Manuel Rocha fue acusado de actuar como agente ilegal de un gobierno extranjero, fraude de pasaporte y otros delitos, tras descubrirse su colaboración durante más de cuatro décadas con el régimen comunista de Cuba. Este viernes, el ex diplomático fue condenado a 15 años de cárcel.
De 73 años, nacido en Colombia y criado en Harlem, Nueva York tras emigrar a Estados Unidos durante su niñez, Rocha forjó una carrera diplomática con formación en las universidades de Yale, Harvard y Georgetown, que lo llevó a ocupar cargos destacados en el Departamento de Estado de EEUU, trabajando en distintas naciones latinoamericanas hasta su retiro como embajador en Bolivia en 2002.
Posteriormente, incursionó en el sector privado, desempeñándose en puestos remunerados en la gestión de fondos de inversión, asesoría jurídica y la administración de una mina de oro en la República Dominicana.
Jorge Castañeda, ex ministro de Asuntos Exteriores de México, conoció al espía de la dictadura de Cuba cuando fue destinado al Distrito Federal en 1991. Dijo que “Manuel estaba preocupado por el dinero. Daba la impresión de que siempre estaba pensando en ello”.
La investigación reveló que Rocha, a quien se consideraba un individuo preocupado por el dinero y obsesionado con ascender a la aristocracia estadounidense, habría comenzado su relación con la inteligencia cubana durante una estancia en Chile en 1973. “En cierto sentido, Rocha y los demás fueron reclutados durante la Guerra Fría, y son reliquias de esa época”, señaló Ricardo Zúñiga, ex diplomático estadounidense, en The Wall Street Journal.
De acuerdo a ese medio, el dictador Fidel Castro se interesó mucho por los funcionarios estadounidenses de origen hispano. Principalmente en aquellos que podrían haber simpatizado con La Habana porque no estaban de acuerdo con las políticas de Estados Unidos en América Latina. En Rocha se cumplió su creencia.
Documentos presentados en la causa penal revelan que Rocha elogió la revolución cubana y alardeó sobre su labor para las agencias de inteligencia de Cuba en conversaciones grabadas con un agente encubierto del FBI. Funcionarios de inteligencia como William Evanina y ex agentes cubanos sugieren que su motivación ideológica probablemente facilitó su reclutamiento y cooperación con la inteligencia cubana, compartiendo información sensible que probablemente fue pasada a Rusia.
Sus años en Cuba
El periodo más intrigante de su carrera ocurrió entre 1995 y 1997, cuando estuvo destinado en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Cuba.
El contexto adicional proporciona un marco temporal para entender las acciones de Rocha. Su servicio en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana coincidió con un periodo de tensiones extremas entre ambos países.
En febrero de 1996, el ejército cubano derribó dos aviones operados por Hermanos al Rescate, un grupo estadounidense opuesto al régimen de Castro, resultando en la muerte de cuatro personas. Rocha, en una de las reuniones con el empleado encubierto del FBI, se refirió a este incidente como “el derribo de las avionetas”, expresando que Hermanos al Rescate y otros grupos similares estaban impulsando la política hacia provocaciones innecesarias.
Rochazo en La Paz
Entre 1997 y 2000, Rocha fue el jefe de la diplomacia de Estados Unidos en Buenos Aires. Más allá del estudio de su gestión en Argentina que pueda surgir del estudio de los cables que envió a Washington, su mudanza posterior a La Paz dejó una huella sobre la que Bolivia tiene constancia porque fue pública.
La carrera diplomática del embajador terminó tras un incidente conocido como “El Rochazo”, cuando durante las elecciones presidenciales de Bolivia en 2002, su intervención provocó un efecto contrario al deseado, contribuyendo al fortalecimiento de la candidatura de Evo Morales. Sus acciones, vistas en ese momento como un error, ahora podrían replantearse como un acto criminal si se confirma su colaboración con Cuba en aquel período.
