Puede que el título sea «Griselda» y que la promoción gire en torno a Sofía Vergara, pero esta miniserie dedicada a una reina del narcotráfico de la vida real podría llamarse fácilmente «Narcos», temporada 4. El hecho de tener una protagonista mujer en las décadas de 1970 y 1980 filtra la narración a través de un prisma misógino, pero, a pesar de ser entretenida a nivel general, la historia de la mujer apodada «La Viuda Negra» parece una de esas opciones que se pueden rechazar.
Luego de una tarjeta de presentación en la que Pablo Escobar ofrece una cita de admiración, la serie comienza con su frenética protagonista, Griselda Blanco, huyendo de Medellín a Miami con sus tres hijos.
Atrás se queda, por razones que se revelarán más adelante, su marido maltratador. Aunque ella, como verdadero cerebro de la operación, está ansiosa de construir su propio negocio con un punto de apoyo en Estados Unidos, con solo su ingenio, sus agallas y apenas un bloque de cocaína para empezar el negocio.
Descrita como un relato ficticio de la historia de Blanco, la serie sigue a Griselda mientras encuentra la ayuda inicial de su amiga Carmen (Vanessa Ferlito), que dirige una agencia de viajes pero no quiere tener nada que ver con la empresa ilícita. Por supuesto, para conseguirlo hay que superar el escepticismo de los capos de la droga locales, que al principio no la toman en serio, y algunos de ellos pronto aprenden por las malas que no es una buena idea.
Vergara se maquilla lo suficiente como para resultar bastante menos glamurosa que su imagen de «Modern Family», aunque los primeros comentarios que la tachan de «irreconocible» deben ser de personas que no sabe qué aspecto tiene Sofía Vergara.
Al lado de la atención dedicada a la vida personal de Vergara, su papel aquí es un fuerte retrato dramático y una exhibición, un poco socavado por la forma en que la historia se desliza con demasiada facilidad hacia el territorio de «Scarface», cuando el espectacular ascenso de Griselda y su lujoso estilo de vida finalmente dan paso a la paranoia y a la inevitable caída.
Lo mismo puede decirse de una subtrama que es demasiado directa, con una mujer detective (Juliana Aidén Martínez) que sigue presionando a sus jefes escépticos para que investiguen los rumores de que una mujer ocupa un papel cada vez más importante en el tráfico de drogas, mientras se enfrenta a su propia versión del patriarcado institucional a cada paso.
Los policías y los criminales, en otras palabras, no son más que diferentes caras de la misma moneda, sobre todo visto a través del sexismo manifiesto de las culturas machistas de esa época. En ese contexto, es posible ser históricamente preciso sin parecer particularmente perspicaz.
Con un equipo de producción que une a Vergara con el guionista y productor de «Narcos» Eric Newman y el director Andrés Baiz, «Griselda» es, como era de esperar, oscura y brutal, al reflejar un mundo en el que cruzarse con la gente equivocada significaba arriesgarse a las represalias más duras posibles.
Sin embargo, a medida que la serie se extiende a lo largo de los años y de diversas crisis, «Griselda» se convierte en la adición menos convincente ––aunque no intencionada–– al universo de «Narcos», un ejercicio sólido pero casi rutinario. Esto se debe, en parte, al hecho de que, tanto en la televisión como en el tráfico de drogas, el producto no siempre resulta tan atractivo si se repite con demasiada frecuencia.
«Griselda» se estrena el 25 de enero en Netflix.
Fuente: CNN
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