Eso, necesariamente, significaría un aislamiento casi total de Venezuela en el mundo, con la incapacidad de tener vías de comunicación con gobiernos vecinos para atender la crisis migratoria.
Colombia sería particularmente afectado por esto, no solo porque es el mayor receptor de migrantes, sino porque puso sus apuestas de paz con el Ejército de Liberación Nacional en la mediación de Maduro con la guerrilla.
Muchos ven en los casos cubano y nicaragüense ejemplos de lo que podría ser una profundización del autoritarismo en Venezuela, con una oposición anulada y elecciones sin competencia.
Venezuela, sin embargo, es un país más grande y conectado al mundo.
Las consecuencias de una profundización de sus crisis serían de una envergadura mucho más compleja de lo que ha visto la región en su historia reciente.
3. Algún tipo de transición
Aunque parece lo menos probable, una transición en Venezuela no se puede descartar.
Si la crisis se deteriora, o si se produce un estallido social de la magnitud del Caracazo, el evento de 1989 que significó el origen social del movimiento político que se tradujo en la victoria de Hugo Chávez en 1999, la posibilidad de que se quiebre el apoyo a Maduro entre militares y funcionarios es mayor.
Sin dinero, además, las deserciones son más difíciles de evitar.
“La oposición está apostando a un quiebre dentro del gobierno que obligue a Maduro a negociar su salida”, dice De Alba.
“Todo indica que el cálculo de quienes sirven de soporte a Maduro sigue siendo que prefieren el status quo, y si la oposición también llega a esa conclusión, haría bien en abrirse a lo que plantean los negociadores”.
En este escenario es donde sí juega un rol la comunidad internacional, que bajo el liderazgo de Colombia y Brasil, países gobernados por los izquierdistas Gustavo Petro y Luiz Inacio Lula da Silva, que tienen vías de diálogo con el chavismo, ha propuesto destrabes como unas nuevas elecciones o un gobierno de cohabitación transitorio.
La oposición, en principio, ha rechazado estas iniciativas. Tambén el gobierno. Pero una versión de éstas puede entrar en la ecuación.
Torrealba se plantea el escenario: “La única manera de aceptar unas nuevas elecciones es que sean antecedidas por un gobierno de coalición, con un relevo de las autoridades militares y electorales y sin las condiciones desequilibradas y antidemocráticas en que se dieron las elecciones (del mes pasado)».
“La oposición puede llegar a aceptar algo así porque es un hecho que no tiene la fuerza para hacer valer el resultado de las elecciones del 28 y porque para la oposición es importante encontrar una solución a la crisis”, añade.
Se suele plantear el desenlace de la crisis en términos de blanco y negro: o elecciones, o gobierno de coalición, o salida de Maduro, o gobierno de Machado. No se suele hablar, sin embargo, de versiones abigarradas de la transición que les den opciones a todos.