A partir del 28 de julio vivimos situaciones inimaginables en la Venezuela que venció en este mes milagroso. De allí en adelante hemos aprendido que la confianza en un liderazgo nuevo termina superando el arcaico pensamiento del muro de Berlín, con su mezcla de droga y terrorismo.
Cuando se propone un proyecto de cambio estructural, lo primero que se impone es decir la verdad. De allí que nuestra líder se encargó de explicar en las calles la necesidad de luchar por esta, como premisa básica para el buen aterrizaje.
La confianza se expresa en lo que vimos este sábado 17 de agosto, que trascendió a todos los rincones del planeta. Es el brote de la semilla que se viene sembrando desde hace un cuarto de siglo. De allí se deriva la pasión de todos los sectores sociales y un nivel de compromiso que alcanza a 90% de la población. El que no quiera ver que cierre los ojos.
La confianza y la verdad, de la mano de Dios, son invencibles y es una ola que va quitando las caretas. La tiranía vieja está desguarnecida. Las razones son las dos ya comentadas. Transcurre por una tormenta que jamás imaginaron, por actuar con la mentira y el engaño; sería otra la historia si al perder lo reconocieran gallardamente. De allí en adelante cadena de errores: ofrecer mostrar lo inexistente: las actas chinas; funcionarios capaces de sostener un Tribunal Supremo con personas desconocedoras de la función que deben cumplir. No es posible que represente la justicia una lectora de servilletas que les envían desde La Habana. Saltarse la más elementales normas, como es la defensa del Estado de Derecho, proteger la justicia y sus fines inviolables. Violan la Constitución Nacional y la ley que rige el TSJ, convertido en taberna de ignorancia y mediocridades. Su actuación es el alargamiento del golpe de Estado infringido a través de un organismo, el CNE, donde están los principales responsables, según el Código Penal actual -que no podrán los chinos borrar- en su agresiva injerencia en nuestro país. Actuar sin cualidad procesal es también un crimen de graves consecuencias.
La mano obesa de Amoroso da golpes sin bayonetas; resalta ente otros el delito de conspiración y allí existe corresponsabilidad penal. Busquen las penas, cuya mano alcanza a la mayoría de los rectores electorales, marcados, además, por la extensa traición social que han cometido, al enmudecer por dádivas y traicionar la confianza que se les otorgó para frenar y denunciar la gigantesca irregularidad. La macabra actuación de la noche del 28 requería la explicación a ese desafuero y traición a la patria.
La tiranía, como históricamente ha sucedido, está degradada y enzarzada en su impunidad. El espectáculo que viene rodando desde la campaña electoral es deleznable: connivencia de delincuentes inocultables. Los intereses combinados de la tiranía vieja ya todos los conocemos, incluidos los cuarteles, donde muchos oficiales están en modo alerta con los comprobantes del saqueo a buen resguardo. Son mayoría los que quieren a su país y de los que urge ya un pronunciamiento masivo.
La tiranía vieja, su cúpula anda loca y desarraigada; asesinando, torturando. Allí no hay quien piense. Es de imaginarse las estrategias jurídicas en manos de la presidenta del tribunal, cuyas funciones son las atrocidades que envían los “jurisconsultos cubanos”, Amoroso ya tiene cara de convicto, sepulturero del sistema electoral que tanto los benefició.
Miraflores es hoy una obra de teatro, que se asemeja la puesta en escena de un Macbeth al revés, tropical, que Shakespeare recriminaría, al contaminar su maravillosa obra con este cojitranco y chapucero régimen. Simulemos, que los actos hablan del colapso:
Un edecán de mirada intermitente piensa:
-Este psiquiatra de verdad necesita ayuda de un colega.
-El general Padrino está en un verdadero laberinto: «comandante en jefe», estoy despidiendo a los generales dudosos.
El edecán piensa en aquel despido masivo de Pdvsa.
“Cilita” no habla. Ahora le teme hasta a sus dientes.
Alex Saab ya está en su concha.
Todos piensan en el vuelo por la rampa abusada en Maiquetía, que será el último revoloteo de la delincuencia hecha Estado.
El tirano huye en la mirada y ve solo a su alcance la nueva Vaca Sagrada.
Los magistrados falsarios eran la última jugada sucia.
-Amoroso lo odio, también a Delcy y sus maletas voladoras. Diosdado siempre; no pudo llenar un autobús en toda la campaña.
Está cansado del peso que arrastra: centenares de muertos, los torturados, 25 años arrasando con odio; escenificando una farsa.
-Soy un general de uniforme de cartón degradado. Un estante lleno de cajas mentirosas.
No puede ocultar su truco sistémico:
-Soy un desafuero: cínico, fraudulento, sin escrúpulos, un corrupto palmario. La carta blanca a Nicolasito fue un error. Tiene ahora la vida alquilada.
Su herencia, “la mejor Constitución del mundo”, queda hecha un cambucho.
Ojos cerrados, baja el telón. Las calles del mundo gritan: Libertad.