Así lo plantea Carlos Sánchez Berzaín, ex ministro del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. “Nuestra protesta fue tan intensa que acabó con la carrera diplomática de Rocha. Echó a perder las elecciones. En su momento se pensó que ‘El Rochazo’ era un error. Pero si en aquel momento trabajaba para Cuba, fue mucho más que una metedura de pata. Fue criminal”, concluyó en declaraciones a The Wall Street Journal.
A cuatro días de las elecciones, el embajador lanzó una convocatoria que se leyó como una intromisión pública desmedida en la política local: pidió con vehemencia no votar a Morales. Y sentenció: “Quiero recordarle al electorado boliviano que si elige a aquellos que deseen que Bolivia vuelva a ser un exportador de cocaína, ese resultado pondrá en peligro el futuro de la ayuda de los Estados Unidos a Bolivia”.
La consecuencia fue la opuesta a la que sugiere la declaración, ya que el líder cocalero pasó de un cómodo tercer puesto en las encuestas a ser segundo en los comicios y crecer desde allí hasta lograr la presidencia en 2006.
Tales revelaciones plantean interrogantes sobre su lealtad y las implicaciones para la seguridad nacional de Estados Unidos. Sus antiguos colegas dicen que es difícil explicar cómo pudo volverse contra el país que le dio prestigio, poder y riqueza.
“Se me revolvió el estómago”, dijo el diplomático estadounidense retirado Otto Reich, que había trabajado con Rocha, cuando se enteró de la detención por traición de quien fuera su compañero de trabajo.
El hombre de negocios se interesa en Cuba: una oferta sospechosa
Un artículo de Miami Herald aportó datos sobre las gestiones de Rocha luego de su retiro como diplomático, al asociarse con Timothy Ashby, ex subsecretario adjunto de Comercio para el Hemisferio Occidental. En su nuevo rol de empresario, Rocha se puso como objetivo adquirir propiedades confiscadas después de la revolución de Fidel Castro en Cuba.
Qué tipo de esperanza podría tener invertir en la compra de un propiedad confiscada por la dictadura décadas atrás, muy difíciles de comercializar. Pero los contactos de Rocha en La Habana quizás estuvieran detrás de la operación que en realidad implicaba burlar a los cubanos exiliados que reclaman la devolución de los bienes que la revolución castrista expropió a sus antepasados.
El plan del antiguo diplomático era transferir estos reclamos a la empresa Siboney LTD, en la Isla de Man, y negociar con el gobierno cubano para posibles oportunidades de capital e inversión.
Su antiguo socio, Ashby, se mostró sorprendido por los cargos contra Rocha, a quien describió como un individuo “enérgico” y orientado al negocio, destacando su fuerte anticomunismo y afinidad por el Partido Republicano. La trama surge en un contexto donde Estados Unidos mantiene 5.913 reclamaciones certificadas contra Cuba, con un valor estimado de 8.700 millones de dólares.
Los reclamos sobre propiedades en Cuba son un punto clave en la política del embargo estadounidense, y la resolución de estos es necesaria antes de que dicho embargo pueda ser levantado.
En 2007, Carolyn Chester, hija de un ex periodista vinculado al derrocado dictador Fulgencio Batista, rechazó una oferta de Rocha y Ashby por considerarla desproporcionadamente baja, profundizando la desconfianza en las intenciones de la operación. Jason Poblete, experto en reclamaciones, sugirió al Miami Herald que Cuba podría haber buscado maneras alternativas de eliminar amenazas legales asociadas a las reclamaciones para atraer inversión extranjera.
Los esfuerzos de Rocha y Ashby se terminaron luego de que la Oficina de Control de Activos Extranjeros señalase que transferir reclamaciones certificadas necesitaría autorización, lo cual nunca obtuvieron a pesar de invertir en cabildeo.
En paralelo a estos intentos, Rocha ha desempeñado altos cargos en XCoal, un exportador de carbón con sede en Pensilvania; Clover Leaf Capital, una empresa creada para facilitar fusiones en el sector del cannabis; el bufete de abogados Foley & Lardner y la empresa española de relaciones públicas Llorente & Cuenca. Además fue presidente de una mina de oro en la República Dominicana propiedad en parte de la canadiense Barrick Gold.
