo que me hace cambiar de opinión y pienso que no es tan mala como imaginaba. Pero saber que hay artistas haciéndolo bien, tratando bien a su gente y a sus trabajadores me hace creer que, al menos, hay personas como Karol que me hacen pensar en lo que quiero hacer para que tenga un impacto positivo”.
Ella Bric no sabe qué le depara el futuro, sólo está segura de que quiere seguir haciendo música a su manera, bajo sus propios términos, sin complacer a nadie que no sea ella misma. “Honestamente no sé qué es lo que hay para mí y no quiero saberlo. Por primera vez quiero que el universo me sorprenda y que me encuentre haciendo lo que tengo que hacer y con la certeza de que estoy poniendo de mi parte para lograrlo. Creo que el límite es el cielo y estoy con los brazos abiertos para llevar mi música a donde la quieran oír”.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!