“Más que un Grand Slam”
El comienzo del fin del camino de Rocha como ciudadano modelo comenzó con un mensaje de WhatsApp: “Buenas tardes embajador, me llamo Miguel y tengo un mensaje para usted de sus amigos de La Habana. Se trata de un asunto delicado. ¿Está disponible para una llamada telefónica?”, decía el escueto mensaje. “No entiendo, pero puede llamarme”, respondió Rocha.
Eso sucedió el 15 de noviembre de 2022. Ese mismo día hablaron por teléfono, en una conversación que fue grabada por la inteligencia norteamericana. “Miguel” le comentó al diplomático que había problemas “en la isla” y en “nuestra embajada en Santo Domingo”, y le pidió mantener un encuentro en persona. Acordaron verse al día siguiente, el 16 de noviembre de 2022, frente a la Primera Iglesia Presbiteriana de Miami, en el barrio de Brickell, a las 10 de la mañana. Dicha reunión también fue grabada en audio y video.
“Mientras se desplazaba al lugar de la reunión, Rocha realizó una ruta de detección de vigilancia (SDR) acorde con las técnicas de la DGI. Según mi formación y experiencia, el objetivo de una SDR es determinar si se está siguiendo u observando a una persona de camino a una reunión encubierta. Concretamente, las fuerzas del orden observaron que Rocha tomaba un camino indirecto, más largo y tortuoso hacia la iglesia, en lugar de ir directamente. Además, entre otras cosas, se detuvo durante la ruta en un lugar durante varios minutos para poder observar el lugar de la reunión desde una distancia segura. El uso por Rocha de técnicas de contravigilancia es coherente con su formación previa en operaciones encubiertas”, explicó el agente del FBI Michael Haley.
Durante el encuentro, el presunto representante de la DGI se presentó como “un representante encubierto en Miami”, cuya misión era “contactar con usted, presentarme como su nuevo contacto y establecer una nueva planta de comunicaciones”.
“Quiero que le digas a mis ‘Compañeros’ que aprecio y agradezco mucho esta alerta”, comentó Rocha, y explicó que durante su último contacto con la DGI, “pude viajar a la capital y estando allí tuve una larga reunión en La Habana”.
Asimismo, le dijo a “Miguel” que en sus conversaciones iniciales no deberían hacer mención a “La Habana”: “Tenemos otro nombre. Nunca utilizamos La Habana. Suelo decir ‘La Isla’. Nunca utilizo C o H”. Y agregó: “Desde que la Dirección me pidió que llevara una vida normal, he creado la leyenda de una persona de derechas”.
“Sé por mi formación y experiencia que una leyenda es un antecedente artificial de un agente o un rasgo de su biografía utilizado para mantener su condición de agente encubierto”, explicó Haley.
Rocha dijo que su último viaje a la capital cubana había sido en “2016 o 2017″. “Entré como dominicano”, refiriéndose a que usó su pasaporte de República Dominicana en lugar de su pasaporte estadounidense.
Antes de terminar la reunión, el ex embajador norteamericano reveló detalles precisos de las cuatro décadas que prestó servicio al régimen cubano: “Fueron décadas (…), décadas que fueron profundas. Casi 40 años (…) de mucho peligro”.
Tuvo otras dos reuniones con “Miguel”, siempre demostrando orgullo por su tarea a favor de Cuba y en contra de los intereses de Estados Unidos: “Para mí, lo que se ha hecho ha fortalecido a la Revolución. La ha fortalecido inmensamente. No podemos poner eso en peligro. Soy muy celoso con lo que hemos hecho y con lo que tengo que proteger, y con lo que hemos hecho”.
Y concluyó: “Más que un Grand Slam”.
La siguiente reunión pactada con su contacto falso era el 3 de diciembre de 2023, pero los agentes llamaron a su puerta dos días antes.
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La entrada Manuel Rocha, el “ciudadano modelo” que traicionó a EE.UU. durante décadas espiando para Fidel Castro se publicó primero en AlbertoNews – Periodismo sin censura.